HOSHIAI NO SORA: UN IMPACTO EN EL CORAZÓN
Si echamos la vista atrás es complicado hacer un listado destacable de spokons estrenados en 2019. Un suceso que no ocurrió el año pasado destacando obras como Kaze ga Tsuyoku Fuiteiru o Hanebado, entre muchas otras. Obras que, además, no concebían el deporte como el eje central de sus historias, sino como el complemento directo que las dirigía y cocinaba —a fuego lento— para presentarnos una serie de productos que hablaban de la vida, de los obstáculos de ésta y de las múltiples maneras de superar tus propios problemas. Es cierto que a lo largo de este año hemos contado con títulos como Dumbbell Nan Kilo Moteru cuya faceta didáctica ha sido digna de admirar, pero ni mucho menos hemos podido presenciar un amplio abanico como el año pasado. Al menos hasta ahora.
A falta de escasas semanas para acabar 2019, parece que el deporte ha querido volver a presenciarse ante nosotros y dejarnos con títulos para el recuerdo e incluso con obras que nos acompañarán unos cuantos meses más como Ahiru no Sora o Chihayafuru. Aunque mi eje se ha dirigido hacia otro lugar, uno que aparentemente nos descubre una nueva modalidad de tenis pero que, si entras de cabeza en el título, te encontrarás con una serie que nos habla desde el corazón y consigue hacernos palpitar con cada uno de sus episodios. Hablamos de Hoshiai no Sora. Una de las obras más escondidas de la presente temporada que merece un reconocimiento digno de su entrega, fuerza y cariño para con el público. Una obra original dirigida y escrita por Kazuki Akane (The Vision of Escaflowne, Code Geass: Akito the Exiled) cuya extensión no asola más de 12 episodios pero que nos presenta una de las historias más conmovedoras de otoño y, posiblemente, del año. Una historia narrada desde los sentimientos más ocultos y que nos demuestra, poco a poco, que el miedo y la desconfianza son barreras que se pueden derribar. Aunque el precio por hacerlo sea bastante elevado.
Even in an ever-changing world,
only the starlit sky will not change.
Sueños rotos, nuevas promesas
La historia de Hoshiai no Sora nos sitúa ante la difícil tesitura que se les plantea a los integrantes del club de soft tennis masculino de un instituto de Japón. Una coyuntura que radica en la disolución del club por los escasos resultados obtenidos en los últimos años y la nula destreza de sus integrantes para con el deporte. Una decisión que se resolverá en un par de meses si la situación no cambia. Así, frente a esta situación que sitúa al grupo entre la espada y la pared, su capitán, Touma Shinjou se verá ante un serio problema pues en ninguno de sus planes cabe la posibilidad de que su grupo desaparezca; un grupo que, a pesar de no ser el mejor del instituto, tiene un espíritu interno que Touma sabe sentir y apreciar y no quiere, de ninguna de las maneras, que se suprima.
Dicen que ante cualquier tormenta siempre hay un rayo de sol esperando ser descubierto, un rayo que puede estar escondido entre las nubes y el gris más oscuro, pero al mismo tiempo, un rayo que posee la fuerza suficiente para atravesar cualquier tempestad. Y así, de esta forma, aparece un nuevo estudiante de intercambio en el instituto de Touma y compañía. Un estudiante que será ese rayo que el equipo de soft tennis necesita para dejar de lado la tormenta. Maki Katsuragi. Un joven que se ha trasladado a esta ciudad para emprender un nuevo rumbo junto a su madre, una arquitecta que trabaja a tiempo completo y cuenta con el apoyo de su hijo para realizar las tareas de casa.
De esta forma, Maki se postula como una persona llena de vitalidad y energía que no solo es capaz de llevar al día todas las tareas del instituto sino que ayuda en casa de una forma constante. Algo que le convertirá en joven atlético y predispuesto para ser ese miembro que puede ayudar a salir de la ruina al equipo de soft tenis. Unas habilidades que el capitán no tarda en observar y pedirle al propio Maki que se una a su equipo; una unión que estará sellada por el tortuoso dinero. Un bien que Maki necesita para ayudar a su madre frente a la situación económica por la que pasan. De esta forma, y sin importar las cantidades, Touma acepta la condición de Maki y por una cantidad mensual de dinero éste formará parte de su equipo; una pieza que será capaz de resolver el gran rompecabezas ante el que se hallaban y un nuevo corazón que servirá para hacer vibrar a todos los miembros del equipo.
