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Reseña de El clan de los Poe destacada - El Palomitrón
ANIME / MANGA REDACTORES RESEÑAS

BIBLIOTECA: EL CLAN DE LOS POE

En la década de los 70 surgió un grupo de autoras que llevarían a cabo una auténtica revolución dentro del manga para mujeres: el llamado «Grupo del 24» (24nen-gumi, en referencia al año 24 de la era Showa (1949) y fecha de nacimiento de la mayoría de sus integrantes). Estaba compuesto por autoras como Riyoko Ikeda, Yumiko Oshima, Keiko Takemiya, Ryoko Yamagishi y la presente Moto Hagio. Hablamos de un grupo de autoras por aquel entonces veinteañeras que habían crecido leyendo a Osamu Tezuka e introdujeron audaces novedades en la temática y el lenguaje no ya del shôjo, sino del manga en general.

Por primera vez en los cómics dirigidos a las chicas en Japón se cuentan historias de ciencia ficción como Terra-e de Keiko Takemiya o ¿Quién es el 11º pasajero? de Moto Hagio; o historias realistas que diseccionaban la vida japonesa y los problemas sociales como la obra de marras, El clan de los Poe, también de Hagio, o La rosa de Versalles, de la aclamada Riyoko Ikeda. Historias que, de una forma u otra, introducen temas de calado filosófico como el papel de la mujer, la identidad, el género, el amor prohibido o la homosexualidad. Este último tema, que aparece en obras del grupo como El corazón de Thomas de Moto Hagio y La balada del viento y los árboles de Keiko Takemiya, se volvería muy popular y sería el inicio de un nuevo subgénero, el shônen-ai, que cuenta historias dramáticas de amor entre chicos. Una nueva puerta frente a la cultura vista desde un punto de partida femenino se abría por aquel entonces con voces resonantes como la presente Moto Hagio. Una voz que actualmente sigue sonante y que en España, gracias a Ediciones Tomodomo, podemos escuchar a través de algunas de sus obras más importantes.

El Grupo del 24 contribuyó de manera significativa al desarrollo de los subgéneros en el manga de demografía shôjo y marcó la primera entrada importante de artistas femeninas en la industria. Pero es la figura de Moto Hagio, junto su compañera Keiko Takemiya que sonaba casi en sintonía junto a ella, las que dotaron de valor a este grupo e hicieron de éste un punto de partida para la mirada femenina en este sector; uno afincado por hombres y subyugado a unos ideales muy lineales pero que tras esta ruptura, empezó a brillar hacia otros frentes y hacer viable que la mujer tuviera el espacio que se merece dentro de esta cultura que tanto supone para Japón, y cada día, para el resto del mundo. De esta forma, y para conmemorar los 50 años de la carrera de Moto Hagio, Tomodomo nos congratula con la última edición realizada de El clan de los Poe. Una edición revisada por la propia mangaka y que nos hará disfrutar al máximo de una historia única que consiguió revolucionar a miles de lectores en 1972

«Despertad, cuentos.
Somos los sueños del tiempo.»

Reseña de El clan de los Poe personajes - El Palomitrón

Como si de un cuento de hadas se tratase, El clan de los Poe nos cuenta las andanzas de Edgar, un chico que fue abandonado en las profundidades de un bosque junto a su hermana Merrybell por ser hijo ilegítimo de un noble. En principio deberían haber muerto allí, pero Hannah Poe los encuentra y decide adoptarlos. Los niños desconocen que el clan de nobles que los ha acogido, los Poe, son en realidad un grupo de vampirnellas: seres que se alimentan de sangre humana, dejando un reguero de cadáveres a su paso. O eso dicen las leyendas. Edgar descubrirá, a su pesar, lo que significa ser una criatura obligada a vivir apartada de la sociedad, un monstruo en el cuerpo de un eterno adolescente. Un ser que, poco a poco, irá creando su propio clan y edificando su eterna leyenda.

