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EL GLORIOSO CAOS DE LA VIDA (BABYTEETH)

ANTECEDENTES

La opera prima de Shannon Murphy se presentó el año pasado en la Mostra de Venecia y llega el próximo viernes a nuestras pantallas, llamada a seguir la estela de éxito adolescente de cintas como Bajo la misma estrella o Lady Bird. Además de la experiencia en dirección teatral y televisiva de Murphy (se ha puesto tras las cámaras en algunos episodios de la más reciente temporada de Killing Eve), esta producción australiana cuenta con un guión de Rita Kalnejais, artífice de la obra teatral homónima en la que se basa El glorioso caos de la vida (Babyteeth).

LA PELÍCULA

En la historia del cine no faltan ejemplos de películas que tocan el tema de las enfermedades terminales, tampoco aquellas que ilustran el primer amor adolescente. El glorioso caos de la vida (Babyteeth) contiene ambas cosas, pero está narrada desde una perspectiva que la diferencia de cintas antecesoras.

Milla es una joven de dieciséis años en un estadio grave de salud, que se enamora de Moses, un chico mayor que ella, y nada recomendable a ojos de sus padres (y de cualquier progenitor que se preciase). Su relación es el vehículo y pretexto para asomarnos al hogar disfuncional que es actualmente la casa de Milla a raíz de su enfermedad. Una enfermedad que intuimos a través de las pelucas, los vómitos o los sangrados nasales. Es lo primero que sorprende de El glorioso caos de la vida (Babyteeth) con respecto a productos similares: no nos tiene constantemente entre hospitales, tampoco se nos dan demasiados detalles sobre el mal que padece Milla o desde cuándo lo padece. No es necesario porque el filme no trata de eso, sino de las consecuencias y el impacto que una desgracia así tiene en una familia tan normal o tan anormal como otra cualquiera.

Shannon Murphy nos suelta en el día a día de esta familia para la que la suerte está echada, donde encontramos a unos padres cuyo matrimonio está visiblemente desvirtuado por las circunstancias, y que lidian de la mejor manera que tienen al alcance con la sentencia que pende sobre una hija que transita hacia la madurez, ávida por exprimir al máximo el tiempo del que disponga. Se siente la certeza del reloj en las concesiones que hacen los padres de Milla con tal de que esta sea feliz, incluso si eso pasa por aceptar a Moses bajo su techo. Porque al fin y al cabo, Milla tiene dieciséis años, y los sentimientos y sensaciones inherentes a esa edad. Esta es la ruta que sigue El glorioso caos de la vida (Babyteeth), que se posiciona como un coming-of-age con una serie de elementos accesorios que podrían haberla convertido fácilmente en un melodrama, y sin embargo no lo hacen.

Muy autoconsciente de la “banalidad” que supone entender el tiempo en meses, días u horas concretas en un caso así, el guión opta por dividir la película en un elevado número de episodios (todos ellos con su título correspondiente), y es esta decisión la que sí nos resulta un poco caótica. El glorioso caos de la vida (Babyteeth) está hecha de retazos, de momentos, y en un primer contacto, esto puede desubicar un poco a un espectador al que no le sobraría saber un poco más para hacerse una mejor idea de cuánto ha pasado entre una escena y la sucesiva.

Con todo, poco se le puede reprochar a este primer largometraje de Murphy, que supone un soplo de aire fresco en el género de los ritos de paso como muy bien simboliza el babyteeth o diente de leche que pone nombre a la película en su versión original.

ELLOS Y ELLAS

La película se sostiene sobre cuatro patas que no flaquean ni un solo instante interpretativamente hablando. Eliza Scanlen irrumpió en el panorama seriéfilo y cinematográfico hace muy poco, pero con una fuerza arrolladora. Si asomaba su potencial en Heridas abiertas y en las Mujercitas de Greta Gerwig, en El glorioso caos de la vida (Babyteeth) se consagra en el papel protagónico con una naturalidad y un talento que de veras deseamos seguir viendo por mucho tiempo. Su partenaire, Toby Wallace, no se queda atrás como Moses, ese chico que no desentonaría en la pandilla de Skins. Se alzó con el galardón a Mejor Actor Revelación en Venecia, y es todo un descubrimiento a seguir muy de cerca.

La otra dupla la componen los padres de la protagonista, encarnados por Essie Davis y Ben Mendelsohn. Son una apuesta segura y ambos están excelentes en sus respectivos papeles: algo pasada de rosca ella, y manteniendo la cordura por los dos, él. El colofón de sus personajes llega en la última parte de la película, y son los principales “culpables” de que empaticemos y acabemos derrumbándonos con ellos.

LA SORPRESA

La dualidad de registros en la que se mueve El glorioso caos de la vida (Babyteeth), a caballo entre el drama y la comedia, hace difícil vaticinar o calibrar lo duro que va a golpear al espectador. Recomendación: no os confiéis con el tráiler.

LA SECUENCIA/ EL MOMENTO

Parece justo agarrarnos a la escena final en la playa, o a la secuencia rotulada Una mañana preciosa, que son sin lugar a dudas las que más poso dejarán al abandonar la sala. Sin embargo, queremos quedarnos con una sencilla escena en el césped junto a la piscina, en la que Milla le pide a Moses que sea su acompañante en el baile de fin de curso. Nos quedamos con la sonrisa de ella, la mirada de él.

TE GUSTARÁ SI…

Si te gustan los coming-of-age y estás dispuesto a derramar alguna que otra lágrima.

LO MEJOR:

  • El elenco principal, sobresaliente y lleno de verdad.
  • Su frescura al abordar un tema duro que ya hemos visto en otras ocasiones.
  • El momento que comparten Milla y su padre en la última escena.
  • Eliza Scanlen rompiendo la cuarta pared.

LO PEOR:

  • No nos termina de convencer la fragmentación por capítulos. Se entiende el porqué, pero tantos saltos resultan excesivos.
  • En no pocas ocasiones, las películas tienen mucho que ver con estados de ánimo. El glorioso caos de la vida (Babyteeth) no es de esas cintas que puedan verse en cualquier momento, desde luego es preferible posponer su visionado si estamos en horas bajas.

Aitziber Polo

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Criminóloga con sueños de directora. Pisé el cine por primera vez a los dos años. Con siete vi cómo un cocodrilo gigante se zampaba una vaca entera de un bocado en Mandíbulas, y empecé a leer a Stephen King (y así me he quedado). Mi película perfecta tendría guión de los Coen, banda sonora de Zimmer + Horner y plotwist made in Shyamalan.