LOS MEJORES MANGAS DE 2020
2020 está llegando a su fin, y con él hemos querido reunirnos los integrantes de la redacción de esta sección para comentar cuáles han sido las mejores obras publicadas en España durante el año. Nos gustaría aclarar que en cualquier caso se trata de un listado totalmente subjetivo, acorde a lo que hemos podido comprar y leer. Puede que te sientas identificado/a con algunos de los nombres que leas a continuación. Pero también puede que te parezca una completa locura que otros estén ahí. No pasa nada, de eso se trata. Porque la variedad debe ser siempre aceptada. Una vez dicho esto, queremos comentar que todos estos títulos han comenzado su publicación en 2020, con total independencia del número de tomos publicados. Su disposición se ciñe única y exclusivamente a una numeración alfabética. No buscamos señalar cuál es la mejor obra del año, sino recomendar las series que más nos han cautivado.
Aomajû: el bosque mágico de Hoshigahara, de Hisae Iwaoka
La obra de Hisae Iwaoka es, probablemente, uno de los títulos más especiales que se han publicado este año y que, por unas razones u otras, quizá no esté recibiendo el reconocimiento que merece. Con algún que otro punto en común con Sigue las nubes al nornoroeste y reminiscencias a la contemplativa Mushi-shi, Aomajû: el bosque mágico de Hoshigahara se siente como el cruce entre ambas; un relato entrañable y melancólico de fuertes raíces sintoístas que habla de la relación del ser humano con la naturaleza y aquello que escapa a nuestra comprensión. Haciendo uso de un tono de corte intimista aderezado por componentes de fantasía, Iwaoka crea un ancestral bosque colmado de magia y vida, un lugar de mística mediante el cual explora una serie de temáticas asociadas a sus habitantes y turistas, ya sean del plano terrenal o espiritual. Con un trazo fino, delicado, expresivo y minucioso en cuanto a nivel de detalle, la autora plasma a la perfección situaciones que versan acerca de la soledad, la pérdida, la amistad, el amor o la libertad. Una carta de amor a la naturaleza que manifiesta honestamente la importancia e influencia que ejercemos sobre aquello que nos rodea y las distintas maneras del ser humano de demostrar amor.
Beyond the Clouds, de Nicke
Al igual que hacía Kamome Shirahama en Atelier of Witch Hat, Nicke también comienza su obra con toda una declaración de intenciones. En Atelier se incitaba al lector a preguntarse sobre su futuro, pero también sobre el de los magos; pieza clave en la historia de Shirahama. Pero en esta ocasión, acogiéndose a una fórmula narrativa sugestiva y muy directa, la mangaka comienza Beyond the Clouds contando, en primera persona, las experiencias del joven Théo para con la lectura. Una introducción soberbia que, además de invitar al lector a zambullirse en la obra, te coge de la mano para llevarte junto a ella a un universo totalmente nuevo. Un cuento que nos narrará de forma sublime las venturas y desventuras de Théo y Mia; los jóvenes, encantadores y mágicos protagonistas de la obra de marras. Una odisea onírica ambientada en la imaginaria Ciudad Amarilla entremezclando elementos steampunk con los ingredientes principales de la fantasía más cautivadora para así conseguir un título que se encuentra a caballo entre las películas de Studio Ghibli y todo el material construido hasta ahora en Final Fantasy. Una propuesta que, además, porta consigo un sello de calidad otorgado por su impactante trabajo artístico que hará las delicias de muchos. Un trabajo que, en su totalidad, se convierte en una sorpresa de lo más tierna, aunque también en un regalo para la vista y el corazón. ¿Qué habrá más allá del cielo encapotado de la Ciudad Amarilla?
