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Crítica de Vivy Fluorite Eye’s Song destacada - El Palomitrón
ANIME / MANGA CRÍTICAS REDACTORES

VIVY: FLUORITE EYE’S SONG, DE SUEÑOS, ESPERANZA Y CIENCIA FICCIÓN

Acceder a la temporada de primavera es, tal vez, uno de los ejercicios más complicados del año. Y no lo digo solo por la cantidad ingente de series que hay, sino por la variedad que habita en ella —factor siempre positivo— y las producciones originales que nos vamos a encontrar —factor todavía más positivo—. En mi caso, el filtro parece no tener mesura, pero pese a ello e intentar abarcar el mayor número de series posibles para fraguar una mejor crítica para con la temporada, fueron los precedentes del estudio de animación en esta ocasión los que hicieron que mi primera apuesta de temporada estuviera centrada en Vivy: Fluorite Eye’s Song, una de las producciones originales que encabezan la presente temporada realizada por el archiconocido Wit Studio (Great Pretender, Vinland Saga).

El que fuera el padre en términos de animación de Shingeki no Kyojin nos ha dejado estos años con una cantidad algo menor de producciones. Algo que, para nada, está relacionado con la calidad depositada en ellas. Pues en ningún momento ha defraudado al espectador y, para sorpresa de todos, nos ha dejado con algunas de las propuestas más interesantes de 2020 y 2021. Hablamos de Great Pretender y la presente Vivy: Fluorite Eye’s Song. Dos producciones totalmente originales que, además de contar con una premisa y desarrollo realmente interesantes, han tenido la suerte de contar con uno de los mejores telones, el de Wit Studio. Un escenario en el que siempre han brillado adaptaciones de la talla de Shingeki no Kyojin, Mahō Tsukai no Yome o Koi wa Ameagari no You ni, entre otras; pero también un escenario que ha hecho que guiones realmente prometedores todavía brillen más. Algo que ya demostraron el pasado verano con la excelente Great Pretender y que parece volver a ocurrir con la nueva obra de Shinpei Ezaki (Hanebado!) escrita por Eiji Umehara (Donten ni Warau Gaiden) y el creador de Re:ZERO -Starting Life in Another World-, Tappei Nagatsuki. ¿Ahora entendéis el por qué Vivy: Fluorite Eye’s Song ha sido una de las primeras series en captar mi atención?

Pues bien, además de contar con este fabuloso y llamativo staff de fondo, la nueva propuesta de Eiji Umehara y Tappei Nagatsuki logra establecer un punto de conexión realmente interesante para todos aquellos que nos gusta ver acción y ciencia ficción bajo un mismo plano. Uno que, en esta ocasión, también cuenta con elementos que involucran a nuestra sociedad, el futuro de la misma y el desarrollo de un escenario en el que la humanidad podría llegar a desaparecer. Interesante cuanto menos; sobre todo cuando son los sueños de una IA los que harán avanzar el propio desarrollo de la obra. 

«The story of how I, Vivy, will destroy my AI self…»

Vivy: Fluorite Eye’s Song nos traslada hasta Nearland, un parque temático donde los sueños, la esperanza y la ciencia coexisten para fraguar así un lugar habitado por las IA. Un lugar donde nacerá la primera IA automatizada de tipo humano: Vivy —alias: Diva—. Una muchacha no humana que canta todos los días sobre un pequeño escenario para el público que viaja hasta este parque tan peculiar. Canciones que poco a poco le acercarán a aquello que podríamos denominar «naturaleza humana» pero que también suplirán su función como IA, pues su cometido para con el entorno es cantar canciones que hagan del mundo uno mejor, uno más feliz.

Un propósito que poco a poco trasciende en su ser y deja que su lado «humano» empiece a florecer, pues será a través de diversos personajes con los que Vivy descubrirá que solo logrará hacer felices a las personas si canta de corazón y no como una simple IA programada. Un objetivo bastante selectivo y frustrante a la vez que dotará a la obra, desde un primer momento, de una doble capa moralista envuelta en una IA que parece albergar mucho más que cables y metal. Un objetivo al que, además, se sumará otro más al poco tiempo de metraje de la serie. Tras uno de sus conciertos, Vivy conocerá a Matsumoto, otra IA con forma de osito de peluche que dice haber viajado cien años del futuro al presente para contarle cuál será su nuevo cometido para con el mundo. Un propósito centrado en corregir la historia e intentar evitar una guerra entre los humanos y la IA; una guerra sin parangón que, quizá, acabe con el curso de la historia. Así, entre canciones, inteligencias artificiales y osos de peluche, Vivy comenzará su viaje a lo largo de cien años para intentar frenar la contienda presentada por Matsumoto con el doble objetivo de llevar sus canciones a través del espacio/tiempo. ¿Qué y cómo lo conseguirán?

