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EXCALIBUR: DEL LIBRO A LA PANTALLA

«Ex calce liberatus» podría traducirse como «Liberada de la piedra», y es uno de los orígenes etimológicos más aceptados de Excalibur, la mítica espada del rey Arturo, leyenda celta que protagoniza el ciclo Artúrico, todo un universo mitológico recogido por el poeta francés del siglo XII Jean Bodel bajo la denominación «Materia de Bretaña». Y quizá su nombre, junto al de Camelot, suponga con su sola pronunciación el billete más efectivo para viajar instantáneamente al modelo más romántico y ejemplar de corte medieval, que si la literatura lleva siglos practicando ha sido el cine de las últimas décadas el vehículo idóneo para su universalización, instalando en nuestra cultura popular una sólida galería de símbolos y códigos que se mueven con mucha más soltura por el terreno de las mitologías que por el de la veracidad histórica.

Los caballeros del rey Arturo (Richard Thorpe, 1953) supone la primera gran adaptación del mito artúrico en la pantalla grande, a manos de un director que venía de firmar la espléndida Ivanhoe y que para la ocasión apostó por el vanguardista formato Cinemascope. Adaptando a la pantalla “La muerte de Arturo”, de Sir Thomas Malory, libro escrito en el lejano 1485 y una de las fuentes más influyentes, consultadas y respetadas  por los guionistas cinematográficos, esta película fue junto al musical Camelot (Joshua Logan, 1967) los títulos referencias sobre la materia hasta la llegada de Excalibur (John Boorman, 1981), un ejercicio de cine de primer nivel que compila para la pantalla grande el ciclo artúrico como nunca se había visto antes, con un detalle estudiado y una marcado espíritu de epopeya a medio camino entre las clásicas historias de caballería y la magia propia del mito. Todo envuelto en una partitura que popularizó parte del «Carmina Burana» de Karl Orff, que ha sonado desde entonces en todo tipo de acontecimientos, y que también tiró de pasajes de la mastodóntica opera de Wagner «El anillo de los nibelungos». Y de regalo una fotografía que corona un último tramo de función con una plasticidad insólita que es puro ocaso y pura elegía por la muerte de Arturo, la pérdida definitiva de Excalibur y la desaparición de Camelot y todos los nobles valores que esta corte llegó a representar.

Y de ahí a las versiones más recientes, ese Rey Arturo: la leyenda de Excalibur que Guy Ritchie firmó en 2017 pensando en cualquier cosa menos en el relato clásico y contenido, y la más reciente El niño que pudo ser rey (Joe Cornish, 2018), un estimulante relato juvenil de aquel que sorprendiese con su discreta Attack the block, con un desconocidísimo John Boyega allá por 2011.

Lecturas para sentarse en la mesa redonda

 

El pasado mes de octubre llegaba a librerías «Destino Camelot», el último libro del escrito zaragozano Francisco javier Millán, y última entrega de un tríptico publicado por Diábolo Ediciones en el que el autor ha centrado el foco en el cine de los 80. A «Generación Goonies» y «Galaxia Lucas: más allá de la fuerza» (aquí ya asomaba Willow en sus páginas) se une ahora «Destino Camelot», una recopilación de títulos cinematográficos y televisivos (¡y hasta algún videojuego!), que si bien parte del mito artúrico como pretexto para alumbrar el volumen, no tarda en ceder protagonismo al resto de títulos de espada y brujería que poblaron el cine de los 80, confiriendo en algunos casos la misma o mayor importancia a otros universos de acero, brujería  y bestias fantásticas (el Conan de Robert E. Howard o la barroca Legend de Ridley Scott). El libro no deja de resultar muy interesante, aunque se echa de menos algo más de información en títulos como la ya mentada Los caballeros del rey Arturo o la presencia de títulos artúricos del nuevo siglo como Rey Arturo (Antoine Fuqua, 2004) o La última legión (Doug Lefler, 2007), títulos que además destacan por ser los primeros que introducen en el cine la tradición romana como punto de partida para la forja de la leyenda de Arturo.

Excalibur en el cine

 

Y también al siglo XXI pertenece la trilogía de la tierra media rodada por Peter Jackson, que también habría venido de perlas al libro para redondearlo y cerrar con sobresaliente un gran repaso, pese a sus ausencias, a un género que nos acompañó en las dobles sesiones de los cines de los tempranos 80 y sobre todo nos esperó en las estanterías de los videoclubs. ¿Os acordáis de aquellas películas italianas surgidas a la sombra del éxito de Conan el bárbaro? ¿O de El señor de las bestias, aquella película de Don Coscarelli protagonizada por el mismísimo Mike Donovan antes de enfrentarse a los lagartos de V? Y sí, todos tranquilos porque los grandes títulos de la década están, y muy bien analizados: Cristal Oscuro (Jim Henson y Frank Oz, 1982), La historia interminable (Wolfgang Petersen, 1984), Legend (Ridley Scott, 1985), Lady Halcon (Richard Donner, 1985), Dentro del laberinto (Jim Henson, 1986), La princesa prometida (Rob Reiner, 1987) y Willow (Ron Howard, 1988).

 

Otro de los títulos que ha llegado a las librerías recientemente es «El rey que fue y será», un robusto volumen que incluye por primera vez en España los cinco libros escritos por Terence Hanbury White en un solo tomo de casi 1.000 páginas, lo que asegura, en estos tiempos en los que somos tan aficionados a devorar la ficción a base de maratones, horas de lectura. Porque si lo normal era encontrar los cuatros primeros títulos juntos, la editorial Atico de los libros se marca un «más allá» sumando a las novelas clásicas («La espada en la piedra», 1938; «La bruja de los bosques», 1939; «el caballero malhecho», 1940; «Una vela al viento», 1958) la obra póstuma «El libro de Merlín», 1977, publicada tras encontrarse su manuscrito entre los documentos del autor.

 

Se trata de una agradable noticia para todos los aficionados al género pero también a la literatura juvenil de primera división, pues el estilo de T. H. White está solo al alcance de los grandes. Combinando con insólita destreza elementos como el humor, la ironía, la aventura y el amor, el escritor de origen hindú sentó buena parte de las bases de lo que debería ser el perfecto best-seller juvenil. Grandes autores contemporáneos como Neil Gaiman («Mitos nórdicos«) o J.K. Rowling han citado la obra de White como un cajón maestro del que tomar prestado estilo, relaciones (no será raro que encontréis bastante similar la relación de Arturo con Merlín con la que mantienen Harry y Dumbledore en las populares novelas del joven mago) y recursos narrativos. Un título que se une a la edición de «La princesa prometida» que también ponía recientemente en circulación la editorial y cuya reseña podéis consultar en este enlace, que se revela imprescindible y del que partieron la película de animación de Disney Merlín el encantador (su título original era homólogo a la novela de White: La espada en la piedra) y el musical de Broadway Camelot, cuya adaptación cinematográfica llegó siete años más tarde y ya hemos citado en este mismo artículo.

Sin duda dos títulos muy recomendables para todos los amantes del ciclo artúrico que se retroalimentan, pues del papel a la pantalla, y de la pantalla de vuelta al papel. Un ciclo infinito para fascinarnos y hechizarnos con la magia de Camelot y sus personajes, y la espada de espadas: Excalibur.

 

Alfonso Caro


NUEVA EDICIÓN DE LA PRINCESA PROMETIDA

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.