NAJWA NIMRI: GRITOS Y SUSURROS
Pocos saben pronunciar su nombre (ya no digamos de forma correcta) pero todos saben de quién se trata. De padre jordano y madre navarra, Najwa Nimri Urrutikoetxea nació en Pamplona un día de los enamorados. Creció en Santutxu (Bilbao) donde fue a la ikastola y a clases de ballet. Posteriormente se trasladaría a Madrid para cursar interpretación.
Najwa Nimri comenzó a mostrar su talento genuino al mundo a mediados de los noventa, cuando contaba veintipocos años y era una mujer de marcados ojos negros y pocas palabras. El susurro de su voz y su arrolladora personalidad siempre se han diversificado para trabajar tanto en el cine como en la música. Actualmente vive su mejor momento profesional impulsado por la reina de Vis a Vis, Zulema Zahir, pero muchos tal vez olvidan que la artista más exótica del panorama español llevaba dos décadas de trabajo duro a las espaldas para cuando se gestó su gran retorno.
Porque si algo es Najwa Nimri, es una currante. No es alguien que ceda dócilmente a los designios de la industria, o que se muerda la lengua a la hora de reconocer que las películas que hizo en su día fueron fruto de su tiempo, uno que es muy consciente pasó para dar lugar a un paradigma de sociedad completamente diferente. Ella se adapta a él, y se adapta haciendo aquello que le rescate la ilusión. Del mismo modo que no construye a sus personajes para gustar, no se presta ni se ha prestado nunca a los medios para hablar sobre su vida personal u opinar sobre temas polémicos o políticos, y eso que ha tenido oportunidades y ofertas de sobra debido a sus raíces. Tampoco tiene inconveniente en trolear a sus haters en redes sociales de ser necesario. Su autenticidad se traduce de forma directa tanto en pantalla como sobre el escenario, haciendo que se desmarque del resto y se erija como una intérprete tan especial como hipnótica. Hoy le dedicamos nuestro paseo de la fama a ese ave fénix llamada Najwa Nimri.
El eco del susurro
Antes que actriz, Najwa es cantante. El medio musical la engulló cuando aún no había dado sus primeros pasos en el cine. Prestó su particular voz a formaciones de soul y jazz antes de formar junto a Carlos Jean el grupo Najwajean, donde se alejó de las versiones emocionales que acabó aborreciendo cantar, para aproximarse a la música electrónica que ha marcado su estilo desde entonces. La andadura que comenzó con Jean como pareja artística a finales de los noventa ha dado como fruto siete discos, uno más de los que ha grabado ella en solitario. Entre sus trabajos también se cuenta su participación en las bandas sonoras de Asfalto, Guerreros y 20 centímetros.
2019 ha llegado lleno de proyectos para Najwa. Un concierto mano a mano con Mala Rodríguez, poner voz al tema central del live-action de Dumbo en su versión en español, y lanzar su nuevo sencillo ‘Lento’, que interpretó la semana pasada en el Orgullo en Madrid. Al cantar busca crear un ambiente, ser un arrullo de fondo. Su timbre siempre ha sido desgastado y arrastrado, algo que forzó como sello de identidad hasta estar al borde de perder la voz y tener que pasar por el trago de la cirugía. Canta en inglés y castellano, guardando predilección por sus trabajos en el idioma materno pese a sentirse más entendida pero menos comprendida al expresarse de este modo. Conjugar música y actuación es algo que Najwa considera necesario en su vida.
Salto al vacío
Najwa obtuvo su primer papel en el cortometraje Ni aquí ni ahora de Santiago Segura. Aunque su gran Salto al vacío llegó en 1995 con la cinta del mismo nombre, opera prima de Daniel Calparsoro con quién estuvo casada cinco años. Su interpretación en la película le valió varios reconocimientos tanto nacionales como internacionales, y sacó a relucir la violencia y dureza que tan familiar se nos hace cuando la vemos tras las rejas de Cruz del Sur (y del Norte).
Ha trabajado posteriormente con Alejandro Amenábar (Abre los ojos); Julio Medem (Los amantes del círculo polar, Lucía y el sexo, Habitación en Roma, y la más reciente El árbol de la sangre), Icíar Bollaín (Mataharis y También la lluvia), Ken Loach (Route Irish), o Carlos Vermut (Quién te Cantará).
