LOS 10 MEJORES WESTERNS DEL SIGLO XXI
Que John Wayne no va a volver es un hecho. Y que no hay un género tan denostado por nuestro tiempo como el western, también. Partiendo de esas dos premisas, podría no ser de extrañar que esa parte tan importante de la historia del cine se haya ido apagando poco a poco. Atrás quedan mitos como Gary Cooper, Henry Fonda, James Stewart o William Holden que, entre tantos otros, dotaron de una importancia capital a un género que brilló particularmente entre los años 40 y 60, y que nos ha dejado algunas de las más grandes obras maestras del cine. No van a volver, es cierto, pero el western siempre supo encontrar su camino. Cuando ya estaba todo contado, llegó el romanticismo del western crepuscular. Y cuando ya estaba todo visto, llegó el spaghetti western con su tono elegíaco. Se podría dibujar un recorrido deteniéndose debidamente en las principales paradas de ese mundo maravilloso y salvaje que inauguró Edwin S. Porter a principios del siglo pasado (y seguro que habrá ocasión para ello más adelante) pero, esta vez, el estreno de Sin piedad y Los hermanos Sisters, nos sirve como excusa para recopilar algunos de los mejores westerns del siglo XXI.
Hay quien dice que Sin perdón fue la última gran película de este género, pero desde 1992 y tras Clint Eastwood (otra leyenda viva del salvaje Oeste) llegaron títulos más que estimables. Porque hay vida más allá de Ford, Hawks, Peckinpah y Mann. Aunque no sea lo mismo.
Antes de empezar, avisamos de que lo que sigue no es un ranking, sino una selección de títulos destacados, más o menos conocidos, sin otro orden que el cronológico. Así que, sin más, vamos con los que podrían ser los diez mejores westerns del siglo XXI.
Open range (Kevin Costner, 2003)
Kevin Costner ya nos había regalado Bailando con lobos unos años antes. Open range es un western de los de antes, en el que dos vaqueros (junto a Costner, el gran Robert Duvall) deciden hacer frente a una banda de matones, y lo hacen simplemente porque no consienten que nadie les diga lo que tienen que hacer: “no es por las vacas, en este país nadie puede decidir por dónde pasa otro”. Los habitantes del pueblo les miran con recelo pero poco a poco comprenderán el simbolismo de esta pequeña revuelta de dos. Destaca también en lo visual, donde podríamos dividir la película en tres partes por los tonos de color que emplea: una con el verde de las extensísimas praderas, otro con la oscuridad de la noche y la tormenta cuando empiezan los problemas, y otra con la luz del día, donde asistimos a uno de los tiroteos más impresionantes y realistas que se recuerdan. Y por el camino, una historia de amor en la que el personaje de Kevin Costner muestra su miedo a acercarse al de Annette Bening por el pasado de violencia que arrastra (de ahí viene también esa mirada, tras los tiros, cuando observa a su alrededor y ve cómo lo ha sembrado todo de violencia).
La propuesta (John Hillcoat, 2005)
Visualmente impresionante: los planos largos del desierto australiano, la luz de los atardeceres… Una historia de tipos duros y violentos, de malos y buenos, que viven en una tierra salvaje que busca una identidad («voy a civilizar esta tierra») pero donde la ley no termina de llegar. La justicia depende de cada uno y la lealtad es un punto de vista. Dos hermanos son arrestados, acusados de violación y asesinato que han conmocionado al pueblo. El capitán de la policía propone a uno de ellos (Guy Pearce) que, si mata al hermano que queda libre, soltará al pequeño de ellos. Esto no termina de gustar a los vecinos, que empiezan a valorar eso de que sea la muchedumbre quien imparta la justicia. La película se limita a mostrar unos hechos, no a juzgarlos: desde luego no defiende a los criminales (aunque si plantea la duda de la culpabilidad) pero tampoco a los habitantes del pueblo que buscan la venganza. No hay lectura moral, hay una tierra donde impera la violencia y este es sólo un capítulo de muchos.
