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El Palomitrón - Dueñas del show
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BIBLIOTECA: DUEÑAS DEL SHOW

Joy Press - El Palomitrón
Joy Press

La televisión sigue siendo, ya sea de forma lineal o a través del streaming, la principal ventana al mundo para cientos de millones de personas. Cada español consumió una media de 234 minutos de televisión al día en 2018, según el informe anual de Barlovento Comunicación. Este dato otorga una enorme importancia no solo a lo que nos cuenten, somo a cómo y quién lo haga. En aquellas pioneras que se enfrentaron a una industria discriminatoria para tener voz en los contenidos televisivos se centra la periodista Joy Press en Dueñas del show: las mujeres que están revolucionando las series de televisión, editado en España por Alpha Decay

Press lleva años publicando críticas y reportajes sobre televisión para Los Angeles Times, The Guardian, The New York Times y Vogue, entre otros medios especializados. Tras pasarse mucho tiempo entrevistando a creadoras de ficción televisiva, la autora descubrió que todas compartían historias de dificultad para ser tomadas más en serio que sus colegas masculinos, así como proyectos cuya relevancia social ha ido más allá del puro ámbito televisivo. Con la perspectiva de género como elemento central del texto, la autora se propuso recorrer la historia profesional de un grupo de mujeres que han revolucionado la industria televisiva a través de sus series.

Lo personal es político

Murphy Brown - El Palomitrón
Murphy Brown (CBS, 1988-1998)

Estudiando en perspectiva todas las series mencionadas en Dueñas del show, parece que, además de las obvias cualidades técnicas y narrativas, el azar resultó determinante para que la mayoría de ellas se convirtieran en los referentes en ficción que son a día de hoy. Una huelga de guionistas permitió a Diane English rodar el episodio piloto de Murphy Brown sin que la cadena pudiera tocar ni una sola coma del guion; el nacimiento de Netflix evitó que Orange is the new black quedase en un cajón tras ser rechazada por varias cadenas de cable, incluida Showtime (en la que su creadora Jenji Kohan acababa de triunfar con Weeds); del mismo modo, Jill Soloway se aprovechó del carácter experimental de Amazon Prime en sus inicios para colarles el proyecto de Transparent sin tener que hacer las concesiones creativas que le habrían exigido en otras pantallas. 

English, Kohan y Soloway comparten con sus colegas Shonda Rhimes, Roseanne Barr, Amy Schumer, Tina Fey, Lena Dunham y un etcétera no tan largo como quisiéramos, la obligación de tener que demostrar ante sus equipos, productores ejecutivos y directivos de televisión el doble que sus homólogos varones para ser tomadas en serio como creadoras y disfrutar de la misma libertad creativa en el arranque de sus proyectos. 

En ellos volcaron algunas de sus propias experiencias siendo mujeres, algunas de ellas afroamericanas, LGTB o con físicos no normativos. El resultado: series en las que lo personal se convierte en político, con tramas veraces que generaron conversación más allá del ámbito del entretenimiento y que contribuyeron a los cambios sociales de sus distintas épocas.

La audiencia no acompañó a Murphy Brown a lo largo de su primera temporada, pero el apoyo de la crítica y el azote de la derecha estadounidense hicieron de altavoz de sus tramas. La decisión de la protagonista de ser madre soltera fue utilizada políticamente por el Vicepresidente republicano y antiabortista Dan Quayle, quien culpó al personaje de la quiebra de los «valores familiares» en las grandes ciudades. El debate Hollywood vs conservadurismo ideológico se coló en la campaña presidencial de 1992. Durante el verano de 1992, todo el mundo hablaba de Murphy Brown en los medios. El resultado: setenta millones de espectadores estuvieron atentos al estreno de su quinta temporada y los demócratas, liderados por Bill Clinton, se hicieron con el Gobierno. 

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Transparent (Amazon, 2014 – Actualidad)

No todos los debates han jugado a favor de estas series: que Jill Soloway contratase a un actor cisgénero (Jeffrey Tambor, quien además acabó siendo despedido por acusaciones de acoso sexual) para interpretar a un personaje trans en Transparent; los constantes desnudos de Lena Dunham en Girls y la muerte de un personaje de peso en Orange is the new black en pleno debate sobre el Black lives matter no fueron especialmente bien recibidos por ciertos sectores de la prensa y la población. 

Todas las autoras aprendieron con el tiempo que había demasiadas lupas sobre ellas. Era el precio a pagar por ser pioneras en algo: la primera serie creada por una mujer en una su cadena de emisión, la primera protagonizada por una mujer de determinada edad, la primera en tener a una afroamericana como personaje central, etc. Todas demostraron, del mismo modo, que la sociedad estaba mucho más preparada para avanzar en determinados temas de lo que creían los directivos de televisión (en su mayoría, hombres)

En plena era del #MeToo, con el público y la crítica abrazando cada vez más las series creadas, escritas, dirigidas y protagonizadas por mujeres, Joy Press no necesitaría abarcar cuatro décadas para reunir material para una segunda parte de Dueñas del show. Voces como las de Issa Rae (Insecure), Tig Notaro (One Mississippi), Phoebe Waller-Bridge (Fleabag, Killing Eve) o Marti Noxon (UnReal, Heridas abiertas) están amplificando la voz de la cuarta ola del feminismo. En tiempos de ultraderecha, todos somos contingentes, pero ellas son necesarias. 

Fon López

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He crecido viendo a Pamela Anderson correr a cámara lenta por la arena de California, a una Carmen Maura transexual pidiendo que le rieguen en mitad de la calle, a Raquel Meroño haciendo de adolescente con 30 años, a Divine comiendo excrementos y a las gemelas Olsen como icono de adorabilidad. Mezcla este combo de referencias culturales en una coctelera y te harás una idea de por qué estoy aquí. O todo lo contrario.