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CINE E HISTORIA DE ESPAÑA (V)

LA POSGUERRA ESPAÑOLA II

Con esta serie de artículos hemos recorrido los años de la historia de España que abarcan desde la Restauración Española en este artículo para pasar posteriormente a la declaración de la II República Española y posteriormente a la Guerra Civil y que llevó al país a una cruenta posguerra que dejó calcinadas las esperanzas de miles de españoles.

A causa del período tan dilatado que supuso la posguerra española y de la cantidad de películas que pueden ser merecedoras de ser reconocidas como verdaderas joyas históricas, hemos decidido dividir el artículo de cine acerca de la posguerra española en dos partes debido a la extendida proyección que este merece sobre el período de la posguerra que sobrevino en el país tras la alargada guerra de tres años. La decadencia de un país aislado y destruido se mascaba en el día a día de unos españoles que hacían, pese a todo, grandes esfuerzos por seguir adelante, tal como veremos en las historias que conoceremos a continuación.

  1. EL LABERINTO DEL FAUNO (Guillermo del Toro, 2006)

Segunda película del director mexicano que se cuela en nuestra lista de películas sobre la historia de España. En esta ocasión el maestro del fantástico nos introduce en la vida rural de una caserna militar que hace de puesto de vigilancia frente a la avanzadilla de los guerrilleros maquis que todavía luchan en las montañas del norte de España. Ofelia (Ivana Vaquero) acompaña a su madre Carmen (Ariadna Gil) al corazón del bosque, donde las espera su padrastro, Vidal (Sergi López), un fascista encargado de la comandancia de dicha caserna. La brutalidad del fascismo encarnado en Vidal encontrará en la imaginación desbordada de Ofelia un muro infranqueable que acabará por estallar al final de la película cuando el tesón de los guerrilleros, la ferocidad de los fascistas y los seres que pueblan la imaginación de Ofelia se den la mano en una de las mejores conclusiones no sólo de la historia del cine español, sino también del cine de Guillermo del Toro.

Se dice en ocasiones que el cine español no dio un verdadero fascista hasta que del Toro rodó El laberinto del fauno, pues la tibieza del país entero con respecto a la dictadura fascista se extiende hasta nuestros días y lo impregna todo. Sea como sea, la película es no sólo una joya del fantástico elevado a su máxima expresión y entendido como género de géneros, en este caso el histórico; sino también un fiel retrato de todos aquellos guerrilleros ocultos en las montañas que decidieron dar su vida por continuar la lucha pese a que todo estaba de antemano perdido.

  1. SILENCIO ROTO (Montxo Armendárix, 2001)

Cinco años antes del estreno de la anterior película, se estrenó otra película que también retrataba la vida de los guerrilleros en el norte de España. Protagonizada por Lucía Jiménez y Juan Diego Botto, Silencio roto da un paso más allá y relata las vicisitudes de los maquis en un pueblo perdido del norte que consiguieron tímidas victorias y que después tuvieron que regresar a sus cuarteles de invierno cuando la dictadura volvió a recuperar las plazas perdidas.

Si bien es cierto que Silencio roto no tiene el enganche que tendría posteriormente El laberinto del fauno o la melancolía hiriente de Los días del pasado, de Mario Camus, el filme sirve para entender el largo recorrido de todos aquellos refugiados en las montañas. Mientras que en la segunda podemos ver el tesón de los guerrilleros de las montañas y en la primera podemos observar sus primeras victorias, en esta película entendemos que lo último que se pierde no es necesariamente la esperanza.

  1. INTEMPERIE (Benito Zambrano, 2019)

Hace algunos años el escritor Jesús Carrasco publicó un libro que daría pie a la película homónima que posteriormente pisaría las salas de la mano de Benito Zambrano. El relato, árido y crudo como la propia película de Zambrano, relataba la huida de un niño en mitad de un paraje remotamente perdido e indefinido. En esa huida por una causa desesperada y nunca especificada, pero intuida, el niño se topaba con la vieja figura de un pastor que ejercería de guía y protector. La novela, auto conclusiva, cerrada, yerma como la arena que se palpaba en esos paisajes desnudos, supuso un hito literario que marcó otra forma de escribir novela en la España de la crisis.

El relato de Zambrano años más tarde mantendría esa aspereza, pero trasladaría sus imágenes a los primeros años de la España de la dictadura y a las regiones remotas de los campos del sur allá donde los campesinos durante la República y la Guerra Civil se atrevieron a soñar con un futuro mejor. Para ellos la represión fue feroz y el manto de esta que la dictadura extendería sobre el país se palparía con mayor contundencia sobre aquellos que se atrevieron alguna vez a levantar la voz. Zambrano adapta libremente el relato de Jesús Carrasco a la posguerra española y el resultado sólo puede catalogarse de brillante.

Intemperie es una de esas películas que bien merecen un doble visionado no por el hermetismo de su propuesta, sino precisamente por la calidad de sus imágenes nítidas pese al polvo de la sequía, de su guion perfectamente trenzado, por un Luis Tosar inmenso como siempre, un niño en el rostro de Jaime López que supone todo un descubrimiento en el cine español reciente y un magnífico Luis Callejo como antagonista que rebosa la pantalla. Por si esto no fuera poco, pocas veces se había llegado a retratar el embrutecimiento de los súbditos de Franco con tanta presteza como en esta película, individuos humillados para quienes la vida había acabado desde el momento en que el dictador puso su pie en Madrid.

