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CINE E HISTORIA DE ESPAÑA (VI)

FRANQUISMO I

Tras varios meses, continuamos con nuestro particular desarrollo de la historia de España a través de su cine y entramos de lleno en plena dictadura de Franco. Tras empezar nuestra serie de artículos dedicados a la historia de España con la Restauración, contar luego con la experiencia de la II República, contemplar la lucha de la Guerra Civil Española y entrar con un primer y segundo artículo en la posterior posguerra, a continuación, expondremos en dos artículos diferentes la vida bajo la dictadura de Franco.

De entre todos los períodos más convulsos de la historia de España, la dictadura de Franco se erige como el período más negro de todos ellos, fruto de un conflicto bélico de tres años que desangró al país y que dejó a los vencedores de siempre por encima de los vencidos de siempre. Una vez narrada la cruenta posguerra que se cernió sobre toda España, entraremos a narrar el día a día de un país que aprendió a acostumbrarse a la presencia del dictador hasta su muerte y lo haremos nuevamente mediante el cine que nos regaló la misma época del dictador en este primer artículo.

  1. MUERTE DE UN CICLISTA (Juan Antonio Bardem, 1955)

Quizá una de las piezas más apreciadas del cine español rodado durante la dictadura de Franco. Surgida del celebrado genio de Juan Antonio Bardem, Muerte de un ciclista supone la primera gran contestación al régimen de Franco desde una sutileza que apenas levantó ampollas en la anquilosada censura, pero que fue bien apreciada en el exterior del país. Protagonizada por Lucía Bosé y Alberto Closas, la película que empieza con la repentina muerte de un ciclista en medio de una carretera y con la culpa de los dos amantes adúlteros que viajaban en el coche, pronto se convertirá en un tríptico sobre el egoísmo de la clase alta del franquismo ante los problemas ajenos, pero también en un retrato sobre la supervivencia de esta clase alta, incluso si eso incluye la lucha contra ellos mismos.

  1. CALLE MAYOR (Juan Antonio Bardem, 1956)

Un año pasó tras la película anterior cuando Bardem volvió a estrenar un éxito que, aunque menor, confirmó al director como una de las grandes voces cinematográficas del cine español del Franquismo. Ubicada en una pequeña ciudad de provincias, la película narra la historia de Isabel, una mujer en el rostro de Betsy Blair, que es conquistada por Juan, galán encarnado por José Suárez, quien decide enamorarla por la simple mofa y el escarnio de sus amigos ante el aburrimiento generalizado que ofrece la mundana vida del provinciano. Rodada con un desgarramiento sentimental como pocas, Betsy Blair nos regala una interpretación levantada sobre la ilusión y el sufrimiento en un guion escrito por el propio Bardem donde se narra la hipocresía y la cerrazón de las pequeñas comunidades y donde nunca fue más certero el dicho “Pueblo chico, infierno grande”.

  1. EL PISITO (Marco Ferreri, 1958)

El pisito es en el cine español una rara avis que combina el trazo del director italiano Marco Ferreri, la afilada pluma de Rafael Azcona en el guion y el protagonismo de Mary Carrillo y el totémico José Luis López Vázquez en una obra que, bajo el agudo sentido de Azcona, destila la decadencia y la mediocridad bajo la cual las clases bajas estaban obligadas a vivir bajo un régimen que propagaba las grandezas de España mientras sus ciudadanos combinaban varios trabajos y vivían en espacios infrahumanos para poder salir adelante. La ilusión por comprarse un piso para una pareja joven acaba convertida en una pesadilla al enfrentarse a la dificultad de salir a flote con sus míseros sueldos hasta el punto de tomar una difícil decisión que supondrá para la pareja un grave cisma en su propia relación.

  1. EL COCHECITO (Marco Ferreri, 1958)

Dos años después del rodaje de El pisito y de nuevo con la colaboración de Azcona, Marco Ferreri estrena El cochecito, una película que entra de lleno en lo que significa la vejez, la independencia de la madurez frente a la familia y el paternalismo que ejercemos sin querer sobre los ancianos. Ferreri y Azcona narran la historia de Don Anselmo, un anciano que, pese a gozar de una salud de hierro, decide comprarse un cochecito como el de sus amigos mayores pese a la oposición de toda su familia. La decisión que tomará Don Anselmo dejará al espectador con un poso agrio en la garganta, pero convierte a la película en una de esas rarezas bien merecidas de nuestro cine.

  1. EL VERDUGO (Luis García Berlanga, 1963)

Luis García Berlanga es, junto con Juan Antonio Bardem, el gran titán del cine español durante el franquismo. Pese a que su genio pareció agotarse a medida que cruzaban los años tras la muerte del dictador, todo el período de su filmografía que brota bajo la dictadura del general Franco se convierte en un excelente fresco que nos ayuda a comprender y a poner bajo la lupa una etapa de excesivo control sobre los súbditos del dictador. En este caso y como bien indica el título, y aunque se haya realizado una crítica que se puede leer aquí, El verdugo narra la historia de cómo un hombre corriente acaba convirtiéndose en verdugo al servicio del régimen. Pese a la pátina de humor con la que Berlanga barnizaba sus obras, lo que subyace bajo este humor es el certero retrato de cómo de una dictadura no puede escapar nadie y narra cómo al final estamos todos sometidos al mandato de esta de formas muy diversas.

  1. LA CAZA (Carlos Saura, 1966)

Si Berlanga y Bardem son los dos grandes titanes del cine español de la dictadura, no podemos acabar este artículo sin el tercero de los grandes narradores del cine en este momento, Carlos Saura. Deudor del neorrealismo italiano, hábil en su capacidad de explicar historias, Saura estrenó en 1966 La Caza, una película bastante críptica que enseña todavía en 1966 un país dividido por los estragos de una guerra que parecía no olvidarse nunca. La película narra la historia de un grupo de amigos protagonizados por Ismael Merlo, Alfredo Mayo, José María Prada y un jovencísimo Emilio Gutiérrez Caba en un día de cacería. Lo que pretendía ser un idílico día de caza en la montaña pronto acabará convertido en una tarde de asfixia y espanto en la que los viejos horrores y rencillas entre todos los personajes acabarán brotando hasta llevar al espectador al culmen final de la película, un maravilloso horror que sólo Saura podía haber rodado.

Javier Alpáñez

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