«Mi misión»

A través de los 13 episodios con los que contará la obra de marras podremos conocer en mayor profundidad a Vivy. Una IA de lo más particular que además de cambiar el paradigma establecido con «los suyos», accede a la misión que le propone el revoltoso Matsumoto. Una misión que en ningún momento frenará su objetivo final relacionado con la música pero que le hará entender el mundo desde otra perspectiva, pues será el paso del tiempo y los acontecimientos que irán envolviendo la vida de Vivy los elementos que le hagan tener una visión diferente a la preconcebida cuando «nació». Ingredientes que, por un lado, dotarán de humanidad a las propias canciones de nuestra protagonista; canciones que, además de estar repletas de significado, poco a poco acercarán a la muchacha a su lado más humano, entendiendo la música como un conducto entre lo inerte a nivel emocional y los sentimientos más humanoides. Pero no solo serán las canciones lo que, de una forma u otra, hagan palpitar a Vivy, sino que será la muerte de seres cercanos a ella lo que le hará entender, en mayor medida, qué es el corazón humano y, por ende, qué es sentir. Un aspecto que parece imposible frente a una IA pero que, destronando todos los tropos, será aquí donde podamos apreciarlo con facilidad.

Algo que, por otro lado, también se enfatizará a través de las diferentes relaciones que tiene Vivy. Porque no solo tendrá a su alrededor personas que le aprecien, también sumará algún que otro enemigo por el camino y hará de la figura de Matsumoto un personaje de lo más interesante por los cambios que acontecen frente a él. Cambios envueltos en la propia personalidad de Matsumoto —curioso siendo otra IA ¿verdad?— y los objetivos de cada uno de ellos. Porque aunque parezca que ambos poseen un objetivo común centrado en salvar el mundo del supuesto cataclismo dentro de cien años, realmente cada uno mira por su propio interés y forma de llevar a cabo la visión de Matsumoto. Así, por un lado Vivy querrá intentar frenar la guerra final salvaguardando todas las vidas posibles e incluso intentando que sus canciones hagan de catalizador a lo largo del camino, mientras que Matsumoto tan solo pretende cambiar los puntos necesarios para evitar ese final que pudo vislumbrar, aunque con ello la muerte esté más presente de lo deseado. Perspectivas centradas, sobre todo, en el leitmotiv del propio Matsumoto definido por permutar lo justo y necesario en las diferentes líneas temporales que se irán creando.

Crítica de Vivy Fluorite Eye’s Song Vivy protagonista - El Palomitrón

Y llegados a este punto es donde realmente podemos decir que arranca la obra, porque a pesar de habernos presentado unos personajes bastante interesantes y bien definidos desde un primer momento —a expensas de saber que su evolución va a ser una constante—, Vivy: Fluorite Eye’s Song centra su objetivo en un viaje de cien años. Un periplo que realizaremos, principalmente, a través de Vivy y Matsumoto en el que tan solo visitaremos los puntos que Matsumoto sabe que deben cambiar para evitar la guerra final. Puntos que estarán distanciados por años e incluso por diversos objetivos que harán que la obra se convierta en una propuesta todavía más interesante. Porque no solo veremos evolucionar y cambiar a los personajes, sino que viajaremos junto a ellos a través de cien años. 

Un viaje centenario 

Pequeñas aventuras que se sellarán en dos o tres episodios aproximadamente y que harán del camino uno mucho mejor. Uno muy interesante y llamativo. Porque al contrario que en otras producciones, Vivy: Fluorite Eye’s Song convierte cada arco de su historia en uno bien estructurado con introducción, nudo y desenlace. Etapas muy bien ejecutadas que poco a poco nos harán avanzar en la historia e ir activando —o no— los objetivos prefijados por Matsumoto. Una IA que actuará como agente del futuro para con el presente cuya intención es intentar cambiar el rumbo de la historia con la ayuda de Vivy. Es cierto que solo él sabe dónde acudir y qué deben hacer, pero esa especie de visión futurista que parece haber tenido frente al transcurso de la historia no le mostrará qué consecuencias tendrán cada una de sus actuaciones. Porque sí, evitar aquello que sabes que será agente de caos o conflicto para eludir así un mal mayor está bien, pero no es perfecto; porque como dictan las leyes del universo, cambiar una pieza de la historia, moverá mil más. Por lo tanto, Vivy y Matsumoto no solo tendrán que lidiar con la lucha frente a los puntos prefijados por Matsumoto, sino que también deberán adaptarse a las consecuencias de sus propios actos. 

Efectos que se verán muy bien reflejados con el transcurso de los episodios y el cambio de comportamiento de determinados grupos sociales, ya sean humanos o las propias IA. Porque todos, como he comentado hace un par de líneas, sufren cambios al detonar algo que debía ocurrir, pero agentes como Vivy o Matsumoto logran vencer con el fin de obtener un bien mayor. Así, gracias a este efecto mariposa, la obra pondrá en tela de juicio quién es el verdadero villano de la historia, ¿los humanos o el avance tan acelerado de la propia tecnología? Avance que, recordemos, siempre ha estado inmiscuido por las propias personas; creadoras, en primera instancia, de las IA. Por otro lado, la serie también nos hará preguntarnos una serie de cuestiones relacionadas con la corrupción, pues según desde qué perspectiva mires o según a qué precedentes te acojas, uno es la mancha del otro y viceversa, e incluso la obra logra conseguir la tarea hercúlea de hacernos pensar que serán los seres de su propia condición los causantes de su propia corrupción. Avanzar, evolucionar, prosperar… todo tiene un precio, y en esta ocasión Vivy: Fluorite Eye’s Song convierte su escenario en una especie de balanza perfecta para ver las tarifas y consecuencias directas de cada uno de nuestros actos, seamos humanos o IA. Porque realmente, ¿quién es el culpable de todo?

