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Crítica final de Yuru Camp S2 destacada - El Palomitrón
ANIME / MANGA CRÍTICAS REDACTORES

YURU CAMP S2: UN NUEVO AMANECER

Si nos paramos a pensar durante unos minutos hay cientos y cientos de actividades para hacer al aire libre, ya sea en solitario o en grupo. Actividades que, en la mayoría de los casos, cuentan con un factor común: la naturaleza. Ir en bicicleta, bucear en el mar, nadar en un lago, escalar montañas, hacer senderismo… e incluso ir de acampada. Quizá esta última sea la más “costosa” de todas por la preparación que requiere, pero sin duda, es una actividad que ofrece mucho más de lo que parece a primera vista. Y una muestra perfecta de ello es el nacimiento de Yuru Camp, la obra de Afro que se acoge a la fórmula de las acampadas para crear su historia e hilvanar lazos, personajes y naturaleza bajo un mismo escenario. Uno pausado, tranquilo y muy, pero que muy, disfrutable.

Sea como fuere, en julio de 2015 comenzó en Japón la publicación de Yuru Camp. Un manga que consiguió despertar miles de corazones y sentimientos en pos de la naturaleza. Un escenario cada vez más desamparado y perdido pero que gracias a una obra como esta consiguió alcanzar la curiosidad de muchos para empezar a hacer algo que jamás se hubiesen planteado: acampar. Pero no fue hasta la llegada de su adaptación animada cuando la obra de Afro realmente empezó a fraguar de verdad en las personas. Un efecto que se pudo comprobar tras la emisión de la primera temporada del anime en 2018, un año donde se registró un aumento de visitantes en todos los campamentos de Japón. La demanda por acampar ascendió de forma impensable y desde entonces no solo se han creado nuevos campamentos en Japón, sino que una actividad que parecía que estaba condenada a desaparecer volvió a ser lo habitual en una sociedad donde parece primar lo cosmopolita y la tecnología. Una sociedad desapegada de la naturaleza y todas sus virtudes.

Por lo tanto, podríamos decir que la primera temporada de Yuru Camp no solo se llevó consigo miles y miles de espectadores de todo el mundo, sino que reactivó un mercado que permanecía bastante intacto y parado durante los últimos años. Por lo que al finalizar su emisión, la compañía no tardó en anunciar cuáles eran sus planes con la franquicia. Actualmente el manga homónimo de Afro sigue en publicación, pero las adaptaciones animadas tampoco han cesado hasta la fecha. Desde su primera aparición en pantalla, los espectadores pedían más contenido; fuese en el formato que fuese. Querían aprender más, pero también querían disfrutar de las próximas aventuras de Nadeshiko, Rin y compañía. Así, a través de un evento protagonizado por Yuru Camp, la compañía confirmó que la obra contaría con un nuevo proyecto de cortos animados, una segunda temporada y una película. De esos tres proyectos, a día de hoy ya podemos disfrutar de dos de ellos, pues la producción cinematográfica está planeada para algún momento de 2022; una cinta que quizá logre —muy a nuestro pesar— poner el punto final a una de las historias más alabadas de la última década.

Retomando los dos proyectos ya realizados y acabados que seguían lo propuesto en la primera temporada de Yuru Camp, en primer lugar tuvimos Heya Camp; un anime emitido en 2020 que contó con un total de 12 episodios cortos que hicieron de interludio entre la primera iteración de la adaptación animada y la segunda. Una segunda temporada que ha llegado ahora, en invierno de 2021. Otros 13 capítulos que han expandido más la obra de Afro y nos han contado las nuevas venturas y desventuras de nuestras queridas protagonistas. Una continuación de la que hablaremos en las próximas líneas con mayor detenimiento pero que, sin duda, no solo mantiene la propuesta de la primera temporada sino que eleva el nivel del ejercicio y nos ofrece un viaje prácticamente obligatorio. Un periplo que, en lo particular, me encantaría que fuese eterno pero que, como cualquier acampada, debe finalizar. 

Los fideos son el mejor compañero de viaje

Sin dejar de abrazar el tono de la obra, la segunda temporada de Yuru Camp nos ofrece, bajo un escenario ya trabajado, una nueva perspectiva de la obra a través de nuevos derroteros. Caminos que explorarán la situación actual de nuestras protagonistas, sus nuevas inquietudes y obligaciones, su evolución en el club de actividades al aire libre y, como no podía ser de otra forma, nuevos viajes por Japón a través de diversos y variados campamentos. 

