El Palomitrón

Tu espacio de cine y series españolas

CINE CRÍTICAS REDACTORES

CRÍTICA: EL AMOR EN SU LUGAR

ANTEDECENTES

Rodrigo Cortés es un director, guionista, productor y compositor gallego. En su carrera cinematográfica ha realizado películas como Buried (2010), Luces rojas (2012) o Blackwood (2018), para las que ha contado con actores y actrices de la talla de Uma Thurman, Cillian Murphy, Sigourney Weaver, Robert De Niro o Ryan Reynolds. En esos años le dio tiempo, también, a escribir tres libros: A las 3 son las 2 (2013), Sí importa el modo en que un hombre se hunde (2014) y Dormir es de patos (2015). Por si esto no fuera suficiente, también participa en dos podcasts: Aquí hay dragones y Todopoderosos, con Arturo González Campos, Juan Gómez Jurado y Javier Cansado.

Este año ha vuelto a los cines por lo más alto. Además de estrenar El amor en su lugar, Rodrigo ha publicado el libro Los años extraordinarios y ha dirigido uno de los episodios de Historias para no dormir, el reboot de la serie de Chicho Ibáñez Serrador.

LA PELÍCULA

El amor en su lugar abre con un largo plano secuencia que sigue a Stefcla (Clara Rugaard), la protagonista, mientras atraviesa el gueto de Varsovia en el que estuvieron encerrados cerca de 400.000 judíos. Es un ambiente desolador de frío y muerte, en el que los únicos sonidos que se escuchan son los disparos de los soldados nazis y las risas falsas –obligadas por los propios soldados– de los judíos. Stefcla, zigzagueando entre la desgracia, como si no existiera, se dirige rápida hacia el teatro en el que actúa y canta, y que se alza entre esos muros como un oasis en el que el tiempo se para.

Es precisamente en ese teatro donde Rodrigo Cortés aterriza su mirada para ofrecer otro punto de vista sobre el nazismo y el sufrimiento del pueblo judío, fijándose esta vez en aquellas personas que, pese a la difícil situación, decidieron volcar su vida –y su último aliento– en el arte para crear una cápsula en la que sentirse más seguros y, por un momento, felices. Así, el escenario se levanta, frente a la oscura y triste muchedumbre, como un idílico espacio de luz y color separado irremediablemente de la realidad. Rodrigo muestra el lado más inocente y puro del arte, aquel desprovisto del ego del artista, que torna el acto de crear en el de compartir. No importa él, importa el público.

Mientras tanto, los miembros de la compañía de teatro, en especial Stefcla, se ven envueltos en una serie de problemas relacionados con la vida en el gueto. De esta forma, a pesar de mostrar ese oasis que es la obra de teatro, el relato no se olvida nunca del contexto en el que está. Los actores –y la cámara– entran y salen del escenario, remarcando esa diferencia entre la actuación y la situación que viven fuera (y, por lo tanto, dando más valor a lo que hacen en el escenario), llegando a mezclarse ambas realidades. La cámara es consciente de esto último, y por lo tanto se mueve en consonancia: no filma la obra desde la perspectiva única del público, sino que se introduce en el escenario y baila con los actores, porque lo que sucede en la obra –sus miradas, sus gestos, su improvisación– afecta a sus problemas personales y hace avanzar el relato (el de la película y el de la obra de teatro de forma paralela).

Es desde ese inicio con el plano secuencia donde se deja notar el terreno pantanoso en que se mueve El amor en su lugar. Mientras la cámara sigue a Stefcla, se muestran imágenes crudas (muertos, disparos) cuyo impacto se ve rebajado sobremanera por la música de Víctor Reyes, que parece apuntar más hacia un contexto de aventura que uno de terror –que, al fin y al cabo, es lo que es–. La película de Rodrigo Cortés se mueve constantemente en la fina línea entre darle demasiado importancia al romance, y ser demasiado cursi, o mostrar, efectivamente, la parte bonita dentro de una situación desoladora. Curiosamente, se debate entre las dos mismas cosas que su protagonista: el amor o la vida.

El amor en su lugar

ELLAS Y ELLOS

Destaca especialmente Clara Rugaard, absoluta protagonista de la película, y Ferdia Walsh-Peelo, a quien ya vimos en Sing Street (John Carney, 2016) y la serie Vikingos (Michael Hirst).

LA SORPRESA

El regreso de Rodrigo Cortés a la gran pantalla, que se anunció poco antes del estreno de la película en el Festival de Sevilla.

LA SECUENCIA/EL MOMENTO

La entrada del soldado nazi al teatro mientras interpretan la obra. Te deja completamente helado.

El amor en su lugar

TE GUSTARÁ SI…

Si quieres ver una perspectiva distinta sobre los horrores del holocausto.

LO MEJOR

  • No para de entrar y salir de la obra de teatro y eso le da mucho dinamismo
  • La actuación de Clara Rugaard
  • Las partes cantadas

LO PEOR

  • En ocasiones puede resultar un poco cursi de más

Alejandro Pazó

¡No olvides dejar aquí tu comentario!

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.