La reina mora
El flequillo y la media melena negra, el veneno del escorpión siempre preparado para atacar, los continuos planes de fuga. Ella es Zulema Zahir, el elfo del puto infierno, una de esas villanas construidas a caballo entre su naturaleza y las circunstancias, antagonista por antonomasia de Vis a Vis y adorada con fervor por la marea amarilla a pesar de su mezquindad o precisamente a cuenta de ella.
Cuando Najwa Nimri dio el salto a la televisión con la ficción carcelaria llevaba casi seis años alejada de los focos, dedicándose a su hijo y a la música prácticamente en exclusiva. Hasta entonces había rechazado cualquier papel en la pequeña pantalla, pero con Vis a Vis le ocurrió como con sus inicios en los noventa: se vio en la punta de lanza de la vanguardia. Zulema ha dado un vuelco a su carrera, convirtiéndose en su papel estelar y haciéndola conectar con las nuevas generaciones. El boom de Vis a Vis ha sido una suerte de renacer para Najwa en un momento en el que orgánicamente se había ido retrayendo por completo del medio audiovisual, devolviéndole la ilusión para volver a regalarnos su magnetismo con un personaje del que reconoce, le es difícil desintoxicarse. En 2020 podremos seguir disfrutando de Zulema y Macarena (Maggie Civantos) en el spin-off Vis a Vis: El oasis.
De la cárcel se sale…
Como decíamos Vis a vis ha sido el trampolín que ha devuelto a Nimri al ruedo, y ahora cada nuevo proyecto en el que participa es un potente reclamo. El año pasado hizo doblete estrenando la maravillosa Quién te cantará de Carlos Vermut (por la que la nominaron por quinta vez a un Goya, y en la que como curiosidad, la dobla al cantar Eva Amaral) y su cuarta película bajo la dirección de Julio Medem.
El 19 de julio llega otro plato fuerte en su carrera: su segunda incursión en el mundo de las series nada más y nada menos que de la mano del fenómeno La casa de papel. Najwa se incorpora a la tercera temporada de la ficción cambiando radicalmente de tercio con respecto a Vis a Vis. Aquí será policía. Y de las malas. La actriz luce cabello largo y pelirrojo, y una prominente barriga de embarazada como la inspectora Alicia Sierra. La define como “una persona de moral dudosa a ojos de los demás. Una mujer que juega a tumba abierta, y que pese a que el espectador crea que lo tiene todo claro, en el fondo es un caos y se mueve en constante improvisación.” Ya se pueden preparar El Profesor y su equipo de atracadores.
De nuevo la veremos en su faceta de mujer de armas tomar, aunque la mayor similitud que le ve con Zulema es la oportunidad de interpretar otra gran joya como actriz. Para Najwa, franqueados los cuarenta años, es en los papeles de mala donde una mujer puede encontrar las mejores opciones. A partir de cierta edad “es muy complicado que te hagan un papel con una moralidad aceptable y socialmente equilibrado sin que te pongan a fregar platos o a cuidar niños”, comentaba en una de sus entrevistas.
Además de La casa de papel, está por llegar su nuevo disco y tiene previsto recuperar un proyecto que inició en 2017 junto a su compañera de reparto por partida doble, Alba Flores, Anna Castillo y Kimberley Tell. Estamos hablando de la personal obra de teatro musical Drac Pack que escribió la propia Najwa y que estuvieron representando las actrices durante un año en la Gran Vía. La idea es retomarla con un reparto diferente de modo que ella pueda dedicarse por entero a dirigirlo.
Incluidos los tempos marcados por ella misma, la carrera de Najwa Nimri es fascinante en su evolución y madurez. Ella lo es, amén de sus dotes artísticas, en su honestidad y continua implicación por mejorar y seguir aprendiendo. Dice que cuando tiene que rellenar algún formulario sigue poniendo que su profesión es estudiante. No cabe duda de que a Najwa le queda mucho carrete, y nosotros estaremos ahí para verlo.
Aitziber Polo