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ANTONIO RESINES: LAS CLAVES DE SU CARRERA

Siempre es buena excusa para analizar la trayectoria de Antonio Resines, uno de nuestros actores más queridos y una de las piezas fundamentales de nuestro cine y de nuestra televisión, pero aprovechamos que ha sido galardonado con el premio especial que otorga el Festival MIM Series para hacer un repaso, a través de una serie de claves, de toda su carrera televisiva y, también, cinematográfica.

Comentaba recientemente Emilio Gutiérrez Caba, con motivo del Feroz de Honor que le ha sido otorgado junto a su hermana Julia, que su relación con el cine, en cierto modo, ha estado marcada por su físico. Al no ser el típico seductor, ya que no tenía el aspecto indicado para ejercer ese rol, se tenía que conformar, la mayoría de las veces, con papeles menos serios y secundarios hasta que llegó a una madurez creativa donde pudo desenvolverse en papeles cinematográficos más sólidos. Este desarrollo artístico se puede atribuir perfectamente a la trayectoria de Antonio Resines ya que su carrera ha estado marcada por un físico bastante peculiar: desde ese bigote tan característico de los años 80 donde ya se evidenciaba una incipiente calvicie hasta el look actual despojado de bigote, incluso de barba. Es decir, igual que le pasaba a Gutiérrez Caba, Resines no podría haber sido nunca un galán, ni en el cine ni en la televisión, pero le queremos igual ya que en su terreno habitual, la comedia, eso no le ha hecho nunca falta.

Inicios con Fernando Trueba y compañía

OPERA PRIMA- EL PALOMITRON

Aunque comenzó estudiando Derecho, Antonio Resines (Torrelavega, 1954) tenía puesto su interés en el cine aunque más para la rama de producción que para la de actor. Una serie de circunstancias propiciaron que, al entrar en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid después de que no pudiera ingresar en la Escuela de Cine ya que se cerró, se reuniese con un grupo de personas que querían hacer cine, sin centrarse en algo específico. Hablamos de Fernando Trueba, Óscar Ladoire, Carlos Boyero o Alberto Bermejo, entre otros. Todos ellos se conocieron ya que estaban en la misma facultad y rápidamente decidieron cambiar las clases, aunque Resines terminó la carrera, por sesiones y sesiones de cine en la Filmoteca Nacional y reuniones. Una de las reuniones a las que asistían desembocó en un grupo que denominaron Escuela de Yucatán y ya comenzaron a rodar cortos. Unos dirigían (en el caso de Trueba y Ladoire) y otros actuaban: como Resines, que también ejercía labores de producción, lo que más le interesaba por aquel entonces.

Cortometrajes como El león enamorado (Fernando Trueba, 1978), Tonait is de nait (Fernando Trueba, 1980), En legítima defensa (Fernando Trueba, 1978) o La retención (Óscar Ladoire, 1978) fueron las primeras apariciones delante de la pantalla que hizo Antonio Resines pero eran meras participaciones entre colegas, no pensaba que se podría dedicar a la interpretación el resto de su vida.

Ópera prima, la primera película de Fernando Trueba, supone un punto de inflexión en la carrera de todos ellos. No solo era el debut en el largometraje para Trueba sino que para Antonio Resines y Óscar Ladoire también fue su primera película y triunfaron (estuvo más de un año en la cartelera de los cines Paz de Madrid). Se consolidaba así una relación entre los tres, iniciada a mediados de los 70, que se culminó en varias películas más: A contratiempo (Óscar Ladoire, 1982) y Sal gorda (Fernando Trueba, 1984). Como Resines no era guionista, a diferencia de Trueba y Ladoire, su función en estos proyectos se limitaba a actuar y a ejercer labores de productor ejecutivo.

Aprovechando la buena racha

LA LINEA DEL CIELO -EL PALOMITRON

Películas como Ópera prima, Vecinos (Alberto Bermejo, 1980) o La mano negra (Fernando Colomo, 1980) favorecieron a que Antonio Resines fuera llamando la atención dentro de la industria y que se convirtiera así en un rostro recurrente de lo que se llegó a denominar comedia madrileña con directores como el propio Colomo o Fernando Trueba.

Resines cuenta en sus memorias que, aunque durante los primeros años de la década de los 80 hizo varias películas, aún no se consideraba actor y que simplemente estaba aprovechando “una buena racha”. Fue con La línea del cielo (Fernando Colomo, 1983) donde se dio cuenta de que actuar podía ser su oficio y cuando tomó conciencia de que se le daba bien, por lo menos, la comedia y la improvisación. Porque una de sus señas de identidad, dentro de las características que componen el modo de interpretar de Antonio Resines, es la capacidad que tiene, casi innata, de ser espontáneo, aunque esté repitiendo el mismo rol en diferentes películas donde el papel de torpe o pesimista suele recaer en él.