El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (Andrew Dominik, 2007)
Brad Pitt es Jesse James y Casey Aflleck es Robert Ford. Un pistolero legendario y un aspirante. Además: Sam Rockwell, Jeremy Renner, Sam Sephard… Dominik lleva el estilo hasta el extremo y construye un western alejado de los ideales, y sin embargo dotándolo de un tono casi mítico en un sentido elegíaco, donde los ídolos dejan de ser semidioses inalcanzables y decepcionan y además sangran igual que el resto de los mortales. Aquí hay envidia, alianzas frágiles y tiros por la espalda. El título hace más que evidente que lo que importa va a ser el viaje y no el destino. Y ese viaje va a ser lento y poético, con una ambientación que es lo que la hace memorable: los contornos desenfocados, la inquietante banda sonora de Nick Cave, la fotografía, el lenguaje imposible que emplean los personajes, la hostilidad que genera ese Jesse James capaz de cualquier cosa y el miedo que infunde tanto en sus compañeros como en el espectador.
El tren de las 3:10 (James Mangold, 2007)
Remake de la magistral película de Delmer Daves de 1957, basada a su vez en un relato de Elmore Leonard. Christian Bale es un granjero al que le están yendo regular las cosas y que sufre por no poder dar lo mejor a su familia. Un día encuentra la oportunidad de salir adelante en un famoso criminal (Russel Crowe) y en la recompensa que se ofrece a aquel que se atreva a escoltarlo hasta que salga el tren con dirección a la prisión de Yuma. No lo tendrá fácil, pues su banda ahora todo lo posible para liberarle. Esta película habla del sentido del deber y de tipos duros que saben reconocer el esfuerzo del rival y aceptar derrotas.
Appaloosa (Ed Harris, 2008)
Segunda película dirigida por Ed Harris (tras Pollock: La vida de un creador) donde además forma una gran dupla con Viggo Mortensen. Pocas historias hay donde el secundario robe tanto como aquí el protagonismo al principal, para que finalmente la historia parezca haberse centrado en él todo el tiempo. Encontramos también a Renée Zellweger y Jeremy Irons. Quizá tenga alguna situación un poco forzada, pero hay que destacarla porque se intuye tras la cámara a un tipo que ama lo que está haciendo, además de por sus diálogos y por toques del western clásico, como la despedida, donde uno marcha contra el horizonte y la puesta de sol porque tiene que hacerlo, pero sin un lugar al que ir.
Valor de ley (Joel y Ethan Coen, 2010)
Otro remake, en este caso de la película de Henry Hathaway de 1969. Para muchos, incluso, supera a la original. No está Wayne pero está Jeff Bridges, junto a Hailee Steinfeld, Matt Damon y Josh Brolin. Aunque en este caso, los hermanos Coen se basaron no tanto en la película original como en la novela de Charles Portis. Tras el asesinato de su padre, una niña bastante espabilada para su edad ha decidido hacer justicia. Para ello contrata los servicios de un viejo sheriff, tan buen pistolero como bebedor, contando también con un ranger de Texas. Digamos que lo habitual sería encontrarnos a dos hombres curtidos y deseosos de hacer justicia y, en cambio, lo que vemos es a una niña empujando a un sheriff a hacer su trabajo. Una película de estos hermanos para el recuerdo. Otra más.
Django desencadenado (Quentin Tarantino, 2012)
Una de las personas que más cine ha visto desembarcaba en el western con esta película maravillosa, tres años antes de Los odiosos ocho. Hay tantas cosas reseñables aquí… Empezando por algunos personajes memorables, como el esclavo justiciero Jamie Foxx, el villano explosivo Leonardo DiCaprio o el negrero negro Samuel L. Jackson. Pero hay uno que brilla por encima de todos: Christoph Waltz. Otra vez. Tres años después de ese Hans Landa que quedó como uno de los villanos más peculiares de la historia del cine. Tenemos unas escenas que no se olvidan fácilmente, con unos diálogos para enmarcar, y tenemos todas las referencias que queramos o sepamos encontrar (porque Tarantino siempre nos lleva mucho celuloide de ventaja a todos): el Django original de Sergio Corbucci, el The blue boy del pintor Thomas Gainsborough (seguro que recuerdan el traje azul), hechos históricos como la prohibición a los negros de montar a caballo… También la música, donde encontramos referencias a, por ejemplo, Django (1966), El día de la ira (1967), Dos mulas y una mujer (1970), Le llamaban Trinidad (1970) o Le llamaban King (1971).
