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ISLAND: MISTERIO EN FORMATO SLICE OF LIFE

La temporada de primavera ha llegado ya a su fin. Con ella se despiden grandes obras como lo han sido Darling in the FRANXX, Golden Kamuy o Magical Girl Site. Sin embargo, otras continúan como Boku no Hero Academia o Steins;Gate 0. Aun así, la temporada de verano se abre paso para acompañarnos durante las vacaciones con sus propios títulos y obras por ver.

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Crunchyroll se ha abierto paso durante esta temporada de verano con una serie de licencias en forma de simulcast que proponen traer lo más importante de la temporada a su servicio de streaming. Entre ellas destacan Angels of Death, Hanebado!, Hataraku Saibou o la misteriosa Island.

Bienvenido a Urashima

Porque esta última, el tema a tratar hoy, se ha convertido en una de las obras más enigmáticas de la temporada. La adaptación de la novela visual homónima de Front Wing nos lleva a la lejana región de Urashima. Una isla alejada del resto de la civilización y completamente hermética.

Así la obra nos pone en la piel de un personaje tan misterioso como la propia isla. Setsuna, su protagonista amnésico asegura venir del futuro, pese a no recordar ningún suceso anterior al de su propia llegada. Una temática que trae con ella reminiscencias de otros títulos como Steins;Gate o Higurashi. Unos que, por desgracia, quedan muy por encima del estatus de Island.

Buenas ideas, cuestionable ejecución

Y es que el principal objetivo de una obra del estilo es mantener atrapado al espectador. Hacer que se pregunte el porqué, el cómo. Que sea su propio ingenio el que le acompañe durante la visualización y le ayude a descubrir las incógnitas propuestas. Pero los primeros capítulos de Island carecen de esas características. Y en vez de arrojar al espectador desesperadamente a descubrir los misterios que encierra, esa premisa se ve cambiada por una larga espera hasta que llega el final del episodio.

Y es que Island tiene grandes problemas estructurales en cuanto a su narrativa. Avanza lenta y a trompicones cuando debería acelerar el paso y se atropella a si misma cuando el tempo se siente más pausado por la propia historia que nos cuenta.

Parte de una gran premisa, eso es innegable, pero se cierra puertas a sí misma. No engancha, no consigue atrapar al espectador con ninguno de sus misterios y casi parece acercarse más a los tintes de un slice of life que de un anime de suspense. Y ese es su problema, que se pierde en sus confines y no encuentra la forma de definirse a si misma. Quizás es algo que se deba a su cambio estructural: de novela visual a anime. O quizás sea porque a feel., quienes firman obras como Hinamatsuri o la excéntrica Dagashi Kashi se siente incómoda fuera de su zona de confort.

Pero sigue siendo un problema, porque la estética moe de sus personajes, el fanservice (que aunque leve, sigue existiendo) y los toques de humor no sirven para levantar una narrativa con poco peso y una equívoca estructura.

Y no son sus personajes la panacea que Island necesita, aunque aportan cierto dinamismo a la obra, porque Setsuna no deja de ser el clásico personaje masculino, despreocupado, fuerte y con carácter marcado. Y el plantel femenino también responde a ciertos estereotipos, aunque consiguen diferenciarse de una u otra forma. Desde Karen, clásica tsundere con un ligero trasfondo emocional hasta la adorable Sara, quien intenta asesinar (con buenos modales) al protagonista, pasando por la inolvidable y, de nuevo, misteriosa Rinne, que asegura ser incapaz de salir a la luz del día y oculta un pasado desconocido incluso por ella misma.

A ello se suman el hermetismo de la isla y la maldición que, se supone, recae sobre ella. Porque la misma se encuentra liderada por tres familias, de cada cual proviene una chica relacionada con la historia que enmarca el factor cultural de la pequeña isla. Algo que supera la meta del trasfondo y gana cierta importancia con el síndrome de oídio, una supuesta enfermedad que impide a sus habitantes salir a la luz del sol.

Son un conjunto de factores, de pequeñas características que hacen de Island una obra a tener en cuenta. Quizás no ahora, pero si en el futuro. Porque aunque sus tres primeros capítulos no consiguen convencer quiero esperar que solo sean las semillas de lo que está por llegar. Porque, desde luego, tiene más de un as bajo la manga.

La importancia de los pequeños detalles

Con todo, Island gana puntos en lo trivial. En ese slice of life que le acompaña de forma silenciosa pero con grandilocuencia. Un punto que casi obliga a preguntarse el porque la historia no se enfoca desde este punto. Porque no trata los problemas cotidianos, lo que implica vivir en una isla —algo que borda con conversaciones tan sencillas como esa en la que se habla de que los productos lanzados fuera de la isla tardan años en llegar a ella— y como lo afrontan sus personajes.

Porque es algo notable entre sus líneas. El como Karen desea escapar de su prisión de arena y mar, siguiendo los pasos de la madre que la abandonó o como Sara convive con sus propios problemas tras haber perdido a sus padres. Y la historia de Rinne no es para menos, porque la chica —aunque se esfuerza en ocultarlo— es toda una bomba de relojería emocional.

Una joven amnésica, que quiere pretender padecer un síndrome extraño que no sufre. Una chica que se escapa noche tras noche a caminar bajo la luna, a la orilla del mar, sola con sus pensamientos. Y la obra explora sus miedos, sus preocupaciones, pero siempre en un segundo plano. De hecho, en su tercer capítulo podemos ver como la chica se enfrenta a sus miedos en una escena tan sencilla como la de aproximar la mano a la arena bañada por el sol. De nuevo, Island brilla en esos pequeños momentos.

En defintiva, Island es una obra compleja. No en su planteamiento que, al menos por el momento, peca de ser sencillo y contar con una vaga estructura. Pero sí en sus haberes. Porque tras este manto, sencillo, parecen esconderse trazos de una gran historia, pintados junto a esos pequeños momentos repletos de detalles sustanciales. Aún queda mucho por ver, mucho por sentir. Y es esa la pregunta realmente, si Island conseguirá liberarse de sus cadenas y hacernos sentir junto a su historia.

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Óscar Martínez

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.