GREAT PRETENDER: ATRÁPAME SI PUEDES
Estafadores y espías: las dos caras de una misma moneda, las costuras de un mismo traje. A nivel práctico no hay apenas diferencias entre unos y otros; no son más que personalidades fraguadas a golpe de engaño, traición y seducción. Sin embargo, su retrato en ficción suele realizarse desde un prisma o una perspectiva romántica y llena de glamour. Robin Hoods modernos y leyendas del servicio de inteligencia que salvan el mundo por enésima vez protagonizan lujosas veladas y viajes alrededor del globo, pululan por estratos societarios inaccesibles para gran parte del pueblo y manipulan a placer con tal de lograr un objetivo que (casi) siempre logran. En sus vidas hay éxtasis y una constante acción que derrumba cualquier síntoma de monotonía, característica irremediablemente ligada a la vida humana. Quizá por eso sea fácil sumergirse en sus engaños, en sus poliédricas identidades y alocados ritmos de vida. Quizá sea por el anhelo de rozar desde la lejanía ese éxtasis, esa libertad tan quimérica.
Y precisamente libertad —cojamos esta palabra con muchas, muchas comillas— es lo que tiene ahora Wit Studio. Tras confirmarse su salida de la producción de Shingeki no Kyojin, el popular estudio nipón ha confeccionado proyectos sobresalientes como Vinland Saga, además de adentrarse en productos originales como Great Pretender; una ficción que sigue la estela de un grupo de estafadores por distintos lugares del mundo y que encuentra inspiración en el emblemático tema musical homónimo de Freddie Mercury. Con un total de 23 episodios, Great Pretender es sin duda una de las mejores producciones de una temporada estival que sigue la atípica estela de la anterior, además de contar con la peculiaridad de que su estreno en Netflix Japón —la plataforma de streaming se encarga de la distribución global— haya tenido lugar aproximadamente un mes antes que en televisión. Debates sobre modelos y estrategias de distribución aparte, lo cierto es que el gigante del streaming apuesta cada vez más por poblar su catálogo de series de animación e incluso formar parte en la producción de las mismas. Hecho objetivamente beneficioso para todo aquel público que apoye la legalidad de contenidos.
Los Angeles Connection
Great Pretender planta la semilla de la que será una enredadera de múltiples ramificaciones y rostros en Asakusa, Japón. Makoto Edamura es el mejor estafador del país nipón o, al menos, eso es lo que él piensa. Las tretas cometidas junto a su compañero de aventuras, Kudo, le llevan a un aparentemente casual encuentro con un turista extranjero en el barrio de Asakusa. Con un guion más que aprendido y una perfecta ejecución del plan, la fechoría se lleva a cabo sin el menor de los contratiempos. Sin embargo, lo que Edamura nunca se habría imaginado es que aquel turista de tez pálida y cabello rubio es Laurent Thierry, un reputado estafador de origen francés que cambiará su vida para siempre. Tras una serie de circunstancias, de nuevo, aparentemente casuales, Edamura terminará en la exótica y ostentosa ciudad de Los Ángeles. El estafador ha sido estafado, y Laurent Thierry es el maestro marionetista que mueve los hilos a placer y con la osadía de alguien que lleva haciéndolo toda la vida. El objetivo del francés es desplumar a uno de los peces gordos de la mafia de Hollywood, Eddie Cassano, quien emplea su rol de productor de cine como tapadera.
Es fácil caer en la cuenta de que lo fortuito, las circunstancias casuales que se dieron anteriormente, no son más que una ilusión. Movimientos milimétricamente orquestados para alcanzar un propósito. Edamura, quien creía ser el mejor en lo suyo, no es más que otro peón del tablero. Uno que hará todo lo posible por cambiar las reglas e incluso salir de la partida, pero no sin antes darse de bruces con una realidad en forma de espiral que simboliza ese submundo en el que se mueve. Ahora él no dirige, ni siquiera es partícipe del guion, y cuando cree reescribir parte del mismo, cae en el error de pensar que su movimiento no ha sido antes contemplado por el maestro titiritero. Decía que un estafador es como un espía, alguien con la capacidad de vestir distintas pieles y amoldarse al vaivén de situaciones y entornos, y eso es precisamente lo que Edamura experimentará bajo la batuta de Laurent Thierry, una especie de Robin Hood moderno.
Snow of London
El timo, el engaño y el robo son acciones inmorales y reprochables, pero Great Pretender endulza una trama de estafas no únicamente haciendo uso de un humor muy bien medido y amoldado, sino poniendo como objetivos a gente despreciable. Individuos que se codean en las altas esferas societarias gracias a una riqueza y un poder ganados a costa de los demás: venta de drogas, amaño en competiciones deportivas o especulación y falsificación de piezas de arte son algunos de los ejemplos expuestos a lo largo de la primera mitad de la serie. El hecho de que Laurent actúe acorde a estos valores establece el primer punto de contraste entre los dos estafadores y siembra la semilla del cambio en un Edamura que siempre se ha jactado de sus habilidades, independientemente de quien fuera la víctima. Es una evolución que se fragua con el paso de los capítulos y a medida que el guion se abre para explicar qué sucesos del pasado llevaron al joven protagonista a adentrarse en ese submundo criminal. Un trabajo eficaz de exposición, pues su intención no es en ningún momento la justificación de los actos de Edamura, sino brindar un contexto coherente que facilita la empatización con el personaje por parte del público.