Boy meets Maria, de Peyo
Boy meets Maria es una obra única. Un reclamo simple y vacío que, sin embargo, acarrea sus propias relaciones con la obra de Peyo y la veracidad de esta afirmación. Porque Boy meets Maria es un regalo para nuestro mercado. El mercado de un medio que, ya de por sí, suele pecar de falta de accesibilidad y otros valores de los que, por supuesto, cojea todavía más nuestro mercado. Un Boy’s Love que no destaca tanto por la relación personal que representa, sino por los conflictos que se exponen en la misma. Porque Boy meets Maria es una obra de problemas identitarios. Una obra que expone la problemática de la imposición del género y de la normalización de esas reglas identitarias que tan arraigadas se encuentra en la sociedad. Una obra que grita a cada página, a veces desesperada, otras veces segura, ofreciendo una mano amiga. Una obra nacida desde lo más profundo del corazón de su autor y que dibuja un problema real, que se mantiene todavía a la sombra de nuestras vidas, muchas veces pensando que no va con nosotros. Boy meets Maria no revoluciona el medio y pese a ser un título marcado por ciertas pautas emocionales, tampoco destaca en exceso por su capacidad narrativa. Pero, a veces, lo que importa no es tanto lo que cuentas, sino el cómo lo haces. Y Peyo, en ese espacio, presenta un diamante en bruto que brilla con luz propia. Y la única forma de entenderlo es, al final, sumergiéndote en sus páginas.
Chainsaw Man, de Tatsuki Fujimoto
Tatsuki Fujimoto es un autor diferente. El fondo de sus obras no dista en demasía de lo que se suele ver dentro de sus correspondientes géneros, pero es en la forma donde el joven mangaka despunta haciendo gala de una serie de recursos narrativos abonados a no dejar indiferente a nadie. Su obra actual, Chainsaw Man, es un retrato fidedigno de todo esto. Tras ahondar en la decadencia moral y trastear con los engranajes que componían el universo post-apocalíptico de Fire Punch —su anterior trabajo—, Fujimoto crea una oscura y bizarra psicodelia demoníaca donde un pobre desgraciado logra tener una segunda oportunidad en la vida gracias a su único amigo: un tierno y pequeño demonio perro-motosierra. Chainsaw Man es otra representación de la cruenta batalla entre humanos, demonios e híbridos de ambos, pero también es costumbrismo, humor negro y una pasarela de personajes interesantes y con matices de cuya interacción y evolución nace otro de los puntos fuertes de la obra. Porque Chainsaw Man es un manga sucio, macabro y macarra, con un estilo artístico que le viene como anillo al dedo; pero también sabe ser cálido cuando quiere, intimista y emocional. Es, en definitiva, una montaña rusa de emociones que pasa de cero a cien en cuestión de segundos. La obra de un autor que manifiesta una valentía que no se suele ver en el medio.
El clan de los Poe, de Môto Hagio
Como si de un cuento de hadas se tratase, El clan de los Poe nos cuenta las andanzas de Edgar, un chico que fue abandonado en las profundidades de un bosque junto a su hermana Merrybell por ser hijo ilegítimo de un noble. En principio deberían haber muerto allí, pero Hannah Poe los encuentra y decide adoptarlos. Los niños desconocen que el clan de nobles que los ha acogido, los Poe, son en realidad un grupo de vampirnellas: seres que se alimentan de sangre humana, dejando un reguero de cadáveres a su paso. O eso dicen las leyendas. Edgar descubrirá, a su pesar, lo que significa ser una criatura obligada a vivir apartada de la sociedad, un monstruo en el cuerpo de un eterno adolescente. Un ser que, poco a poco, irá creando su propio clan y edificando su eterna leyenda. Una leyenda creada por la excelente Moto Hagio, mangaka que, al igual que muchas de sus compañeras —entre las que se encuentran Riyoko Ikeda, Yumiko Oshima, Keiko Takemiya o Ryoko Yamagishi—, comenzó en los 70 uno de los grupos más representativos de la historia: «El Grupo del 24». Una corriente que no solo marcó un estilo de escritura e incluso de grafismo, sino que se postuló como un nuevo movimiento artístico donde la libertad parecía no tener barreras y artistas de la talla de Moto Hagio consiguieron alzarlo a su máximo exponente con obras como El clan de los Poe. Un título que, tras mucho tiempo, por fin llega a nuestro país gracias a la labor de Ediciones Tomodomo en una edición de lujo que nos permitirá conocer una de las obras más imprescindibles de los últimos años.