Películas como Pares y nones (José Luis Cuerda, 1981) o Bajo en nicotina (Raúl Artigot, 1984) también forman parte de esta primera etapa de Antonio Resines donde rápidamente pasó de ser un simple actor secundario a ser la primera figura de las películas en las que intervenía. También tuvo la oportunidad de aparecer como secundario en una de las obras fundamentales dentro de la historia del cine español: La colmena de Mario Camus en 1982, en la que por primera vez le pusieron un peluquín ya que estaba quedándose calvo (otra de las veces que se lo pusieron fue en El embrujo de Shangái de Fernando Trueba, 2002).

Codeándose con los más grandes de la comedia

JOSÉ SACRISTÁN ANTONIO RESINES - EL PALOMITRON

Contaba el propio Resines que como él no había estudiado en ninguna escuela de actores ni tampoco había empezado su carrera en teatro, algunos actores lo consideraban un advenedizo; de lo segundo puede que tuvieran razón, pero no de lo primero ya que se ha demostrado que no hace falta estudiar para interpretar sino que eso es algo innato: o se tiene talento o no se tiene y Resines podía enorgullecerse de tener ese don.

De lo que también puede presumir, y lo ha hecho, es de haber podido trabajar con los mejores profesionales de distinta generación: tanto de la anterior como de la suya. Desde directores como Mario Camus (que volvió a contar con él para La vieja música en 1985 y Amor propio en 1994), Emilio Martínez Lázaro (Lulú de noche en 1985 o El juego más divertido en 1987), José Luis Cuerda (Amanece, que no es poco en 1989, La marrana en 1992 y Tocando fondo en 1993) o Fernando Colomo (La vida alegre, 1987) a Mariano Ozores (Disparate nacional en 1990, donde se reencontró con su compañero Óscar Ladoire), José Luis García Sánchez (Pasodoble en 1987 y El vuelo de la paloma en 1989) y Luis García Berlanga que le ofreció un papel secundario en una de sus películas más recordadas: Moros y cristianos (1987). Allí Resines, aunque solo acudió al rodaje dos días, pudo comprobar cómo se las ingeniaban todos para destacar por encima del resto: desde José Luis López Vázquez hasta Andrés Pajares. Era algo bastante común cuando se reunían elencos con rostros tan importantes: primaban los egos frente a todo lo demás.  Sin embargo, Resines no pertenece, o así lo parece, a ese grupo de actores que se rigen por criterios de mejores o peores sino que lo suyo es mera vocación y mucho pasotismo.

Y así es como se hizo un hueco en los años 80 y 90 trabajando junto a lo mejorcito del país: José Sacristán (Dos mejor que uno, en 1984 de Ángel Llorente), Alfredo Landa (La marrana), Verónica Forqué (Sé infiel y no mires con quién de Fernando Trueba, 1986), Charo López (La vieja música), Imanol Arias (Todos los hombres sois iguales de Manolo Gómez Pereira, 1996),  Santiago Ramos (Luna de lobos de Julio Sánchez Valdés, 1987), Victoria Abril (El juego más divertido), José Sazatornil (Una pareja perfecta, de Francesc Betriu, 1997), Carmen Maura (Cómo ser mujer y no morir en el intento, que fue el debut de Ana Belén, en 1991 en la dirección), Jorge Sanz (Orquesta Club Virginia de Manuel Iborra, 1993) o Fernando Fernán Gómez (Los ladrones van a la oficina, 1993), entre muchos otros.

La buena estrella

LA BUENA ESTRELLA - EL PALOMITRON

En enero de 1997 comenzó el rodaje de La buena estrella, la película que supondría la confirmación del talento de Antonio Resines como actor. No era la primera vez que se enfrentaba a un papel con tintes dramáticos pero sí a un largometraje tan especial por diferencias circunstancias: la más especial era que el director Ricardo Franco se estaba quedando ciego, victima de una diabetes, y tenía que rodarlo todo en primeros planos lo cual exigía una preparación mayor para los actores: “A la cámara no le miente ni Dios, y ese primer plano que tu ves en pequeñito luego se proyecta en una pantalla de treinta metros cuadrados y, si no lo has hecho de verdad, te pillan” contó Resines al respecto.

