OVERLORD III: GUÍA PARA CONVERTIRSE EN LORD OSCURO
La temporada de primavera ha llegado ya a su fin. Con ella se despiden grandes obras como lo han sido Darling in the FRANXX, Golden Kamuy o Magical Girl Site. Sin embargo, otras continúan como Boku no Hero Academia o Steins;Gate 0. Aun así, la temporada de verano se abre paso para acompañarnos durante las vacaciones con sus propios títulos y obras por ver.
¡No te pierdas nuestras primeras impresiones de la temporada de verano 2018!
El catálogo es extenso y no siempre hay tiempo que dedicarle a todos lo títulos que se muestran en él. Por esta misma razón os traemos una pequeña porción de muchas de las obras que nos visitan estos meses. Porque Island, Hanebado! o How Not to Summon a Demon Lord son algunos de los ejemplos a tener en cuenta, pero también hay otras como Hataraku Saibou, Harukana Receive o Angels of Death.
Explorando el nuevo mundo
No he leído las novelas de Kugane Maruyama hasta el momento, pero creo que el simple hecho de que Overlord sea una adaptación de dicho título homónimo conlleva una serie de aspectos. El primero, y más importante, es que el espacio que existe en ambos medios es críticamente diferente. El anime se ve atado al contenido de su predecesora y cuenta con un espacio limitado al que debe adaptarse.
Sin embargo, las páginas de su novela tienen la extensión que le propio Maruyama decida dedicarles. La extensión no tiene un límite marcado y los hechos que se suceden en ellas no son más que la invención del autor. Es por esto mismo que la historia del señor de Nazarick evoluciona, quizás, de forma errática.
Porque Overlord es una gran historia. No solo a nivel de calidad —y esto es algo muy subjetivo y, cuanto menos, personal— sino a nivel de cantidad. Por esta misma razón su extensión se alarga cuanto necesita, tratando diferentes ángulos y puntos de vista, en vez de centrarse en Momonga y compañía.
Espacio evolutivo
Esto es algo que brinda una gran profundidad al mundo de Overlord. Porque nos narra las aventuras, y desventuras, de todo su mundo. La segunda temporada fue un gran ejemplo de ello. Desde el arco de los hombres lagarto hasta la breve historia de amor inesperada de Sebas. Overlord se compone de pequeños fragmentos que suman a su componente total, haciendo de ella una obra repleta de diferentes elementos, momentos y personajes.
Esto, por supuesto, es algo que no resulta ajeno a su tercera entrega. Tras atravesar los arcos mencionados la obra ha decidido seguir explorando lo que dejó atrás en su primera temporada: la aldea Carne. Una forma de tratar la evolución de sus personajes y tejer lo hilos de forma majestuosa hacia la personalidad de Ainz Ooal Gown, quien se encuentra tras todos lo sucesos que ocurren en el mundo de fantasía que nos presenta la obra.
Si bien, eso supone que la serie se tinte incluso con los colores del slice of life, pero lo hace con cierta gracia. No hay más que ver su capítulo introductorio y como choca con otros como el de Shingeki no Kyojin. Porque a Overlord no le hace falta grandeza, tampoco la busca. Y mientras una derrocha estilo y fuerza gracias a la animación de Kyoji Asano y Satoshi Kadowaki, las líneas de la entrega de Yukie Sugawara se conforma con presentarnos a su “Lord Oscuro” tomando un baño de limos. Tan cómico, tan distendido, como suena, pero tan funcional como lo ha sido siempre.
Tras la máscara de la muerte
Porque al fin y al cabo, Overlord siempre ha estado tintada con los colores del humor. Pero también unos muy humanos, que ayudan a explorar a sus personajes, a entenderlo. Y es que no hay que olvidar que la obra se basa en un MMORPG. Sin embargo, su guion se toma su tiempo para presentarnos y tratar con todos aquellos personajes que originalmente no son más que NPCs — personajes no controlables por el jugador.
Algo que borda en la forma en que explora al propio Ainz Ooal Gown — Momonga. La obra lo convierte en un Lord, en el señor de la Gran Tumba de Nazarick. Prácticamente un dios. Pero, a su vez, actúa con cierta dualidad al reconocer su lado humano. Así esta tercera temporada parece enfocarse todavía más en la evolución de sus personajes, después de haber tenido un par de docenas de capítulos para presentarlos, mientras explora nuevos límites. Unos muy concretos que siempre se han situado como el trasfondo de la obra pero que ahora cogen fuerza, marcando nuevos ritmos. La conquista del mundo.
Sin embargo, insistiendo en la dualidad de la obra, el propio Momonga se ve fuera de esos planes. Algo que desemboca en esos momentos tan cómicos entre él y Demiurge mientras hace el papel de señor supremo sin tener realmente ni idea de los plantes de su subordinado. Algo que se ve acompañado de esas pequeñas escenas tan originales como en la que Momonga se encierra para practicar posturas dignas de su título.
La conquista del mundo no es un juego
Todo esto nos lleva a un punto común. De nuevo, los ritmos de la obra. Porque si bien, es cierto que Overlord III no ha seguido un punto común en los cuatro capítulos que ha publicado hasta el momento de escribir estas líneas. Lo suyo ha sido un planteamiento distendido que, con cierto ingenio, ha plantado las semillas de lo que está por llegar sin que el espectador le preste demasiada atención.
Y es que es algo necesario para el planteamiento de Maruyama. Overlord necesita su tiempo y espacio para llevarse a cabo. Pero las recompensas no son pocas, porque cada uno de sus capítulos se encuentra repleto de ese humor tan propio de la obra y los retorcidos pensamientos de los pobladores de Nazarick.
Aún queda mucho por ver y lo cierto es que Overlord II dejó el listón alto con sus escenas de batalla, el desarrollo de una situación romántica como la de Sebas y Tuare y la presentación de sus nuevos integrantes. Con todo, la conquista del mundo parece ser un tema lo bastante interesante como para que acompañemos a Ainz Ooal Gown a lo largo de esta temporada. ¿La seguiréis con nosotros?
Óscar Martínez
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