Un trabajo que no podía haberse realizado sin haber asentado las bases hace unos años, pues gracias a la primera iteración pudimos conocer a nuestras protagonistas pero también pudimos dar los primeros pasos ficcionales en lo que acampar se refiere. Pues a pesar de que en esta segunda temporada Yoshiaki Kyōgoku también emplee tiempo para enseñarnos curiosidades sobre el arte de la acampada, fue en 2018 cuando se asentaron las bases iniciales. Unas que se aplican tanto a sus personajes como a nosotros, los espectadores. Por lo tanto, acogiéndose al escenario ya creado e incluso ampliado a través de Heya Camp, la segunda temporada de Yuru Camp inicia su viaje bajo una fórmula similar aunque con nuevos toques. Nuevos condimentos que harán que esta aventura sea incluso más increíble que las anteriores convirtiéndose, de una forma totalmente liviana y taimada, en una de las mejores propuestas de 2021 —y eso que acabamos de empezar—.

Crítica final de Yuru Camp S2 Rin - El Palomitrón

Crecer y madurar

Bajo un marco bastante similar al último que se dibujaba hace unos años, Yuru Camp retoma su viaje con todas sus protagonistas. Y lo hace de una forma bastante especial pues es ahora cuando conoceremos mejor a los personajes sacrificando, cuanto apenas, el tiempo que se tomaba la obra para incidir en todos los aspectos referentes a la acampada. E incido en el tiempo de “preparación” del escenario porque es en esta segunda temporada donde el director compagina mucho mejor el propósito de la obra con sus protagonistas, equilibrando el tiempo y el metraje necesarios para que ambos luzcan en su totalidad.

En esta ocasión volvemos a estar junto a Nadeshiko, Chiaki y Aoi en el club de actividades al aire libre, pero también pasaremos tiempo junto a Rin o Ena además de disfrutar mucho más de personajes como Sakura —la hermana mayor de Nadeshiko—, Minami —la asesora del club— y el abuelo de Rin. Personajes que aparecerán con mayor frecuencia y que aportarán a la obra nuevas perspectivas totalmente relacionadas con los nuevos propósitos. Determinaciones enfocadas a la responsabilidad, al cuidado, a la aventura e incluso al aprendizaje. Un cúmulo de aspectos que además de dotar a Yuru Camp de muchos más matices, la convierten en una obra mucho más coral y funcional que esboza en sus protagonistas los valores necesarios para afrontar la vida, sus responsabilidades y las aficiones por igual. Por lo tanto, tal y como comentaba líneas atrás, será en esta segunda temporada donde verbos como crecer y madurar conseguirán un mayor peso en la historia sabiéndose adaptar en todo momento a la finalidad de la obra. 

Y digo crecer y madurar porque el tiempo pasa, y nuestras protagonistas lo saben. La lozanía va alcanzando una nueva etapa y la segunda temporada de Yuru Camp nos muestra ese momento donde los jóvenes deben empezar a preocuparse más por sus estudios e incluso buscar sus primeros trabajos, aunque sean a media jornada. Trabajos que les ayudarán a curtirse y les permitirá seguir viajando; en este caso, seguir acampando. Porque no olvidemos que, como cualquier salida, todo tiene un precio, y aunque este sea algo menos elevado, todo aquello que le rodea tiene un coste. Y nuestras protagonistas empiezan a sentir que son ellas las que deben hacerle frente y seguir disfrutando de su mayor afición. Así, además de nuevas acampadas, será en esta temporada donde veremos las nuevas barreras a las que se deberán enfrentar todas y cada una de ellas. Pequeños esbozos de realidad que se realizan con un ingenio e imaginario realmente acertados para no entorpecer el ritmo de la serie y saber fusionarse con las propias acampadas

El arte de acampar

Dejando los trabajos de lado, aunque de una forma u otra será un aspecto que nos acompañará prácticamente hasta el final de la temporada, será ahora donde Yuru Camp expanda su potencial y se atreva a explorar el arte de la acampada desde diferentes perspectivas. En la primera toma de contacto con la obra, Yoshiaki Kyōgoku se preocupó de elaborar el material necesario para tener todos los elementos a punto. Una vez pasada esa primera etapa, es en esta iteración donde Kyōgoku se lanza a jugar con las acampadas a placer compaginando el día a día de nuestras protagonistas con el elemento que protagoniza, en cierto modo, la historia. De esta forma, entre clases y jornadas de trabajo, el grupo de jóvenes deberá organizar su agenda para encontrar el momento perfecto para salir a acampar. Una decisión que les sitúa ante el «problema» que presenta esta temporada pero que, sin duda, sabe resolver de forma natural y brillante: la gestión del tiempo

Encajar agendas, horarios, clases y trabajo nunca ha sido tan complicado; por lo que Yuru Camp se acoge a esta situación para crear nuevos escenarios compaginando el día a día con campamentos más alternativos y casuales. Y digo esto porque será ahora donde nuestras chicas se separen para explorar el arte de la acampada cuando el tiempo se lo permita, cosa que hará que nosotros como espectadores disfrutemos de campamentos en grupo pero también de campamentos en solitario. Un espejo de aquello que vivimos en la primera temporada a través de Rin, aquella joven campista que se atrevía a ir sola con su moto a explorar y descubrir qué le podía ofrecer la naturaleza siendo una tienda de campaña su cobijo durante la noche. 