Gleipnir, de Sun Takeda
Los convencionalismos del medio siguen edificando un estándar autoimpuesto para la gran mayoría de obras que se publican bajo los géneros más abanderados. Un movimiento seguro que facilita la fluidez de las publicaciones pero que también acaba por cerrar un círculo recursivo incapaz de ofrecer nada nuevo a lo que leemos. Gleipnir, sin romper del todo ese círculo, impone cambios controvertidos y necesarios. Con el punto negativo de caer en los métodos del fanservice, Sun Takeda se atreve con leves cambios, con un dibujo del espectro sexual no normativo que también se presenta en la adolescencia y que recae en un cambio de roles de género especialmente necesario en un medio tan machista como este. Una historia marcada por la venganza pero que se acompañada de ese prisma psicológico de personajes rotos y arrastrados a su propia oscuridad personal, mostrando una psique tan retorcida como suplicante. En Gleipnir todo lo noble queda transformado en grotesco e incluso el uso de sus poderes sobrenaturales tiene esa mística horrenda que tiñe la obra de Takeda. En contraposición a todo ello, la floreciente relación de sus protagonistas, edificada sobre un cambio de posiciones al que su autor gusta de representar con elementos propios de la relación Ds como cadenas y collares en una simple metáfora sobre las necesidades emocionales de Suichi y el carácter dominante de Clair — siempre marcado por el corte oscuro de la obra pero siempre, también, apuntando a la normalización y no al fetiche barato. Un esbozo de lo que, esperemos, está por llegar con la evolución de sus personajes.
Gokushufudô: Yakuza amo de casa, de Kousuke Oono
La comedia, en general, es un género muy complicado de llevar a cabo con acierto. Su concepción e impacto están fuertemente vinculados a la cultura donde nace; por ejemplo, el humor americano y japonés no está cortado por el mismo patrón. A pesar de emplear algunos códigos universales, el lenguaje y la narrativa del mismo están fuertemente arraigados a su lugar de origen. Y pese a que el humor nipón no es nada fácil de exportar, estos últimos años ha cosechado grandes éxitos con obras que han sabido conquistar al público occidental. Títulos como Kaguya-sama: Love is War, Spy x Family o la obra de marras, Gokushufudô: Yakuza amo de casa. Éste último nace, además, de un elemento cultural muy popular y manoseado en multitud de formatos: la yakuza. Su protagonista, Tatsu, es un temido ex-yakuza que abandona el crimen organizado por el amor de su vida, su mujer Miku. Su propósito ahora no es otro que el de ser el amo de casa perfecto. Mientras distintos elementos y facetas de su anterior vida confrontan con su filosofía vital actual, Tatsu es protagonista de una serie de pasajes breves y autoconclusivos donde el absurdo se cuela en más de una ocasión en una narrativa amena, distendida, cálida y que sabe manejar los códigos de la comedia a placer. Por otro lado, el trabajo artístico de Kousuke Oono encaja a la perfección con el tono de la obra: sólido, dinámico y con la calidad suficiente como para potenciar el efecto de los continuos gags e ilustrar el hilarante juego de dicotomías de su autor.
