El 20 de enero arranca la temporada 22 de Cuéntame cómo pasó. La serie celebra su 20 aniversario con una nueva cabecera a la que da voz Rafael. La serie de Miguel Ángel Bernardeú dará el pistoletazo de salida a la próxima temporada con el estreno del capítulo 389 titulado “Ojalá”. 

Al elenco habitual se unen rostros como los de Álvaro Díaz y Asier Valdestilla que dan el relevo a Javier Lorenzo y Víctor Garrido en los papeles de Oriol y Santi. A este equipo que refleja la juventud adolescente de la época se suman dos rostros más, los de Jordi Garreta como Melero, el mejor amigo de Oriol y Teresa Pérez, que dará vida a la Diana, la hija de Miguel y Paquita.

Estos nuevos fichajes terminarán de completar una trama que pone el foco en los años 93 y 94. Bien asentada la década de los 90, los Alcántara notarán los estragos de la crisis económica que azotaba España, un habitual en nuestra historia, además del nacimiento de movimientos radicales entre los más jovenes y la discrimnación a los enfermos de SIDA.

La omnipresente familia Alcántara

¿Qué tendrán los Alcántara que están en todas partes cuando nadie los llama? Esta nueva temporada comienza en Cuba, con Mercedes (Ana Duato) y Antonio (Imanol Arias) viviendo un segundo noviazgo al calorcito de La Habana. Casualmente en el hotel en el que se hospedan se topan con una disidente castrista y ya tenemos armado el follón.

La primera en la frente y a partir de ahí, el conjunto de disparates que escriben los guionistas a ritmo de propaganda son tan grandes que me falta artículo para enumerarlos. ¿Cómo es posible que una familia que vive en un barrio humilde de la periferia de Madrid esté metida en todos los saraos? Y cuando digo todos, es en todos. Sin excepción. Recapitulemos.

Yo estaba, tú estabas, nosotros estabamos 

El día que asesinaron a Carrero Blanco, los Alcántara pasaban por allí. El día que Tejero entro en el Congreso de los Diputados al grito de “Quieto todo el mundo”, Toni (Pablo Rivero) estaba allí. Cuando la discoteca Alcalá 20 comenzó a arder, Carlos (Ricardo Gómez) y sus amigos estaban allí. El día en que se produjo el atentado en el restaurante ‘El Descanso’, el primero islamista en nuestro país, la familia Alcántara estaba allí. Estos son solo algunos de los ejemplos. Por el camino me dejo el atentado de Hipercor de Barcelona, el programa 1,2,3, los Premios Goya y un largo etc.

No le podrían pasar esas cosas a conocidos o comentarlas con los vecinos como algo que preocupaba a la sociedad. No. Por supuesto que no. La viven ellos. Los Vengadores ibéricos, los omnipresentes. La familia más surrealista de la ficción española, superando a Los Serrano y mira que eso es difícil. Y como tótem, como fuerza que pone cordura a esa panda de desquiciados está Doña Herminia, tan cansada de los Alcántara como lo está María Galiana de la serie. Que por cierto, si hacemos cuentas Herminia roza los 100 años pero eso es harina de otro costal.

La familia con más éxito de San Genaro 

Pero volviendo a la temporada 22, mientras Antonio y Mercedes juegan a los detectives en el hotel más caro de La Habana, las cosas en Madrid tampoco están tranquilas. Los negocios de San Genaro hacen aguas por la crisis que afecta a todos menos a los hijos Alcántara. 

María (Carmen Climent), la benjamina de la familia, sigue siendo la más normal de los hermanos. Ha protagonizado más portadas de periódicos  en manifestaciones estudiantiles que un político al uso pero aún así se salva. Inés (Irene Visedo) sigue codeándose con los grandes del cine español y se puede permitir el lujo de cuestionar a Fernando Colomo como si fuese la gran estrella de la producción . Y Toni es el periodista que más se han rifado en España. Desde que se marcase su Watergate patrio en la agencia de noticias, ha pasado de ser la gallina de los huevos de oros de TVE a la mano derecha del presidente. Mucho «A desalambrar» pero cuando el poder se lo dan a uno en la mano no parece tan malo. La vida misma, lo vemos a diario en la televisión. El buen ritmo profesional no evita que su vida sentimental sea un desastre por serle infiel a Deborah (Paloma Bloyd), lo que le lleva a marcar el tanto de dos divorcios. Casi nada. 

Cuéntame cómo no pasó

En sus inicios Cuéntame cómo pasó era una serie coral que intentaba reflejar la vida en la España de los años 60 y 70. Ahora se ha convertido en un panfleto político con una agenda del tiempo actual pero revestida de aire retro. Como si hubiesen rodado una serie en el Madrid actual pero vistiendo a los protagonistas con todo el stock de las tiendas vintage de Malasaña.

No se hace justicia a la sociedad de los 90, ni estética ni ideológicamente. El tratamiento al terrorismo de ETA, en el que parece que la población estaba más preocupada por los terroristas que por las víctimas, dicta mucho del pensamiento que desembocaría en el espíritu de Ermua.  La visión más moderna de vivir en pareja igual encajaba en gente de 30 y 40 años, no en dos personas que nacieron antes de la Guerra Civil. Por no hablar de lo surrealista de sus protagonistas, que viven en un barrio obrero pero se codean con todos los peces gordos de la política, la moda y los negocios.

La serie debe terminar, intentaron reinventarse con los juegos de flashback al 2020 y no lo consiguieron. Ahora solo pueden tirar de recursos manidos en un intento de reflejar una visión sesgada y adulterada de los años 90 que es más un esquema identitario de la polarización actual que una historia de ficción ambientada hace 30 años. 

Hay quienes apuestan a que la serie terminará en 2001, justo cuando de inicio la fecha del primero episodio de la ficción más longeva de nuestra televisión. No estoy tan segura, dudo que los ánimos de la audiencia y del propio reparto aguanten un par de temporadas más. A lo mejor ya es hora de poner fin a un producto que lleva languideciendo desde hace años y que se resiste a escribir la última línea de una historia interminable.