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56SITGES: ENTREVISTAMOS A FERNANDO NAVARRO, CREADOR DE ROMANCERO

Hace unos años Prime aterrizó en España no sólo con un catálogo inmenso de ofertas, sino con la posibilidad de abrir un mercado en nuestro país que previamente había abierto Netflix y HBO. Las grandes plataformas y productoras no sólo han comprado clásicos de la televisión española como Los Serrano, Aquí no hay quien viva, Cuéntame cómo pasó o Un paso adelante, sino que han creado y producido sus propias series que a día de hoy siguen llegando a todos los hogares españoles. En el caso de Prime, desde hace dos años podemos disfrutar de la primera y segunda temporada de una tanda renovada del clásico Historias para no dormir y una nueva versión de El Internado con El Internado: Las Cumbres, pero también de producciones de nuevo cuño como es el caso de La Templanza, El Cid y su nueva producción que llega estos días a Sitges, Romancero.

La serie cuenta la historia de la huida de dos niños (Txunamy Ortiz y Sasha Cocola) y poco más puede decirse de su trama, pues Prime ha sido tan hermético que no ha querido avanzar mucho más de una serie que sin duda pretende jugar con su secretismo para sorprender al espectador y, sin duda, lo consigue. En esa huida de dos niños en mitad de una noche en la Andalucía rural múltiples son los personajes que se encontrarán a lo largo del camino, todos ellos delirantes, excesivos y surgidos de la peor pesadilla de los lugares olvidados, pero también recordarán a través de flashbacks las circunstancias que los llevaron hasta allí y que ayudarán a vertebrar una historia que cobra pleno sentido cuando llegamos al punto final de la historia.

Hemos podido disfrutar de los seis episodios de Romancero en la capital catalana del fantástico y el resultado es de asombro ante un producto extraño y fascinante a partes iguales, pero perverso y, a la vez, impactante en su extrañeza. Romancero no es un producto surgido de la nada, pues son muchas cosas a la vez; poca gente ha sido capaz de gestionar el terror, el fantástico, la crítica social y los asuntos actuales con tanta maestría como para dejar un sabor de boca fascinante desde el inicio hasta el mismísimo último capítulo como lo hace el guion de Fernando Navarro (Venus, Bajocero), a quien hemos entrevistado en este festival. “Creo que el terror o el gótico es una manera estupenda de poder hablar del presente”, nos cuenta su creador en nuestra entrevista. “Pero para mí era muy importante que la serie entretuviera en todo momento”.

Protagonizada por Ricardo Gómez y Alba Flores en dos papeles irreconocibles que les van como anillo al dedo, por Belén Cuesta como mujer de vida dura y acompañados de la presencia de Guillermo Toledo como policía, a primera vista, Romancero es Mar de plástico (2015-2016) y sus invernaderos en Almería, pero también Intemperie (Benito Zambrano, 2019) y la huida de un niño por parajes remotos y áridos, la historia de un perseguido y un perseguidor perseguidos todos ellos por la policía en pedregales desolados que podría recordarnos a No es país para viejos (Ethan y Joel Coen, 2007), la extraña relación de dos niños supuestamente humanos de Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008), la juventud perdida de Siete vírgenes (Alberto Rodríguez, 2005) y sus robos y persecuciones por centros comerciales y muchas más influencias que harían de esta serie un producto único que, lejos de resultar un pastiche de muchas referencias, se empodera en un producto único y original con un lenguaje onírico que habla solo.

Romancero viene a completar una especie de díptico inventado con una novela que escribí el año pasado que se llamaba Malaventura, que edité en el sello Impedimenta, y que son vasos comunicantes y que las dos quieren contar lo mismo. De hecho, las claves de la serie están en la novela y las claves de la novela están en la serie. Y lo que buscan es crear un territorio como irreal, pero basado en una Andalucía remota, pero también realista, presente. Crear ese territorio y usar ese territorio para contar el tema que más me interesa, que es el desamparo, la pérdida de la infancia, la infancia que no se recupera…”, explica el creador de la serie en este segundo día de festival. “Pero yo, para contar las cosas que me interesan, normalmente suelo usar los códigos genéricos. Entonces, yo creo que más que referencias concretas a cosas, en ellas operan mis referencias como lector, de Cormac McCarthy, más que como espectador, por ejemplo; Intemperie no tanto, aunque me lo dijeron al principio de la novela porque sí que creo que hay una idea de un sur idealizado… Yo creo que Guillermo del Toro, que me interesa más en idea que en resultado, tiene en común esa manera de tratar los monstruos. Entonces, creo que para mí es muy natural que todas mis influencias como lector, como escritor y como escritor de películas acaben generando algo más personal porque, cuando haces una serie, puedes volcar más que en una película que tiene noventa minutos para contar una historia”.