Jigokuraku, de Yûji Kaku
La figura histórica del samurai ha sido objeto de explotación a lo largo de la historia llegando a formar parte de la cultura popular. Su retrato, a menudo concebido bajo cierto romanticismo y apego a unos inamovibles valores, choca frontalmente con el del ninja; mientras uno representa valores como el de la lealtad y el coraje, el otro es sinónimo de traición e ingratitud. Yûji Kaku construye a partir de la figura del ninja Jigokuraku, un título repleto de acción y misticismo que toma la leyenda en torno a la fuente de la inmortalidad como eje central con el que mover y convertir a sus actores principales en meros espectadores del terror más inhumano y letal posible. Bajo un estilo directo y un tono propiamente explícito, el autor reúne en una mística y despiadada isla a una serie de convictos custodiados por sus correspondientes verdugos para llevar a cabo una cruenta lucha a contrarreloj para hacerse con el elixir de la vida eterna. Jigokuraku es una especie de battle royale con ciertas similitudes estéticas a videojuegos como Sekiro: Shadows Die Twice con la capacidad narrativa de intercalar eficazmente entre diferentes y muy variadas personalidades sin afectar al ritmo e interés de su desarrollo; un festín de violencia condimentado con pinceladas de fantasía sobrenatural y leyenda. Ante todo, Jigokuraku es una obra que demanda muy poco pese a lograr fácilmente satisfacer y cumplir con su objetivo: el de entretener con un viaje que va de menos a más a las propias entrañas del Japón feudal más sobrenatural.
La casa de los insectos, de Kazuo Umezz
Actualmente nos envuelven multitud de géneros. Explotados más o menos, los escritores hacen uso de ellos para marcar su carrera, para orquestar, digamos, cómo será su línea editorial. Pero son pocos los que se atreven a alternar dichas pautas para crear su obra. Y mucho menos a entablar géneros opuestos. Aunque si indagamos un poco, viajamos hasta la propia Japón y retrocedemos en el tiempo unos 80 años podemos encontrar a un genio que ha sabido compaginar todo esto a la perfección. Uniendo géneros como el terror y el humor, Kazuo Umezz ha hecho de su obra una escalera de sensaciones. Una que, tras 10 años sin pisar nuestro suelo editorial, vuelve con muchísima fuerza gracias al esfuerzo de Satori Ediciones. Siguiendo con el símil de la escalera, este año se ha publicado uno de sus escalones más elevados: La casa de los insectos. Una antología de siete relatos escalofriantes acuñados por el propio Umezz publicados en Japón entre 1968 y 1973. Siete historias oscuras y perturbadoras protagonizadas por personajes cuyas vidas cotidianas se desmoronan de la noche a la mañana, al tiempo que sus mentes se van hundiendo gradualmente en la locura. Siete relatos de celos, codicia, angustia y muerte que traspasan los tortuosos límites de la cordura y exploran los confines de la perversidad. Con su imaginación desbordante y su dibujo sublime e inquietante Umezz nos sumerge, poco a poco pero sin que le tiemble el pulso, en los abismos más oscuros del corazón humano.
Las Quintillizas, de Negi Haruba
Estamos acostumbrades al harem. Es una figura especialmente presente en el mundo del manga y el paso de los años no ha ayudado sino a establecerla y considerarla una parte intrínseca del medio. Negi Haruba ha llegado este año a nuestras estanterías con una premisa que se enmarca en este encuadre. Un grupo de cinco gemelas —cada cual con su propia personalidad, pero todas abocadas al fracaso escolar— que se convierten en las alumnas de un solo chico de su misma edad, acosado por las deudas y que busca saldarlas consiguiendo que las quintillizas aprueben sus exámenes. Una premisa que casi parece salida de un guion para adultos pero que da un paso hacia adelante y, sin destronar todos los conceptos del género, muestra una versión mucho más sana del harem. Las quintillizas es una obra cálida, marcada por el cariño y la comedia adolescente más básica que, con todo, funciona de maravilla. Sus personajes destacan por un desmedido carisma y por la sorprendente capacidad para esbozar relaciones interpersonales mientras que su historia avanza sin prisas, parándose en las escenas más cotidianas para ofrecer otro tierno vistazo a su desarrollo. El final ya lo conocemos, Futaro (su protagonista) acabará compartiendo su vida con una de ellas. Pero lo importante no es la meta, sino el camino y saber que, siendo justos, lo que nos importa es ver como comparten sus vidas todes juntes.