La serie ilustra el «descenso» y «ascenso» ético de su protagonista a lo largo de su primer arco, todo ello sin mostrar apenas fisuras y tomando alguna que otra decisión argumental que, sin ser revolucionaria, sí es moderadamente imprevisible. El hecho de que se explore con cierto énfasis la figura de Edamura no es baladí; la producción dirigida por Hiro Kaburagi (91 Days) utiliza la estructura narrativa de la serie —casos independientes entre sí— para ahondar en los personajes principales del elenco. Así, la ficción alterna constantemente de localización y temática mientras los personajes se ceden el testigo del intimismo de sus relatos, de la exploración de sus trasfondos. Lo nuevo de Wit Studio realiza un gran trabajo a la hora de diseminar el protagonismo, logrando un equilibrio muy sano entre el cuarteto protagonista: Edamura, Laurent, Abby y Cynthia. A diferencia de un amplio espectro de producciones, aquí sí hay diversidad y equilibrio entre sexos, además de contar con personajes femeninos muy bien construidos, fuertes, independientes y con determinación. Una faceta que eleva la calidad de un guion que no duda en otorgarles un protagonismo y desarrollo más que merecidos.
Singapore Sky
Lo cierto es que Great Pretender es una producción que despunta en lo visual, todo un derroche de carisma que permea hasta en el propio diseño de sus personajes. Su personalidad parte del estímulo estético, pero el desarrollo de los personajes derriba cualquier superficialidad en pos de ofrecer un resultado altamente satisfactorio, además de sentirse siempre orgánico y natural. Parte de la culpa la tiene la solidez del guion de Ryota Kosawa, que encuentra en la concatenación de los distintos casos pequeñas oportunidades para que sus personajes se encuentren, se conozcan y muestren las heridas del pasado. Sus vínculos se fortalecen, y lo que al principio era una suerte de grupo improvisado de lobos solitarios va adquiriendo otros matices de hermandad; lo que al principio era un «si la cagas, estás solo» se convierte en un «si la cagas, te ayudaremos». La diversidad de situaciones y giros de guion también sirven para imprimir de ritmo la narración, una cuya estructura no le pasa en absoluto factura, todo lo contrario, explota el recurso a la perfección ofreciendo una serie de relatos conclusivos tan robustos como satisfactorios. Great Pretender ofrece una trama sencilla, pero exquisitamente ejecutada; una ficción donde todas y cada una de sus facetas cumple su respectiva función y donde, en conjunto, todo funciona como un reloj suizo.
Como ya adelantaba anteriormente, el trabajo de Wit brilla por su estética, siendo increíblemente sugerente en su apartado audiovisual. La estética occidental en la que se baña está perfectamente recreada gracias a una dirección de arte y una composición musical a cargo de Yutaka Yamada (Tokyo Ghoul, Vinland Saga) que se mueven al unísono confeccionando una narrativa coherente y sólida. El emblemático diseñador Yoshiyuki Sadamoto, reconocido por su trabajo en títulos como Neon Genesis Evangelion o FLCL, recrea el carisma de unos personajes con reminiscencias estéticas a los de dichas ficciones, amoldando su estilo a un apartado artístico que le sienta de fábula; Great Pretender es una serie enérgica, dinámica, capaz tanto de embelesar por el retrato de una California insaciable, un exótico Singapur o una refinada Londres. A esa capacidad camaleónica y de adaptación contribuye en gran medida la técnica del color que impregna Yuko Kobari; una que, de nuevo, hace acopio de un estilo y personalidad propios, a través de una paleta de colores mayoritariamente cálidos que empapan de energía y vida unos fondos sobresalientes que encuentran en el uso de colores planos y su superposición el vehículo perfecto para alcanzar una identidad propia.
El elenco de Great Pretender está acostumbrado a la imprevisibilidad, a una adaptación continua alternando entre roles e identidades. Son maestros del engaño, del disfraz, individuos con el talento y la voluntad de vivir múltiples vidas, portar múltiples máscaras. Conciben sus vidas desde un prisma de libertad; libertad para ir, volver e incluso abandonar. De algún modo, Great Pretender emerge como resultado del propio concepto de libertad, de cómo un equipo muy ligado a una exitosa y sacrificada franquicia se aleja para tomar una bocanada de aire fresco, inhalar nuevos estímulos creativos y sondear nuevos horizontes. Es un pequeño gran paréntesis, toda una declaración de intenciones de un estudio creativo capaz de concebir no únicamente una serie estimulante y divertida, sino también un ejemplo de igualdad, diversidad y multiculturalidad. Great Pretender se siente como el movimiento perfecto en el momento idóneo; el mantra de cualquier gran estafador.
Edu Allepuz
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