Tras el buen sabor de boca que nos dejaron tanto Vota Juan como su secuela (ahora en plena mudanza a HBO Max), TNT ha encontrado en Maricón perdido un nuevo proyecto de producción propia para seguir construyendo su identidad en lo que a ficción original se refiere. No hay muchas similitudes entre ambas y Road Trip, esa rara avis entre ficción y documental protagonizada por Nuria Roca y Esty Quesada, más allá del gusto por la comedia y el formato corto que no pasa la media hora de duración.  Quizá un intento de convertirse en una casa de series para outsiders, dentro de lo outsider que puede ser una comedia del guionista de Ocho apellidos vascos protagonizada por una estrella que ha trabajado con Almodóvar y Sorrentino. El maricón de Maricón perdido es maricón, valgan las redundancias, así que por ahí la disidencia está más clara. 

Una fábula del yo

Encajar Maricón perdido en algún género de ficción no es sencillo. La serie parte de las experiencias vitales de Roberto Enríquez, más conocido como Bob Pop. Algunas de ellas ya las conocíamos quienes habíamos visto sus viralizadas intervenciones en Late Motiv, el show de Andreu Buenafuente del que Enríquez ha sido subdirector. En el programa, el también escritor se sinceraba con su compañero y amigo hablando sobre su enfermedad, experiencias relacionadas con el hecho de ser homosexual en la España de los 70 y 80 e incluso un dramático episodio de violación del que fue víctima. Precisamente estas intervenciones son el germen del proyecto, que igualmente está producido por El Terrat, la compañía fundada por Buenafuente y hoy parte de ese gigante audiovisual llamado Mediapro Studio. 

Bob Pop se ha encargado de escribir los seis episodios de la serie bajo la producción ejecutiva de Berto Romero, otro que también viene de cerrar una comedia de autoficción en Movistar (Mira lo que has hecho). No es casualidad que de la misma productora salgan tantos proyectos escritos en primera persona. Recordemos ese documental llamado En el culo del mundo (2014) en el que Buenafuente narraba el vacío que sintió al cancelarse su programa de televisión. La premisa de contar lo local para ser universal llevada al extremo. 

Queer as fuck

No es sencillo encajar Maricón perdido porque no es una autobiografía al uso. La comedia (¿dramedia?) no se centra en un episodio o época concreta de la vida de Bob Pop (que es lo que mejor resultado suele generar en un biopic) y nos enfrenta como espectadores a nuestro propio pudor al ver reproducidos en pantalla episodios muy personales que ya se habían contado en un contexto de «intimidad» (con todas las comillas) y supuesto hiperrealismo como eran sus charlas con Buenafuente. Bob Pop ha hecho uso de su libertad creativa para utilizar recursos estilísticos arriesgados, probablemente desde la frescura del debutante (en la ficción audiovisual), que nos funcionan mejor o peor según el caso. En ese aspecto es más barroca que neoclásica. 

La serie está contada en dos tiempos pasados con algún guiño al presente. En ella, los fantásticos Gabriel Sánchez y Carlos González interpretan al Roberto adolescente y al Bob adulto, independizado y ya mudado desde su pueblo a Madrid. En los primeros episodios no se corta a la hora de mostrarse practicando cruising o acudiendo a una sauna gay, un ejercicio de generosidad entre tanta ficción con personajes queer con más purpurina que realismo. Maricón perdido es un coming on age marica y cañí, una autobiografía fabulada a medio camino entre Javier Fesser y el Jean Marc Vallée de C.R.A.Z.Y., que presenta a unos personajes histriónicos alrededor del protagonista (Candela Peña está más irreconocible que nunca) y plagada de referencias culturales. Es una serie queer, pero en todas sus acepciones. Y eso es bueno porque nunca sobran. 

¿Dónde y cuándo?

• Fecha de estreno: 18 de junio de 2021
• Cadena de emisión: TNT
• Número de episodios: 6
• Duración aproximada: 30 minutos
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Fon López