CINE ESPAÑOL DIRIGIDO POR MUJERES IV: LA SEXUALIDAD FEMENINA
Si en anteriores artículos de esta serie hemos hablado de cine dirigido por mujeres en España con el foco puesto especialmente en el mundo rural y en la maternidad y la familia, en esta ocasión vamos a apuntar a un cine de directoras que iluminará la sexualidad y el deseo femeninos desde ópticas distintas a las anteriormente rodadas. Se abren las salas de cine para exponer la intimidad, el deseo, el abuso o el aborto como temas centrales de películas, temas que pocas veces se habían contado.
Así pues, la primera película que retrataría el deseo femenino, pero abriría la óptica a otras realidades sería estrenada en 2017 de la mano de la directora Arantxa Echevarría. Carmen y Lola es la historia del enamoramiento de dos mujeres jóvenes gitanas y su lucha contra la tradición, la opresión por caber en unos estándares y la familia. Aunque a ratos la película peque de exotismo y construya una imagen de la realidad gitana que tira de algunos estereotipos, lo cierto es que anteriormente no se había retratado el mundo gitano en el cine más allá de la burla y el miedo y, menos todavía, la realidad LGTBIQ en este. Carmen y Lola es una historia de enamoramiento, ternura y desafío y significó la primera película en contar el deseo femenino de una forma distinta a como había sido contado anteriormente.

En sintonía con Carmen y Lola fue estrenada dos años más tarde una nueva película de Isabel Coixet, Elisa y Marcela, que volvería a la historia de amor de dos mujeres bajo un clima de opresión, pero esta vez desde la pátina de la distancia histórica. Coixet filmó una película basada en hechos reales, la historia del primer matrimonio homosexual en España acontecido en 1901, cuando una de las dos mujeres, Marcela Gracia, decide tomar la identidad de Mario Sánchez para casarse con su amante. Intimista, en una fotografía de blancos y negros que acentuaban más si cabe el propio tiempo histórico, Elisa y Marcela regresa a la historia del deseo femenino por encima de las convenciones sociales contra las que hay que luchar.
Fue ese mismo 2019 cuando se estrenó una de las películas más particulares de esta lista. Hablamos de My Mexican Bretzel, dirigida por Núria Giménez Lorang. Montada a través de vídeos domésticos en Super 8 al estilo de found footage con una voz en off que narra la historia, la directora elabora una obra original en su propuesta y ejecución que nos lleva a la Europa de mediados de siglo XX para contarnos la historia de un matrimonio, de los deseos de la mujer, de su infidelidad y su desdicha. Al fin y al cabo, lo que nos enseña esta historia no es el clásico deseo de una mujer que lleva una vida entera casada con el mismo hombre, sino la certeza de que los matrimonios son complejas relaciones sociales que cortocircuitan en muchas ocasiones las ansias de volar de las mujeres.

Habrían de pasar algunos años más para volver a encontrar películas cuyo eje central sea la sexualidad femenina. Mamacruz (Patricia Ortega, 2023) irrumpe con una propuesta original: una mujer entrada en años en el rostro de Kiti Mánver entra en internet y se topa por primera vez en su vida con el porno. Excitada y escandalizada a partes iguales, la mujer no sabe qué hacer con eso que ahora siente tan dentro y que le es tan difícil explicar, pues si bien sigue sintiendo un profundo fervor religioso, no deja de pensar en cómo satisfacer ese fuego que ahora la consume viva. La película es insólita, pues nunca antes habíamos visto a una mujer mayor lidiar con el orgasmo y el deseo de una forma tan moderna. Al fin y al cabo, no deja de ser diferente a todas las películas de las que hemos hablado anteriormente, pues todas retratan el deseo femenino cuando más incontenible es, especialmente bajo un clima de represión y vergüenza con el que cada mujer en dichas películas tendrá que lidiar a su manera.
Ese mismo 2023 llegará a la cartelera una película que también dialogará no tanto con el deseo femenino, sino con el aborto como eje central de la trama. Basada en hechos reales, la película Las buenas compañías, dirigida por Silvia Munt, cuenta la historia de un grupo de mujeres jóvenes en el verano de 1976 que luchará por la causa feminista y, especialmente, por la legalización del aborto como derecho esencial de la mujer. Ese verano la vida cambiará para para siempre para sus protagonistas. Las luchas feministas, el deseo femenino, la importancia de la sororidad para tejer alianzas y redes de protección son muchos de los temas que cruzan la pantalla, pero casi todos ellos estarán atravesados por el aborto en una España recién muerto el dictador, pero no tan diferente a los tiempos cuando todavía vivía.