Levius, de Haruhisa Nakata
Levius es una de esas obras que llaman la atención a primera vista solo por su apartado artístico. Haruhisa Nakata rompe los moldes del manga para fraguar una obra con un estilo muy singular, más cercano a la línea del cómic franco-belga y a la herencia de grandes figuras como Moebius que al propio tebeo japonés. No es únicamente su trazo estilístico de corte europeísta o la composición que aplica a las páginas, sino también un sentido de lectura occidental que, de nuevo, rompe con las características intrínsecas al manga. La línea clara y pulida del autor se yuxtapone al entintado de unos fondos a los que, en muchas ocasiones, se les aplica una técnica de desenfoque que consigue crear un resultado tan vistoso como particular. Pero no todo lo interesante de Levius queda relegado a su arte, pues en sus páginas se fragua un relato que aúna drama, boxeo, política y temática bélica. La historia sigue los pasos de Levius Cromwell, alguien que perdió demasiado en la guerra y que intenta ascender dentro del M.M.A: una evolución mecánica y tecnológica del boxeo tradicional donde los luchadores emplean implantes y mejoras corporales para batirse en duelo en el coliseo. Bajo una atractiva ambientación steampunk y victoriana de comienzos del siglo XIX, Haruhisha Nakata confecciona un título que pese a no innovar demasiado en términos de guion, afronta muy bien las problemáticas de la guerra y sus secuelas directas, así como diversas temáticas asociadas a la evolución humana y tecnológica.
Metamorfosis BL, de Kaori Tsurutani
A veces es muy complicado tachar un título como lo mejor del año con tan solo un primer tomo publicado en nuestro mercado; pero hay otras veces, como la presente, que prácticamente tras cerrar esa última página del cómic sabes que debes —y vas— a contemplar a ese título como uno de los más necesarios e imprescindibles de 2020. Lejos de los tropos más convencionalistas o las historias de corte más popular, Kaori Tsurutani nos traslada con su estilo minimalista e intimista hasta Metamorfosis BL de una forma sencilla, bonita y, por qué no decirlo, «cuqui» la mires por donde la mires. Más allá de lo que nos podamos imaginar por su magnífico envoltorio, al final, Metamorfosis BL es una historia sencilla sobre cómo una señora mayor y una joven librera entablan una dulce y entrañable relación a través de una de sus mayores aficiones: leer cómic. ¡Incluso cómic BL! Qué cosas eh. Fuera bromas, Metamorfosis BL habla sobre el Boy’s Love, pero más que eso, hace uso de sus situaciones, escenarios, personajes y conversaciones para normalizar algo que debería estar completamente normalizado. Alza una bandera demasiado importante de una forma muy intimista, con mucho respeto y con dos personajes con los que muchos de nosotros podemos sentirnos identificados; y no por edades o convicciones, sino por cómo la sociedad mira determinadas ideas o acciones. Un título que, a pesar de su breve extensión y de la poca trayectoria que tiene actualmente en nuestro país, es totalmente necesario por múltiples razones, aunque la más primordial de todas se centra en un único verbo: normalizar.
NeuN, de Tsutomu Takahashi
Tsutomu Takahashi regresa a nuestro mercado con un título de corte histórico que se apropia de un período tan convulso como el del Tercer Reich para introducir una serie de nuevos elementos y construir una ucronía. El mangaka se sumerge en la rumorología en torno a la ciencia del nazismo para, tal y como haría Ira Levin en Los niños del Brasil, sembrar la idea de la concepción de trece niños con ADN del propio Adolf Hitler. Takahashi concibe una historia ágil, dura y directa, una carrera de fondo en la que la orden de exterminar a la descendencia del Führer llevará a Franz Neun —uno de los trece niños— a transitar la Alemania nazi como un fugitivo junto a su guardián y otros prófugos. Takahashi se abona al suspense y a la violencia y belicismo intrínsecos a su ambientación para construir una narrativa de contrastes; tan capaz de ilustrar una tortura o multitud de asesinatos a sangre fría como de estampar la inocencia de aquellos que no tienen culpa de nada. Como colofón, el arte de Tsutomu Takahashi es lo suficientemente ecuánime como para recrear con suma facilidad las intenciones narrativas del autor; un dibujo áspero, opresivo y explícito capaz de desenterrar los fantasmas de la historia de la humanidad.