  1. LOS GIRASOLES CIEGOS (José Luis Cuerda, 2008)

Si bien es cierto que este es el segundo título de nuestra lista de la posguerra sobre confinamientos voluntarios que huyen de la realidad tremebunda del exterior tras el conflicto, la propuesta de José Luis Cuerda se acerca de una forma totalmente distinta a la experimentada con La trinchera infinita (Aitor Arregi, Jon Garaño, Jose Mari Goenaga, 2019) rodando más la tensión de vivir aislado y las consecuencias sobre la familia que sostiene toda esa carga.

Elena (Maribel Verdú) y Ricardo (Javier Cámara) son un matrimonio republicano que intenta sobrevivir en una España mutada en fascismo de mano levantada y de cantos a la patria. Para el nuevo régimen, Ricardo se encuentra desaparecido a pesar de que sobreviva todavía en el interior de una casa donde sólo su esposa y su hijo Lorenzo (Roger Príncep) son conscientes de su existencia. Salir fuera de esas cuatro paredes supondría la pérdida de su vida. Sin embargo, los acontecimientos dan un vuelco cuando Salvador (Raúl Arévalo), el joven sacerdote que ejerce de maestro para su hijo Lorenzo, se enamora de Elena y su obsesión por la mujer acabará por poner en peligro la vida de todos.

Protagonizada por algunos titanes del cine español, esta película del grandísimo José Luis Cuerda es capaz de trenzar una intimidad que la acerca a algunas de sus anteriores propuestas y que, a la vez, demuestra que el director seguía siendo una referencia del cine español pese a sus años. Inspirada en dos de los relatos del escritor Alberto Méndez, la película consigue transmitirnos nuevamente esa nube fatídica bajo la que vivían los españoles una vez acabado el conflicto, especialmente cuando tuvieron que enfrentar la negación de las ideas imperantes.

  1. EL MAR (Agustí Villaronga, 2000)

Agustí Villaronga nunca deja de sorprendernos de una forma temerariamente bruta y desalmada. Sus obras sobrevienen relatos preñados de oscuridad y de personajes marcados por el fatídico destino de sus propios miedos y obsesiones que pueblan la pantalla de una extrañeza incómoda que una y otra vez nos dirige la mirada a nosotros como espectadores para encontrarnos en nuestro propio yo marcado por nuestro interior más oscuro.

Basado en el libro de Blai Bonet, El mar nos sumerge en la historia durante varios años dilatada de unos amigos que vivieron la Guerra Civil Española y que años más tarde se reencuentran en un hospital para tuberculosos en el interior de la isla de Mallorca. Pese al sol inclemente que riega constantemente la pantalla, la frialdad del relato se clava como un cuchillo escena tras escena mientras observamos cómo la sospecha entre ellos crece y acaba por sacudirnos a nosotros como espectadores. Un relato extraño, morboso y turbio protagonizado por el totémico Roger Casamajor, actor fetiche de Villaronga, que narra las vicisitudes de todos aquellos que quedaron marcados por el conflicto bélico y tuvieron que arrastrarlo durante los posteriores años de hambre y enfermedad.

  1. SURCOS (José Antonio Nieves Conde, 1951)

Hace tiempo en nuestra web ya emprendimos un regreso a este clásico por antonomasia del cine español, ya que Surcos es a día de hoy uno de esos clásicos de nuestro cine que, si bien es cierto que adolece de cierto poder revulsivo como a veces se quiere ver, no es para nada una propuesta desdeñable en el panorama de nuestro cine. Convertida en clásico instantáneo pese a toda su carga moral y católica, Surcos es la película que retrata cómo se mascaba la pobreza en los primeros años del Madrid de aquella nueva España triunfante. Pobre, mísera, de trapicheos varios y personajes marcados por la precariedad, la capital de aquella época es más bien el despojo de una guerra demasiado larga que el nuevo imperio que Franco siempre anunció.

Surcos narra la historia de la familia Pérez, que abandona el campo y llega a Madrid en busca de una vida mejor, pero muy pronto se encontrarán que en la capital la supervivencia se marca entre devorar o ser devorado. Mientras algunos de sus miembros comprenden rápidamente que la única forma de sobrevivir es la delincuencia y la picaresca, otros, en cambio, se verán tentados por las luces de una ciudad que acabarán confundiéndolos a todos hasta arrastrarlos a un final que ninguno esperaba. Pese a su inocencia en algunos momentos, la crudeza de la película se atraganta hasta que el espectador comprende la difícil vida de todos aquellos que tuvieron que elegir entre la miseria y la pobreza en aquellos años de polvo.

  1. EL ESPÍRITU DE LA COLMENA (Víctor Erice, 1973)

En 1973 el director Víctor Erice estrena una de las películas más tiernas, enigmáticas y mágicas que ha conocido el cine español hasta hoy día. Ana (Ana Torrent) es una niña que vive felizmente con su hermana Isabel (Isabel Tellería) en un pequeño pueblo de provincias durante los años posteriores a la guerra civil. Acostumbradas a un lugar donde nunca pasa nada, un día las niñas acuden a la proyección de la película Frankenstein (James Whale, 1931), que deja en la joven Ana una impresión tremendamente fascinante de ese ser que roza la realidad y la ficción hasta el punto de creer que todo su mundo es en realidad el trasunto de esa realidad.

Hemos dejado la película de Víctor Erice para el final con el fin de poder acabar estas dos series de artículos de la posguerra española de la manera más sensitiva posible con una historia que trenza la imaginación desbordada de una niña con un mundo que no entiende, pero marcado por el peso inefable de la dictadura y observado siempre desde el prisma de la niñez. Galardonada con la Concha de Oro del Festival de San Sebastián de 1973 y ovacionada por la crítica, la película bien pronto se descubrió como un enorme castillo de imaginación que tendría en la mirada cuestionadora y siempre despierta de Ana Torrent su punto más concreto, una mirada que resume ella sola toda una película.

Javier Alpáñez

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