Pero esa leyenda no existiría sin los Poe, el clan original de vampirnellas en el que Hagio nos introduce de manera sutil y refinada. De nuevo, nos hará transitar frente a una nueva epopeya, una que en esta ocasión versará a través del poder de la sangre y la vida eterna, pues todo aquel que sea mordido por uno del clan, acabará siendo un ser eterno. Un alma condenada a vivir de forma infinita siempre y cuando se cumplan ciertas normas. Tropos que nos sonarán sobremanera pero que en esta ocasión no se explotan de forma natural, sino que se normalizan e incluso se convertirán en aspectos del día a día de estos vampirnellas tan característicos. Es cierto que no viviremos mucho la historia del clan original, pero sí que lo haremos a través de Edgar. El joven que heredará la sangre y el poder del miembro más fuerte de los Poe. 

Reseña de El clan de los Poe Edgar y Merrybelle 2 - El Palomitrón

Como si de una cinta de Moebius se tratase, esta edición de El clan de los Poe no está editada de forma usual. Me explico. El orden de los capítulos está alterado respecto el orden de publicación original; un juego argumental que no solo ayudará a constituir la historia de una forma más dinámica, sino que nos hará viajar constantemente entre etapas y diferentes personajes, teniendo siempre un punto en común: los hermanos de la familia Portsnell. Los protagonistas por antonomasia de la fantástica obra de Moto Hagio que nos darán la mano constantemente, pero que, en ocasiones, también nos la soltarán para dar paso a otras voces que narrarán su propia historia. Una apuesta más que segura que, además, nos permitirá atestiguar de primera mano la excelente pluma de Hagio, pues incluso trastocando el orden de su historia, ésta incluso gana en su conjunto y se convierte, como decíamos, en una cinta de Moebius infinita.

«Lo sabes, ¿verdad?
Sabes qué somos,
adónde iremos.»

Poco a poco, iremos conociendo quiénes eran realmente los auténticos Poe, pero también tendremos la ocasión de disfrutar de las venturas y desventuras de Edgar y Merrybell Portsnell, los verdaderos protagonistas de una historia que quizá no hubieran escogido vivir pero que el destino les obligó a ello. La obra no teme en presentarlos en sus primeros compases, pero será a través de las historias que conjugarán con otros personajes cómo les conozcamos realmente. Pequeños cuentos que confeccionan la totalidad de la obra y el trasfondo de los hermanos, unos cuyo destino es ser eternos en un mundo donde la sangre —o en su defecto, las rosas— será su único alimento. ¿Serán capaces de sobrevivir ante esta prueba del sino?

Bailando entre épocas, pueblecitos de lo más pintorescos y casas protegidas del sol más voraz, los hermanos Portsnell viajarán de un lugar a otro para proteger su integridad como vampirnellas en un mundo habitado por humanos. Un mundo donde no hay espacio para seres sobrenaturales pero sí para las leyendas de éstos. Fábulas que depende cómo se alimenten pondrán en entredicho la naturaleza de los hermanos y su posibilidad de seguir en los hogares que van escogiendo a lo largo de su vida. Espacios en los que a veces, solo a veces, hilvanarán hilos eternos con los corazones de otras personas. Así, uno de los hilos que podremos seguir a lo largo de esta obra será el existente entre Edgar Portsnell y Alan Twilight. Un joven noble que, sin pretenderlo ni esperarlo, acaba enredado por los encantos de los hermanos Portsnell. Al principio enfatizados en la bella pero frágil Merrybell, más tarde, por el encanto más intimista de Edgar. De esta forma, Hagio crea un trío protagonista bastante completo y equilibrado. Tres personajes que definirán tres formas de afrontar la vida, pero también tres formas de ser ante las personas. Siendo o no vampirnella. Siendo o no aceptado por la sociedad.