Vivy: Fluorite Eye’s Song es un canto a temas más presentes y actuales de lo que imaginamos, aspectos que tarde o temprano nos tocará debatir en nuestra propia ficción. Aunque duela, aunque cueste. Y aquí entra en juego otro de los temas que sacan a la palestra Eiji Umehara y Tappei Nagatsuki: los derechos humanos, pero también los derechos como IA. Y sí, hablo de este segundo punto porque es uno de los principales agentes de cambio que condicionarán el rumbo de la historia. Porque la obra plantea de forma muy acertada e inteligente qué ocurriría si nosotros, como humanos, le otorgamos derechos a aquello que creamos, a aquello que incluso un día puede ser mejor que nosotros. Un tema demasiado peliagudo y escabroso que nos hará ver múltiples aristas de la obra e incluso la sublevación humana en contra de los avances tecnológicos. Un tema que gracias al worldbuilding llevado a cabo a lo largo de los primeros episodios resulta muy interesante además de estar perfectamente ejecutado

Tanto que, llegados a este punto, será imposible no pensar en títulos que nos trasladarán a otras plataformas pero que, sin duda, conectan con este mundo sobremanera. Hablo de Deus Ex pero también de uno de los mejores títulos de David Cage, Detroit: Become Human. Dos juegos que, además de experimentar con su propia jugabilidad, exponían ya estos temas con los que ahora pretende ilustrarnos Vivy a través de un nuevo escenario, pero al final, con un mismo matiz: la supremacía de la IA frente a la humanidad. ¿Quién contra quién? ¿Hasta dónde nos interesa «jugar» con la tecnología? ¿Es posible la coexistencia de ambas razas? Temas que, al mismo tiempo, también nos llevan hasta la magnífica obra de Yoko Taro, en concreto a NieR: Automata. Otro videojuego que, además de establecer nuevos retos para con el medio, consiguió insertar en su propia narrativa esta misma pregunta y, a su vez, ofrecernos múltiples respuestas. Soluciones que, quizá, no sean del gusto humano, aunque tampoco del más mecánico. Porque al final, pertenezcas a un bando u a otro, una vez creada e impuesta la tecnología en nuestro día a día, ¿seríamos capaces de seguir viviendo sin ella? ¿Existiría ella sin nosotros?

Crítica de Vivy Fluorite Eye’s Song Vivy protagonista robot - El Palomitrón

Una canción para hacerte sonreír 

De esta forma descubrimos lo inmensa que es realmente la nueva propuesta de Wit Studio, una que en superficie no parece guardar tantas capas tras ella, pero es el devenir de los episodios, el desarrollo de la propia Vivy y Matsumoto, e incluso el juego que ofrecen otros personajes que prefiero dejar en la sombra para sorpresa del propio espectador, con lo que se convierte en un título que tacharía como imprescindible no solo de la temporada, sino del año. Porque tratar algo como los conflictos entre los humanos y la propia tecnología a través de un viaje de cien años en el que entra en juego un maravilloso efecto mariposa es algo mayúsculo. Mas si el guion sobre el que se argumenta está perfectamente hilvanado y a este le sostiene una animación y una banda sonora totalmente acorde a todo lo citado anteriormente. Aspectos que no hacen más que brillar e incluso relucir en las escenas más enfocadas a la acción. 

Además, la obra pretende —y consigue— jugar con su propia narrativa haciendo uso de diferentes estilos de animación para exponer el plano real, pero también el archivo de Vivy, por ejemplo. Un lugar que podríamos entender como un subconsciente robótico en el que, además de cables, encontraremos pensamientos. Pieza crucial para el desarrollo del título, pero también de la propia IA. En definitiva, Vivy: Fluorite Eye’s Song, la nueva propuesta de Wit Studio orquestada por Eiji Umehara y Tappei Nagatsuki, se convierte por sí sola en una obra excelente. Un título capaz de conjugar las múltiples caras de un mismo dado haciendo viajar a sus personajes pero también a sus espectadores. Un periplo que durará un total de cien años cuyo destino ya ha empezado a cambiar.

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Marisol Navarro

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Publicista aficionada de las películas, las series y el cómic en general. No tengo un género preferido, pero todo lo gore me apasiona. Adoro viajar, y si algún día consigo ir a Japón, sin duda para el trayecto tendré preparada toda la obra de Sui Ishida.