Una búsqueda personal
La serie entabla sus primeros compases en la formación de este nuevo miembro dentro del equipo de soft tennis. Una formación que acaba mucho más rápido de lo pensado, ya que tanto el capitán como el resto de miembros descubren el potencial que irradia Maki en cada uno de sus golpes. Tal vez el soft tennis no sea conocido por muchos, pero básicamente se distingue del tenis más habitual por dos cosas: se juega en pareja y su pelota es totalmente blanda. Dos aspectos que Maki sabe interpretar desde sus primeros golpes y demuestra dominar jugando sus primeros partidos frente a su propio equipo. Es cierto que este hecho copa una gran parte de los capítulos de Hoshiai no Sora, pero la serie se empeña en demostrar que el deporte no es el protagonista, son las vidas que le envuelven y los sentimientos con los que cargan todos y cada uno de los personajes. Y justamente ahí, en este punto, es donde la obra destaca entre muchas otras; un título que sabe narrar desde las emociones más internas y consigue transmitir aquello por lo que luchan cada uno de sus personajes.
Desde el propio capitán hasta «el chico nuevo», Hoshiai no Sora se manifiesta ante cada una de las partes que la componen para contarnos qué historia posee cada golpe, qué historia les permite seguir adelante. Es importante saber que no estamos ante un simple relato de jugadores de soft tennis en busca de un premio, estamos ante un título que se atreve a hablar desde una nueva perspectiva de temas tan candentes como necesarios como son las relaciones tóxicas, la homosexualidad, el acoso escolar o el maltrato. Aspectos que no se suelen ver con tanta facilidad en pantalla, y mucho menos todos juntos. Pero gracias a la pluma de Akane la serie se puede permitir hacerlo; aunque en cada ocasión nos rompa el corazón e incluso nos arranque alguna que otra lágrima. Pedazos que conseguiremos recomponer con el paso del tiempo junto a los propios personajes de la obra, porque si hay algo más allá del pesar con el que se antepone la obra, es el esfuerzo que hace por dirigirnos hacia una salida. Una puerta que, aunque parezca muy lejana, podemos llegar a alcanzarla.
Equilibrando el silencio con el centelleo
No quiero entrar en materia de spoilers y revelar cuál es la historia de cada miembro del equipo ya que personalmente considero que es una de las potencias más vivaces que debe descubrir cada espectador por su cuenta y sentir a través de ellos al igual que he hecho yo; pero a pesar de ello, aunque no cuente cómo son todos y cada uno de ellos, sí que me atrevo a escribir que será su historia, su evolución y su nueva visión de la vida los elementos que los harán seguir adelante. Aunque teman, aunque les duela, aunque les avergüence lo que tienen ante ellos; la serie buscará una vía para permitirles continuar, para darle a la pelota de nuevo; aunque sus manos estén llenas de ampollas y su corazón descosido. Para, de una vez por todas, encontrar ese lugar que todos buscamos desde que nacemos. Un lugar que parece estar desdibujado para muchos de ellos y que la obra no tiembla al plantear una situación nefasta para, de una forma u otra, intentar cubrirse las espaldas y dar luz verde a problemas que pueden tener cabida también en nuestras vidas.
De esta forma Hoshiai no Sora se convierte en otro relato que funciona como lección vital ante algunos de los aspectos más peculiares que podríamos hablar en este espacio pero que forman parte del día a día de muchas personas tristemente. Aspectos que la obra sabe cómo tratar, cómo exponer; ya sea a través del sonido, del silencio o tan sólo de un simple gesto. Porque sí, Hoshiai no Sora no tendrá la mejor animación del año a cargo de 8Bit (That Time I Got Reincarnated as a Slime) pero sí que posee una pulcritud única que le hace destacar ante muchos títulos. Una sutileza que busca a través de su maravillosa puesta en escena, su magnífica banda sonora a cargo de jizue y un guion acompasado por una de las mejores plumas del sector, Kazuki Akane.
Por lo tanto, aunque para muchos de vosotros esté pasando desapercibido el título, no quiero despedir la temporada sin dedicarle unas líneas a una de las obras que rebosan más vitalidad y humanidad. Una obra que engloba temas que pocas veces son sacados a la palestra, y menos si hablamos de televisión. Darle voz a los problemas más graves de nuestra sociedad es algo totalmente necesario; y hacerlo desde la más temida juventud es una tarea de lo más complicada pero que, si se sabe ejecutar, es digna de aplaudir. Y este es el caso de Hoshiai no Sora. Una serie que apuesta por gritarle al llanto y cesar su canto. Una calma que consigue teniendo un gran telón de fondo, un telón apoyado en el deporte y en la propia superación personal. Así que, da igual hacia donde sitúes la mirada, la obra está repleta de matices y es el conjunto de todos ellos lo que la convierten en un producto cuya estela nos perseguirá semana a semana. Ya sea para mostrarnos cómo se gana un set, cómo se debe afrontar un maltrato parental o cómo romper ese cristal que ha creado para ti esta despiadada sociedad.
Marisol Navarro
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