The salvation (Kristian Levring, 2014)
Un western danés es algo que nadie vio venir. Se trata de una película que, sin duda, bebe mucho de Sergio Leone (los movimientos de cámara, el tipo de personajes, el tono elegíaco) y particularmente de Hasta que llegó su hora. Al igual que en la película de 1968, encontramos temas recurrentes como la lucha por las tierras y el petróleo, la llegada de la civilización, además de señas de identidad como la oscuridad y la mirada a lo Bronson de los hermanos protagonistas (Mads Mikkelsen y Mikael Persbrandt). Incluso ese momento en el que Mikkelsen lanza la lámpara de aceite colgada del techo (como hizo Cheyenne para ver a Harmonica). En los movimientos de cámara vemos una película con pretensiones y con interés por hacerlo bien, también por emular a cierto cine del Oeste, especialmente el del director italiano: bandas que actúan con total impunidad y dos héroes solitarios ante ellos.
Brimstone (Martin Koolhoven, 2016)
Quizá hablar de esta película sea contar demasiado. Se trata de una producción holandesa en la que encontraremos caras conocidas como Dakota Fanning, Guy Pearce, Carice van Houten, Kit Harington… Quizá sea hablar demasiado porque parte del encanto es llegar a ella sin esperar mucho y encontrarte la sorpresa. Bajo el aspecto de una de esas películas que pasan sin pena ni gloria por las carteleras (si es que llegan), tenemos una historia oscura y sombría, con una gran ambientación, fotografía y banda sonora, y con una estructura que le da un toque especial. La película habla de una mujer superviviente en un entorno permanente hostil y de un reverendo para el que la Biblia interpretada a su manera es la ley. Y creemos que es mejor no saber más.
La balada de Buster Scruggs (Joel y Ethan Coen, 2018)
De nuevo, los hermanos de Minnesota. Quizá por su estreno en Netflix sin pasar por las salas de cine haya pasado algo desapercibida, pero posiblemente sea la película que mejor define el cine de los Coen: western, humor absurdo, personajes excéntricos, música, melancolía, homenajes, metáforas incomprensibles, historias crípticas… Algo tienen estos dos señores. No entiendes gran parte de lo que ves y aun así no puedes apartar la vista y, en medio del caos, encuentras siempre momentos de una belleza sobrecogedora. Seis historias diferentes en las que todo gira en torno a la muerte: unas divertidas, otras tristes, otras desgarradoras, otras misteriosas. ¿El reparto? Tim Blake Nelson, James Franco, Liam Neeson, Brendan Gleeson… De nuevo, un título plagado de referencias al cine con el que crecieron los dos hermanos más prolíficos de la industria.
Se quedan fuera unas cuantas películas que desde luego merecen la pena. El minimalismo de Slow west, el cruce con lo detectivesco de Los odiosos ocho, el punto de vista de las que no llevaban pistolas en Deuda de honor, una hipotética continuación de la historia de Butch Cassidy y Sundance Kid en Blackthorn (Sin destino), las aventuras del bandido australiano Ned Kelly, o, si quieren ver qué tal mezclan el Oeste y el terror, Bone Tomahawk. Por último, hay que citar los llamados westerns modernos. No son películas del Oeste al uso, pero cuentan con algunos de sus elementos y son fácilmente reconocibles pues llevan esa sensación tan única y difícil de explicar hasta nuestro tiempo. Aquí podemos citar, por ejemplo, No es país para viejos, Comanchería o Brokeback mountain.
La conclusión es que el western no está muerto. Muchos tratan de recordarlo de vez en cuando (algunos incluso lo consiguen), aunque todo apunte a que sus mejores tiempos ya pasaron. Y eso también es muy del Oeste.
Pablo Núñez Noriega