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LA BALADA DE BUSTER SCRUGGS

LOS ANTECEDENTES

A los hermanos Coen siempre les ha tirado el Oeste. Crecieron viendo wéstern clásicos en la televisión, y posteriormente la obra de Sergio Leone aumentó su fascinación por el género. Su filmografía deja entrever en no pocas ocasiones esa influencia, y sin embargo no sería hasta 2010 cuando estrenaron un wéstern de la vieja escuela. Rehicieron Valor de ley y por lo general salieron airosos, pero ya les tocaba traernos una historia de vaqueros de cosecha propia. En lugar de una, han ideado seis. La antología (que en un principio se planteó como serie para Netflix) llega este viernes a la plataforma, y se coronó con el premio a Mejor Guión en la Biennale de Venecia.

LA PELÍCULA

Nos apetecía ver un wéstern 100% Coen y el resultado, como no podía ser de otra manera, es satisfactorio. Los directores se llevan el género a su terreno y sus claves, y lo hacen sin adulterar ni un ápice los códigos inherentes a este tipo de películas. Estándares o incluso clichés, si se quieren llamar así. El hilo conductor de esta nueva peripecia coeniana es un libro de cuentos que, capítulo a capítulo, nos sumerge en relatos en los que no faltan el clásico pistolero, el ladrón de bancos, el saloon, la diligencia, los indios, o la fiebre del oro.

El tono de estas seis historias diverge de unas a otras con la misma facilidad y fluidez con la que las películas que componen la filmografía de estos autores saltan de un género cinematográfico a otro. De lo hilarante pasamos a la violencia, la desgracia, la lástima, la esperanza, o incluso al escalofrío y el romanticismo. Y sin perder eficacia en ningún instante. ¿La convierte esto en una película irregular? No como tal. Quién disfrute con el cine de los Coen, disfrutará de cada uno de los pasajes de La balada de Buster Scruggs (nos atreveríamos a decir que hasta el punto de ser muy difícil decantarse objetivamente por un relato favorito). La realización y el ritmo de la cinta no tienen ni un pero; directoral, actoral y visualmente es un prodigio. No obstante, tiene una distribución episódica y un montaje que no favorecen a la percepción del espectador. Estamos hablando de las cuatro primeras historias aglutinadas en la primera hora y diez, y las dos últimas por sí solas, ocupando toda la hora restante. El quinto relato es el más largo con diferencia, y sin ser arduo en absoluto, puede llegar a crear esa falsa sensación después de venir de perfectas dosis de entre 10 y 20 minutos. Esto nos hace preguntarnos si verdaderamente hubiera sido más productivo lanzar La balada de Buster Scruggs como miniserie. Visto el desigual recorrido y duración de unas historias y otras, tenemos serias dudas.

En cuanto al hecho de que sea una antología puramente encasillada en un género cinematográfico muy concreto, estrenarla en Netflix parece la opción más inteligente. Este es un título que hubiera funcionado en salas de cine por estar hecha por quién está hecha, mas la compartimentación narrativa diluye por sí sola el peso de la película como ente único. La balada de Buster Scruggs brilla en sus episodios aislados, pero se queda a medio camino de lo verdaderamente memorable en su globalidad.

ELLOS Y ELLAS

Estar frente a una película ambientada en el Viejo Oeste nos garantiza varias cosas, entre ellas, una minoritaria participación femenina. Curiosamente es la joven Zoe Kazan quién protagoniza la historia más larga, y dota a su personaje de una candidez asombrosamente creíble. Tyne Daly también hace un buen trabajo en el último de los relatos, viajando en una diligencia llena de hombres.

En cuanto a ellos, tenemos a Tim Blake Nelson (que ya trabajó con los hermanos Coen en O Brother!), James Franco, Brendan Gleeson, Tom Waits, Liam Neeson y un sorprendente y sobresaliente Harry Melling (al que siempre recordaremos como el detestable primo Dudley de Harry Potter). No es solo que La balada de Buster Scruggs cuente con un reparto de lujo, sino que además todos ellos nos regalan unas actuaciones dignas de haber nacido y vivido realmente en el wild west.

LA SORPRESA

Joel e Ethan Coen vuelven a confiarle a Carter Burwell la banda sonora de su nuevo trabajo, y entre medias tienen tiempo de poner a sus personajes a cantar. Desde Tim Blake Nelson hasta Brendan Gleeson, a lo largo de la película siempre hay alguien que se arranca a cantar con ese aire sureño que tan bien nos aclimata a lo que se nos está narrando.

LA SECUENCIA / EL MOMENTO

Si tenemos que quedarnos con una imagen icónica de La balada de Buster Scruggs, nos decantamos por la secuencia de apertura con su protagonista vestido de blanco a lomos de su caballo, atravesando el cañón mientras canta y toca la guitarra.

TE GUSTARÁ SI…

Si te gustan los Coen, el wéstern y las antologías.

LO MEJOR

  • El inconfundible sello Coen.
  • El elenco.
  • La dirección y el diseño de producción son impecables.
  • El acierto de que vaya a estrenarse directamente en Netflix.

 LO PEOR

  • La dispar duración de algunas historias descompensa el conjunto.
  • Uno termina el visionado con la sensación de haber visto una película que no va a dejar demasiado poso.

 

Aitziber Polo

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Criminóloga con sueños de directora. Pisé el cine por primera vez a los dos años. Con siete vi cómo un cocodrilo gigante se zampaba una vaca entera de un bocado en Mandíbulas, y empecé a leer a Stephen King (y así me he quedado). Mi película perfecta tendría guión de los Coen, banda sonora de Zimmer + Horner y plotwist made in Shyamalan.