Estas situaciones, que en un principio parece que vayan a fracturar al grupo de amigas, nos demuestran todo lo contrario. A través de los diversos campamentos que viviremos en esta segunda temporada exploraremos muchos lugares de Japón, aprenderemos muchas más cosas sobre el arte de acampar y abrazaremos, junto a nuestras protagonistas, el verdadero significado de la amistad. Porque serán sus experiencias, juntas o en solitario, las que las unirán todavía más como grupo y harán que cada acampada sea una experiencia para todo el grupo, ya sea a través de sus vivencias o de cómo comparten sus momentos entre ellas. Un ejercicio que se gestiona realmente bien a lo largo de la temporada y nos hace ver las líneas que se trazan entre sus personajes, siendo la amistad el vehículo que conduce Yuru Camp allá donde vaya

Pero como era de esperar, no podíamos tener una temporada en la que no hubiese un campamento en común. Una acampada que uniese a todas las chicas para hacernos vivir, junto a ellas, un viaje memorable que, además, cerrará en esta ocasión la temporada. ¿Destino? Izu, un lugar mucho más grande de lo esperado que servirá de escenario para sentir los últimos latidos de esta iteración. Unos que viviremos junto a todas ellas y Minami. Un viaje que, además, unirá diversos puntos y personajes de la temporada y nos permitirá disfrutar de algunos de los paisajes más increíbles presentados hasta el momento; lugares moldeados por momentos, recuerdos e incluso fiestas de cumpleaños. Un lugar que creará una conexión más profunda entre ellas, les hará superar nuevas metas y reafirmará su pasión por el arte de acampar. Uno que se puede vivir y sentir de múltiples formas y que, sin duda, todas prometen seguir realizando y, a ser posible, juntas. Porque acampar en solitario de vez en cuando está muy bien, pero hacerlo con tu grupo de amigues hace que la experiencia se convierta en una única e inolvidable.

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¡Acampemos otra vez!

En definitiva, la segunda temporada de Yuru Camp luce sobremanera en múltiples aspectos, siendo el guion, la fotografía y el ritmo los valores más destacables de la producción; pues la obra no sería lo mismo si no fuera por el trabajo que hay tras ella. Uno caracterizado por el cariño y el cuidado en todos los detalles. Seguiremos teniendo momentos cómicos, momentos entrañables y momentos inolvidables, pero ante todo tendremos momentos únicos con cada uno de sus personajes. Porque esta iteración consigue que todas las voces tengan su espacio, que todas las voces suenen; y aunque parezca una tarea compleja e imposible en trece episodios, en esta ocasión se ha conseguido. Y permitidme aplaudir el cómo se ha realizado. 

No se ha quedado nada en el tintero y el viaje ha cumplido su función. De nuevo, se convierte en uno imprescindible y totalmente disfrutable. Un periplo en el que se alza la bandera de la amistad, pero también el valor de crear una obra sin puntos perniciosos. Yuru Camp es una obra para sentarte, desconectar veinte minutos a la semana y degustar al completo todas sus secuencias. Un título que quizá tire atrás a aquellos más impacientes o que necesiten mucha más acción en pantalla, pero sinceramente creo que es una obra muy necesaria para todes por todos los temas que expone. Una historia que te hace conectar con la naturaleza más pura, reflexionar sobre múltiples cosas, pensar en el verdadero valor de la amistad o incluso de la propia vida; en definitiva, una historia sencilla y pausada pero bastante única en la industria. Un viaje muy necesario que, además de contar con el monte Fuji de fondo, cuenta con un elenco realmente encantador que hará del mismo una aventura sin igual. ¿Para cuándo la próxima acampada? 

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Marisol Navarro

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Publicista aficionada de las películas, las series y el cómic en general. No tengo un género preferido, pero todo lo gore me apasiona. Adoro viajar, y si algún día consigo ir a Japón, sin duda para el trayecto tendré preparada toda la obra de Sui Ishida.