¡¡No te rindas, Nakamura!!, de Syundei
El creciente mercado del Boy’s Love en nuestro territorio nos permite, cada vez más, disfrutar de los tantos prismas que nos ofrece el género, lejos de anclarse únicamente en las relaciones amorosas entre sus protagonistas. ¡¡No te rindas, Nakamura!! es, seguramente, mi ejemplo preferido de ello. Una obra que destila carisma, estilo y diversión desde el primer momento hasta el último, demostrando la capacidad camaleónica de Syundei para ofrecer grandes obras en cualquiera de los frentes a los que necesite adaptarse. En este caso nos mete de lleno en el escenario del romanticismo de instituto, donde Nakamura se encuentra totalmente prendado de Hirose, su compañero de clase. Así la autora construye con la obra toda una antología de intentos fallidos de su protagonista por acercarse a su amor secreto, dejando por el camino una hilarante situación tras otra. ¡¡No te rindas, Nakamura!! es el perfecto ejemplo de esas obras que desearías volver a leer siempre de cero, siempre cayendo en cada situación y siempre esbozando una sonrisa al final de cada capítulo. La ternura y el cariño que destila la obra, además de su remarcado estilo artístico, es más que suficiente para convertirse en una de las grandes publicaciones del año.
Rastros de sangre, de Shûzô Oshimi
Tras disfrutar de anteriores trabajos del autor como Las flores del mal, Shino no es capaz de decir su propio nombre o Cibercafé a la deriva, el nombre de Shûzô Oshimi vuelve a sonar con fuerza en nuestro mercado. Lo hace con Rastros de sangre, un título que hace de la cotidianidad y el costumbrismo imperantes en su narrativa un ejercicio de auténtico horror y pavor psicológico. A través de la relación entre una madre y su hijo adolescente, Oshimi plasma cuán dañina puede ser la sobreprotección y la obsesión en general de una madre por su hijo. El autor expone con mucho acierto una temática tan complicada como la de los trastornos mentales y los cismas que crean éstos en el entorno cercano de quien los padece. Oshimi se sirve de la obsesión y la inocencia propia de la juventud para hilvanar un relato materno filial complejo y repleto de aristas que a menudo transita dentro del terror psicológico. Con un arte completamente entregado a la expresividad de su elenco y con fijación en los primeros planos, Rastros de sangre es el enésimo recordatorio de cuánto puede aportar al medio un artista como Oshimi con una historia que parte de una, aparentemente, sencilla cuestión: ¿hasta dónde está dispuesta a llegar una madre para proteger a su hijo?
Spy x Family, de Tatsuya Endô
Cuando una obra estalla por todo lo alto y se convierte en lo más seguido del año es fácil esperarse, una vez más, con los conceptos propios del éxito en el medio. Spy x Family se mueve por esos conceptos. Pero está muy lejos de ser una obra destilada en los mismos espacios que glorifican el manga shonen. La obra de Tatsuya Endo no solo ha abrazado el éxito por méritos propios, es que hablamos de una obra capaz de abrazar a cualquier persona que se entregue a sus páginas. Un matrimonio de conveniencia en medio de las tensiones de la guerra ocultan, en realidad, a un espía y una asesina. ¿Su hija? Una médium y también la única capaz de conocer las vidas secretas que se ocultan la una al otro. Lejos, sin embargo, de convertirse en el clásico blockbuster, Spy x Family se decanta por la comedia, por convertir las situaciones cotidianas en su campo de batalla y entregarse a lo hilarante antes que lo violento. No nos confundamos, la obra de Endo se encuentra repleta de giros interesantes, sabe guardar sorpresas bajo la manga y puede explotar cuando menos lo esperemos, pero lo hace siempre sobre los raíles de un estilo único e inimitable que rompe los esquemas más genéricos del medio para crear su propio espacio. Y funciona. Funciona como nada ha funcionado antes. Una nueva forma de destilar la acción y el misterio en un formato tan adorable como divertido.