Reseña de El clan de los Poe panel manga - El Palomitrón

De nuevo, y haciendo referencia a las obras más clásicas del género de marras, Moto Hagio construye El clan de los Poe aludiendo al mito de Drácula (Bram Stoker,1897) o al eterno Frankenstein (Mary Shelley, 1823). Dos títulos que palpitarán a lo largo de su historia pero que poseen su propio latir, pues a pesar de imitar sus notas o invenciones para con el género, Moto Hagio retuerce lo planteado en el siglo XIX para construir su propio monstruo. Uno que tiene como motor vital ser eterno, a pesar de no querer serlo, como es el caso de Edgar. Uno que teme de la soledad eterna, aspecto perfectamente reflejado en la bella y quebradiza Merrybelle. Un ser diferente del resto, una quimera de la que todos huyen; en definitiva, un monstruo condenado a la soledad y a la incomprensión de su propia naturaleza. Una criatura que Moto Hagio confecciona sin temer las consecuencias, creando así su propio monstruo enmascarado con preciosos rostros a la luz aunque con terribles secretos en la sombra. Por lo tanto, de forma natural y sin forzar la narración en ningún momento, Hagio hace de su historia otro punto de partida y crea un nuevo tipo de criatura que servirá de ejemplo para futuras ficciones. 

Dejando de lado las raíces más reflexivas de El clan de los Poe, a lo largo de la historia la autora también nos presentará otro tipo de «horrores». Porque a pesar de que podamos entender El clan de los Poe como una historia de amor entre hermanos, entre vampirnellas; estamos ante un relato gótico. Una historia narrada a través de los horrores más humanos. Y aunque su carta de presentación y estética consiga disuadir su lado más oscuro, este existe, y es el que realmente compone todos y cada uno de sus cuentos. Leyendas que encierran su propio universo y construyen su espacio en la ficción. Por lo tanto, podríamos definir El clan de los Poe como la versión refinada de los vampiros de Moto Hagio. Mangaka que creó en los 70 a su propio monstruo capaz de conquistar a miles de corazones y que, además, supo adelantarse a múltiples y mediocres ficciones de nuestra actualidad.

Reseña de El clan de los Poe Edgar y Merrybelle 1 - El Palomitrón

«Vamos, abre los ojos.
Vamos.
Va a partir nuestro carruaje
dirección al infinito.»

A nivel artístico El clan de los Poe presenta un dibujo soberbio, con diseños muy marcados por sus líneas, atractivos y ante todo con unas escenas muy elaboradas donde los personajes —y en esta ocasión también los fondos— son los auténticos protagonistas. Cada una de sus páginas demuestran la valentía y la apuesta de la autora, demostrando así una fuerza distintiva que te hará disfrutar cada una de sus viñetas. Gozamos de unos primeros planos sensacionales donde no solo podemos apreciar el sumo cuidado que tiene la autora con los rasgos faciales, sino que también podemos percibir el mimo que antepone a todos los elementos de cada escena, pues el detalle es uno de los grandes protagonistas de la obra. Un detalle que veremos en escenas totalmente estáticas y a su vez en planos donde el movimiento copa el papel. Un juego de líneas que Hagio sabe conjugar para conseguir un resultado cuanto menos distinguido.

Moto Hagio consigue transmitir con su dibujo y hace que tanto el terreno que conocemos como aquel que desconocemos llegue a nuestros ojos, dejando las confusiones de lado y mostrando la realidad tal y como es. Una realidad que ha tenido muchos problemas de ejecución y representación, ya que la mirada que quiere transmitir Hagio siempre se ha llevado a juicio. Superada esta vigorosa frontera, la autora muestra todo lo que considera necesario. Expone a los personajes y su realidad e incluso se expone a ella misma. Un trazo realista que, considerando la época y situación, son dignos de admirar y alabar. Un trazo que no abandona ningún detalle y consigue enmarcar cada una de sus viñetas como única. Sin duda alguna, Moto Hagio jugó todas sus cartas presentando esta historia prendada de este arte. Ahora es el momento de ver cómo el lector occidental es capaz —o no— de aceptar este reto cultural que desenmascara uno de los géneros más vituperados de los últimos años. Un reto que, si se acepta, puede suponer un descubrimiento extraordinario. Bienvenidos al clan

Marisol Navarro

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Publicista aficionada de las películas, las series y el cómic en general. No tengo un género preferido, pero todo lo gore me apasiona. Adoro viajar, y si algún día consigo ir a Japón, sin duda para el trayecto tendré preparada toda la obra de Sui Ishida.