Romancero regresa al sur como muchas otras producciones antes lo han hecho y lo continuarán haciendo, pero no regresamos a un sur soleado, ardiente y lleno de vida, sino a un sur devastado por un capitalismo brutal que ha creado una subsociedad de desclasados perdidos por pueblos y espacios dejados de la mano de dios, al sur de los invernaderos y el campo marchito trabajado por inmigrantes y la vida dura de traficantes y desfavorecidos que han de morder al otro para seguir un día más con vida. “Realmente para nosotros era el retrato de una Andalucía”, nos revela al ser preguntado por esa Andalucía tan distinta a la vista en pantalla anteriormente. El sur de Romancero no es el sur de la alegría, sino el sur de todos aquellos que se quedaron en la cuneta arrastrados por el tren del capitalismo y en ese espacio de terror surgen los monstruos. “Creo que es imposible que las cosas se abstraigan de donde se ruedan y de para dónde se escribe. O sea, si se abstrae, para mí es mala señal. No digo que una ficción debería ser necesariamente social, pero sí que digo que no debería abstraerse de dónde transcurre. Si a la hora de concebir el rodaje, en Romancero te cruzas con trabajadores de los invernaderos o ves cómo el desierto es un espacio real que genera varias cosas, no puedes no querer contarlo”. Al fin y al cabo, el regreso al mundo rural que hace Romancero no se aleja demasiado de ese regreso que el audiovisual español está haciendo en los últimos años a un rural mucho más crepuscular, mucho más triste y mucho más oscuro como en el caso de producciones como O que arde (Oliver Laxe, 2019), Alcarrràs (Carla Simón, 2022) o As Bestas (Rodrigo Sorogoyen, 2022), entre otros muchos títulos.

Yo creo que la Andalucía real no existe porque Andalucía es un territorio enorme que pasa de Almería a Cádiz, que recorre muchísimos kilómetros, muchísimas formas de hablar, muchísimas formas de entender la realidad… Para mí, Andalucía es tan grande como su flamenco y la sociedad andaluza es tan grande como se ve. Creo que intentar retratar Andalucía sería una ficción, sería imposible. Entonces, nosotros hacemos una especie de distorsión posible de Andalucía y convertir Andalucía en una especie de mirada entre Lorca y los romances, pero siempre distorsionando la realidad, jugar con ella como juega el flamenco. Para mí es una serie como un intento de contar unos cantes concretos”.

Ya que hablamos de la figura del horror, una duda que Romancero deja colgando a lo largo de sus seis capítulos es la naturaleza del monstruo. ¿Quién es el monstruo y quién es el más humano de entre los humanos? Si algo en claro sacamos del visionado de la nueva serie de Prime en España es la enseñanza que nos reveló Frankenstein, que no es más monstruo el creado a base de cadáveres, sino el creador humano que rechaza a la bestia. “Cuando yo vi Frankenstein y la leía, lo que más miedo me daba es cómo la turba, que la usamos nosotros, va buscando un monstruo para destruirlo”. El interrogante que pulula a lo largo de los seis capítulos es pertinente, pues ni los monstruos son tan monstruos ni las personas tan personas, pues, marcadas todas ellas por el machismo y la masculinidad extremadamente tóxica, la violencia física, el racismo que se respira en los invernaderos y el nacionalismo podrido que llevan por bandera e incluso por pulsera; todas ellas humanas acaban demostrando ser más monstruosas que los propios monstruos. “¿Quién es el bueno? Una cosa que achaco yo a la ficción norteamericana es que claramente te dice quiénes son los buenos y claramente te dice quiénes son los malos. Y yo lo que estaba intentando era recuperar una tradición mediterránea que está mucho en el espagueti western en la que el bueno es malo y el malo es bueno. Yo creo que la curiosidad la tienen todos. Estamos todos todo el rato intentando jugar con cierta ambigüedad moral”, nos explica a la pregunta de quién es el monstruo y quién el humano.

Romancero nos espera en Prime el día 3 de noviembre, a pocas semanas de haber sido estrenada en Sitges. Nuestros más sinceros deseos para esta producción original que pretende seguir abriendo puertas a nuestro imaginario audiovisual con un planteamiento tan desbordante que será difícil quedar insatisfecho.

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Javier Alpáñez

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