La buena estrella habla de una relación tormentosa entre dos personas que luego se convierte en un triangulo amoroso marcado por la tragedia y el dolor. Antonio Resines interpreta a un carnicero que acoge en su casa al personaje de Maribel Verdú. Juntos forman una familia hasta que reaparece en sus vidas el novio de ella, interpretado por Jordi Mollá. Ricardo Franco habla del amor reflejando cómo esa sensación es capaz de justificar cualquier actitud o comportamiento. De cómo se puede perdonar cualquier cosa por amor y de cómo el amor te puede salvar, o no, la vida.

Al principio a Antonio Resines le costó hacerse con el personaje: El primer día fue complicado para mi porque rodábamos la secuencia final de la película y, al no haber rodado nada antes, estaba nervioso por no ser capaz de reflejar los sentimientos que se suponía que estaba sintiendo” pero con el paso de los días cogió más confianza consigo mismo, “todo lo que pasaba nos lo creíamos de verdad”, y consiguió dejar grabada una de sus mejores interpretaciones. Tanto es así que por su papel recibió el premio a mejor actor en los Premios Goya, quitándoselo a su compañero de reparto Jordi Mollá.

Su amigo Carlos Boyero ha dicho de este papel, quizá el más importante de su vida: “El cabrón de Antonio también me puede hacer llorar, además, a mi me parece que está magistral y creo que con esta película cerró muchas bocas. Ya hace una cosa muy distinta en Todo por la pasta, pero la vio solo determinada gente. La buena estrella, sin embargo, la vio todo el mundo, y hace un papel dramático, enormemente dramático”.  

Su lado más dramático

CUÉNTAME - EL PALOMITRON

De acuerdo con Carlos Boyero, Antonio Resines demostró en La buena estrella que era un gran actor dramático pero hay que remontarse unos años atrás, y años adelante, para ver qué lado dramático, o personajes más serios, demostró en otras películas.

En Todo por la pasta (Enrique Urbizu, 1991) interpretó a un policía sin escrúpulos que puede recordar perfectamente al de Celda 211 (Daniel Monzón, 2011), dos personajes llenos de mala leche, algo que está relacionado con ciertos personajes que ha realizado Resines dentro de la comedia por lo que no destacan tanto como los realizados posteriormente: Además de la comentada La buena estrella, Urbizu le vuelve a dar el protagonista de La caja 507, aunque el papel era originariamente para José Coronado, donde repite en el rol de hombre triste que no ve ni un atisbo de felicidad en su vida pero, obviamente, aquí lo que prima es el thriller y no el amor que es algo secundario.

En Otros días vendrán (Eduard Cortés, 2005) compartió protagonismo con Cecilia Roth donde se contaba una historia de amor iniciada desde la desgracia que inunda en la vida de los dos protagonistas (Roth y Resines). Se trata de una película un tanto olvidada injustamente ya que ambos actores lograron hacer creíbles unos personajes de lo más interesante para una película de gran carga dramática.

Para encontrar ejemplos de papeles trágicos en los últimos años de su trayectoria hay que centrarse en un papel televisivo y en otro cinematográfico: En primer lugar, la colaboración especial que hizo en Cuéntame durante una temporada, 13 capitulos, en 2016 donde interpretaba a un viejo amigo del personaje de Juan Echanove: un homosexual que es victima de la enfermedad del SIDA en la España de los años 80. Resines demostró una vez más que el drama se le da igual de bien que la comedia. El otro ejemplo es su papel en La reina de España (Fernando Trueba, 2016), un filme de época (maltratado injustamente por el público) donde el personaje más dramático es el interpretado por el actor cántabro que además dio 1 millón de euros a la producción de la película.

Televisión

LOS SERRANO -EL PALOMITRON

La relación de Resines con la televisión se remonta casi al inicio de su carrera: ya desde mediados de los años 80 comenzó a participar en series (Clase media en 1986) pero su popularidad en la pequeña pantalla llegaría a principios de los años 90 con series como Eva y Adán, agencia matrimonial (1991), Las chicas de hoy en día (1992), las dos en TVE, o en Antena 3: Los ladrones van a la oficina (1993-1996), en esta última Resines interpretaba a un mudo por lo que sus compañeros de reparto (Fernando Fernán Gómez, Agustín González o Manuel Alexandre) se quejaban de que acudiera a los ensayos ya que su personaje no tenía que hablar absolutamente nada, solo gesticular o emitir sonidos. En Colegio mayor (1996) compartió protagonismo con Jorge Sanz (con el que años más tarde realizaría la serie ¿Qué fue de Jorge Sanz? dirigida por David Trueba); en la serie que duró dos temporadas interpretaba al director de un Colegio Mayor lleno de universitarios.  La banda de Pérez (1997), A las once en casa (1999), en la que era protagonista junto a Ana Obregón, o Robles, investigador (2001) son otros ejemplos de series protagonizadas por Antonio Resines pero sin duda la que le proporcionó más popularidad y éxito fue Los Serrano (2003-2008).

