BUCEANDO EN EL OCÉANO DE GRAND BLUE DREAMING
La temporada de primavera ha llegado a su fin. Con ella nos despedimos de grandes obras como Darling in the FRANXX, Golden Kamuy o Magical Girl Site. Aunque otras continúan como Boku no Hero Academia o Steins;Gate 0. Un año repleto de grandes producciones que no cesa ni en época estival. El calor del verano no solo nos llevará a la playa o la piscina sino que también nos transportará a otros lugares gracias a animes como Hanebado!, ISLAND, Cells at Work!, Harukana Receive o How Not To Summon a Demon Lord, entre otros.
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Dicen que el verano es una gran época para desconectar, intentar recomponer tu cuerpo y tu mente e incluso dicen que es una época en la que se puede aprender y descubrir infinitas cosas nuevas. Y justamente eso es lo que nos presenta la obra que nos acontece, Grand Blue Dreaming. Una comedia que a través de sus risas, situaciones cotidianas y personajes entrañables nos mostrará las ventajas de esta época en la que parece que el mejor refugio sea tu casa, pero no, hay mucho más ahí fuera. Solo tienes que dejarte llevar.
Una bizarrada de comedia para el género
Minuto 1. Todo parece normal. Minuto 5. ¿Dónde me he metido? Justamente eso es lo que transmiten los primeros compases de Grand Blue Dreaming, una obra que empieza narrando el cambio de vida de Iori Kitahara —nuestro protagonista—. Un cambio que le llevará a vivir con su tío a otra ciudad para dar inicio a una nueva etapa en su vida: la universidad. Hacía años que no pisaba la península de Izu y ni él mismo se imaginaba cómo habrían pasado los años por allí. Unos años que no solo han cambiado a las personas, sino también a los lugares. Incluso la casa donde él se iba a hospedar. Y justo en ese momento, en ese instante en el que decide abrir la puerta, empieza la verdadera historia de Grand Blue Dreaming.
¡Bienvenido al festival de cerveza con personas desnudas! No, no os estamos engañando. Ese es el escenario que se encuentra Iori nada más entrar a la tienda de su tío, una tienda de submarinismo donde se quedaría toda la temporada de universidad que parecía de todo menos una tienda. Allí se encuentra a una serie de personajes un tanto pintorescos, se reencuentra con sus primas y se da cuenta de que la tranquilidad y sosiego que esperaba encontrar en Izu, no existía. Todo son risas y carcajadas, litros y litros de bebida y personas cuya única prenda era su propia piel.
¿Pero esto es algo malo? Para nada. Gracias a este choque con la realidad nuestro protagonista —y nosotros mismos como espectadores— podemos vislumbrar que hay mucho más en la vida que la paz o los estudios. También existe la diversión, y justamente eso es lo que desea transmitir esta obra. Una diversión que puede ser insuperable para algunos y excedente para otros. Es cierto que no siempre estará presente al 100% pero será un componente seguro y presente en todos los episodios. Poco a poco el ritmo de locura frena, y se presenta una dirección más. Una dirección que nos llevará directos al fondo del mar.
Un viaje cuyo pasajero es la propia vida
La vida como tal es un viaje, un viaje que en muy pocas ocasiones conocemos su verdadera dirección y en muchas otras tampoco sabemos ni el destino. Y ese titubeo de direcciones queda claro en Grand Blue Dreaming. La obra pasa directamente de la excentricidad y la diversión máxima a un sosiego totalmente pacífico representado por el fondo del mar. La historia de Kenji Inoue girará en dos sentidos: uno marcado por la desconexión y otro marcado por un mundo que muy pocas personas han llegado a conocer —hablamos del mar en todo su esplendor—.
La parte divertida parece haber quedado clara, presente, palpable. Pero la parte que acontece a una vida casi desconocida todavía tiene un largo camino que recorrer. Hasta los últimos compases del segundo episodio no llegamos a entender realmente este concepto, este viaje. Pero desde el momento en el que Kitahara observa lo mucho que puede albergar la vida bajo del mar es cuando nosotros, meros espectadores, descubrimos lo mucho que nos puede aportar esta obra que, a priori, parecía solo cosechar risas por doquier.
Todavía queda mucho por explorar, un mundo entero me atrevería a decir. Un mundo en el que el agua te rodea 360 grados y tú tan sólo debes aprender a cohabitar con ella. Una conexión que si se llega a establecer, la experiencia es única. Mágica. Grand Blue Dreaming nos enseñará —o al menos eso parece por el momento— cómo crear ese vínculo, cómo dominarlo incluso. Y una vez conseguido, nos ayudará a dar el paso —junto a los protagonistas de la obra— a zambullirnos de lleno en una travesía donde tonos cristalinos, ojos saltones y plantas bailonas nos rodearán durante horas.
Explorando el fondo marino
Dejando el eje principal de la obra de lado, nos introducimos de lleno en su apartado técnico. Uno donde, por el momento, la música no es una gran protagonista pero sí lo es su animación. No hablamos de un producto visual perfecto ni mucho menos, pero sí de un producto peculiar y característico. Tal y como hemos comentado estamos ante una comedia que exalta muchas situaciones del día a día, algo que encaja perfectamente con unos planos algo más estáticos donde se resaltan las expresiones —ya sean faciales o gestuales— con un dibujo mucho más marcado y unos colores más excéntricos. Un contraste que sienta de maravilla a los planos dinámicos y —por lo habitual— más predominantes. Un contraste que suponemos jugará a favor de la obra cuando se zambulla de lleno en pleno océano.
Por el momento no conocemos muchos más detalles de la obra, todavía queda mucho por explorar y descubrir, pero la carta de presentación ha sido toda una declaración de intenciones. Una donde se presentan las dos sintonías de la serie y que hará, posiblemente, que un grupo mayor de personas se animen a verla. Unos se quedarán solo con las risas, otros con las profundidades del mar. Yo, personalmente, prefiero quedarme con ambas. Grand Blue Dreaming acaba de entonar sus primeras notas, queda un largo pentagrama que recorrer y que sin duda merecerá la pena ser desenmascarado; ya sea porque quieras pasar un rato más que agradable o descubrir lo que muchos todavía no han visto, el inmenso y fastuoso mar.
Marisol Navarro
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