Y si de deseo femenino hablamos, no olvidemos una película de ese mismo año 2023 dirigida por una directora cuyo nombre no será la primera vez que veamos. Elena Martín estrena ese año su película Creatura, una radiografía del deseo femenino vinculado a la paternidad, a los prejuicios de las diferentes edades de la mujer, a las cargas sociales del género que toda mujer arrastra consigo y a la necesidad de entender de dónde viene ese deseo y cuánto ha sido construido por miedo y cuánto por verdadero deseo. Elena Martín hizo un trabajo que engloba un mundo vasto y envolvente donde se sumerge para entenderse a ella misma y a la mujer en su condición de mujer como ser sintiente que desea. Su paso por Cannes, los Premios Gaudí y los Premios Goya certifican la importancia de una película redonda en su totalidad, cruda en su narración en muchas ocasiones y dañina, pero honestamente pura.
Acabaremos 2023 no con una película, sino con un documental dirigido por Mabel Lozano, nombre que volveremos a ver en esta lista de directoras. Narrada en forma de serie documental de tres episodios, Pornoexplotación es la radiografía del turbio mundo del porno, de sus esquinas más oscuras, de la explotación que no se ve en la pantalla, de la fragilidad de vidas truncadas, de las nuevas formas de explotar el cuerpo femenino y, en definitiva, de un deseo que no es deseo femenino, sino una crítica total a un deseo masculino que necesita de la explotación del cuerpo femenino para su disfrute. ¿En qué nos hemos convertido los hombres? ¿Quién mueve los verdaderos engranajes del deseo masculino? ¿Quién mueve el porno? ¿Qué es, en definitiva, el porno? Las preguntas se acumulan tras el visionado de este documental que nos abre los ojos a una realidad que muchos desconocemos y que cada vez se abre más paso en la opinión pública.
Finalmente, entramos en 2024 con una película que retomará no el deseo femenino, sino el abuso sexual y sus ramificaciones que hasta la actualidad sufren sus víctimas. Hablamos de Nina, dirigida por Andrea Jaurrieta, una película que explica la historia de cómo Nina (Patricia López Arnáiz) regresa a su pueblo natal con una escopeta en su mochila. El objetivo de esa bala es Pedro (Darío Grandinetti), el escritor famoso afincado en la localidad que abusó de ella cuando apenas llegaba a la mayoría de edad. Cargada de ira, rabia y tristeza a partes iguales, Nina paseará su escopeta por toda la película a la espera de poder descargar ese tiro sobre Pedro, pero, durante el camino, más de una conversación le hará recordar esas escenas que vivió y decidir sobre la bala que quiere alojar en su cabeza.
Si bien el deseo femenino se ha narrado en todas estas películas o documentales desde la represión que ha de sufrir la mujer desde su entorno, ya sea desde la familia, la sociedad o las instituciones como el matrimonio; y el castigo que ha de recibir para domesticar su sexualidad, también subyace una idea de libertad y denuncia en todos estos largometrajes y documentales que pretende acabar con la impunidad de los abusadores y construir un espacio nuevo para ese deseo tan particular, un deseo que crece en lo más íntimo del ser humano y que forma parte de nuestra naturaleza como especie que estas directoras se esfuerzan en sacar a la luz.
Javier Alpáñez