Protagonizada junto a Belén Rueda, Resines interpretaba a Diego Serrano y junto a los personajes de Jesús Bonilla (Santi) y Antonio Molero (Fiti) consiguió provocar las carcajadas del espectador durante varias temporadas. Pese a que la marcha de Belén Rueda provocó varios cambios respecto al espíritu de la serie, los guionistas supieron mantener el estilo de humor mezclado con ciertos tintes dramáticos hasta los últimos episodios. Lo que fue criticadísimo, con razón, fue ese final donde todo quedó como un sueño de Resines. El propio actor llegó a declarar que “fue patético”.

Se puede afirmar que esta serie, en su tramo final, afectó a Resines de forma negativa ya que se llegó a encasillar en un registro que era habitual en él pero que llegó a forzar y a exagerar hasta la saciedad. Esto ha influido en que desde el final de la serie en 2008 la carrera televisiva de Resines no sea positiva: la fallida Cheers (2011) o la inclasificable Aquí paz y después gloria donde hacia de dos hermanos gemelos, uno de ellos cura. Para intentar reflotar los bajos índices de audiencia contrataron a Antonio Molero para hacer una especie de álter ego de Fiti de Los Serrano. Todo era demasiado patético y no favoreció, en nada, a la trayectoria profesional de Antonio Resines. Por suerte llegó, como hemos comentado anteriormente, el fichaje por Cuéntame que, aunque fue solo una temporada, consiguió que nos olvidáramos de su paso por series de Telecinco.

Lo último que ha hecho de protagonista, en televisión, ha sido iFamily (2017) para TVE y tampoco hay nada que reseñar de esa serie. El cameo que realizó en el tercer capítulo de la segunda tanda de Paquita Salas sí se puede destacar pero no deja de ser algo esporádico.

¿Qué está haciendo ahora Antonio Resines?

ANTONIO RESINES - EL PALOMITRÓN

Cuando Antonio Resines se presentó al cargo de presidente de la Academia de Cine en mayo de 2015 no estaba pasando por uno de sus mejores momentos profesionales y el fracaso de las series de Telecinco antes comentadas tampoco ayudó.

En 2016 parece que algo cambió, en cierto modo: el fichaje por Cuéntame, la serie de ¿Qué fue de Jorge Sanz? o su participación en La reina de España como hemos comentado anteriormente. Pero nos encontramos ante una etapa distinta en su trayectoria. Ya no hablamos de protagonista en películas sino que pasamos al área de actor de reparto como lo eran muchos de los actores con los que Resines tuvo la oportunidad de coincidir al inicio de su carrera. Esto no es nada malo sino todo lo contrario: Antonio Resines ha llegado a la cima de su trayectoria, lo ha demostrado todo y sumado a que tampoco se encuentra en una edad en la que ofrezcan papeles interesantes se conforma con colaboraciones especiales en películas comerciales: Miamor perdido (Emilio Martínez Lázaro, 2018), Ola de crímenes (Gracia Querejeta, 2018) o Si yo fuera rico (Álvaro Fernández Armero, 2019).

Pero la popularidad que no le está dando el cine sí que la está obteniendo en su nueva etapa televisiva de la mano de David Broncano y el programa de La resistencia en Movistar+. Lo que se inició como una entrevista promocional derivó en una colaboración casi mensual donde Resines hace lo que mejor se le da: provocar la carcajada en el espectador. Por lo que, como nos comentó en la entrevista que le realizamos en el pasado Festival de Cine de San Sebastián, se ha convertido en un “ídolo” de los millenials o un intento de ello. Lo que sí es cierto es que le podemos ver casi todas las semanas en dos programas de gran popularidad: porque a la colaboración con Broncano se unió la de su sección en El Hormiguero con Pablo Motos a partir de septiembre de 2019.

Sobre proyectos profesionales solo nos consta que va a colaborar en la nueva serie de Antena 3, Benidorm, aunque de forma capitular. Y tiene pendiente de estreno dos películas: Orígenes secretos (David Galán Galindo, 2020), un thriller, y la comedia de Dani de la Orden, Hasta que la boda nos separe (2020).

Después de este repaso por toda la trayectoria de Antonio Resines no queda ninguna duda de que el cántabro ocupa los primeros puestos dentro de la interpretación en este país y su cantidad de títulos y series (más de 150) así lo avalan.

Javier Valera

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