Sunny Sunny Ann!, de Miki Yamamoto
Quizá su nombre no suene mucho, pero sin duda la lectura de su obra ha marcado un antes y un después en un año repleto de puro caos; político, existencial e incluso emocional. Miki Yamamoto, la mangaka que hay tras Sunny Sunny Ann!, reivindica con este trabajo la influencia de Kyôko Okazaki. Una autora que llegó hace unos pocos años a nuestro mercado y que, sin duda, se presentó ante nosotros con un estilo y un descaro pocas veces visto hasta el momento. Dos cualidades que Miki Yamamoto representa a la perfección en Sunny Sunny Ann! presentándonos así la historia de Ann. Un relato fragmentado en cinco capítulos que podrían considerarse incluso independientes pero cuyo nexo de unión siempre recae en Ann, su fantástico coche y un road trip que nos hará viajar por una América soñada y afligida. Un viaje que, además, realizaremos a través del filtro de una mujer ajena a su tiempo y condición social. Una guerrera cuya salida siempre se encuentra en la carretera pero que, a pesar de encontrar su propia vía de escape en el asfalto más cálido de todos, lucha por ver lo mejor de la vida, habla sin rodeos sobre el sexo y, ante todo, mira hacia adelante sin huir de los problemas que trae consigo la propia existencia humana.
Mención especial: Nuevas ediciones publicadas en 2020
Para poner punto y final al listado de este año, la redacción no solo ha tenido en cuenta la publicación de nuevas licencias, sino que también ha creído consecuente recordar algunas de las distintas reediciones que se han publicado en 2020. Fruto del éxito de la adaptación animada a cargo de Wit Studio de Vinland Saga, Panini Cómics ha querido aprovechar el repunte mediático de su autor, Makoto Yukimura, para reeditar Planetes —su anterior trabajo— en un único volumen que recoge los cuatro tomos originales. Por su parte, Planeta Cómic es la editorial que más esfuerzos ha dedicado en traer de nuevo viejas glorias como Lamu, de Rumiko Takahashi, en una edición de dos volúmenes completamente a color. De la misma autora también se ha publicado la antología de relatos cortos que componen El Espejo, una puerta de entrada perfecta para todo aquel que no conozca a la autora.
Por otro lado, Planeta también reedita El almanaque de mi padre en una nueva y cuidada edición con sentido de lectura oriental, exactamente igual que Adolf, uno de los trabajos más soberbios de Osamu Tezuka; recogido en esta ocasión en un total de cinco volúmenes más accesibles en formato tankôbon. Por último, Editorial Ivrea se ha propuesto rescatar un par de títulos de los 90 y hacer las delicias de una parte del público que creció con ellos, ya sea en un formato u otro. Se trata ni más ni menos que de la edición kanzenban de Yu Yu Hakusho, la obra que llevó a la fama a Yoshihiro Togashi, y una edición en tomos dobles de Shaman King, con una serie de extras y mejoras realizadas por el propio autor. En definitiva, una atractiva variedad de obras que quizá atrapen de nuevo a los que ya las conocen y que seguro, harán las delicias a todo aquel que entre de nuevas.
Y para ti, ¿cuáles son los mejores mangas de este 2020? No dudes en decírnoslo en los comentarios de esta entrada o a través de nuestro perfil de twitter.
Equipo El Palomitrón Anime