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CINCO CLAVES DE LA SEGUNDA TEMPORADA DE ÉLITE

Es oficial: Élite lo está volviendo a petar, tal y como lo hizo en 2018 convirtiéndose en uno de los fenómenos televisivos más populares de los últimos años gracias a su sorprendente primera temporada. Este universo de adolescentes de 16 años sin acné que hablan, se comportan y se relacionan como adultos creado por Carlos Montero y Darío Madrona ha regresado con las mismas ganas de atrapar a cada uno de sus jóvenes (y no tan jóvenes) espectadores. En los siguientes párrafos vamos a analizar las cinco claves de la segunda temporada de Élite CON SPOILERS, por lo que si no has terminado todos los capítulos corre, carga Netflix y disfrútalos antes de que alguien te los destripe. 

Ahora sí, demos la bienvenida a un nuevo curso con las cinco claves que han conseguido que esta segunda temporada esté dando tanto que hablar.

MÁS PERSONAJES, MÁS SECRETOS

Todos nos hemos alegrado muchísimo de volver a ver al reparto original de la primera temporada. Lo que no sabíamos es que nos íbamos a poner tan contentos al ver llegar a Las Encinas a tres nuevos alumnos que, por cierto, son dinamita pura. Cuando los creadores de Élite confesaron que estos nuevos personajes “iban a revolucionar la serie” no podían estar más en lo cierto, y es que Cayetana, Rebeca y Valerio esconden un secreto a cada cuál más grande… Y todos sabemos lo golosos que son los secretos en Élite.  

Una vida completamente inventada gracias a un escaparate llamado redes sociales; una nueva rica que ha hecho su fortuna a través de negocios ilegales, y un recién llegado que esconde un amor fraternal más fuerte del que puede confesar. Estas nuevas historias que nos regala el guion de Élite son de lo más suculentas, como se puede ver. Si tuviéramos que quedarnos con una, sería la de Cayetana. No solamente por la magnífica interpretación que hace Georgina Amorós, sino por su importancia en el mundo actual y, sobre todo, por las consecuencias reales que tiene en la trama y en los capítulos finales. El resto, también la de Cayetana en cierta forma, son meros vehículos para las historias del resto del reparto, lo que se va haciendo cada vez más evidente a medida que los capítulos van avanzando y sus historias comienzan a desaparecer, simplemente, porque ya han cumplido su función de heraldo. Eso sí, el viaje se disfruta de lo lindo. Esperemos que en la tercera temporada, que ya ha sido confirmada oficialmente, adquieran mayor protagonismo con historias principales. 

Los nuevos no son los únicos que guardan secretos en la segunda temporada de Élite. De hecho, son los más veteranos los que más tienen que perder si salen a la luz ciertas informaciones. Nadia puede ver cómo su mundo familiar salta por los aires por culpa de su romance con Guzmán; Ander cargará de forma injusta con el secreto más oscuro de Polo; Samuel se tragará sus principios y arriesgará su vida por culpa de los negocios sucios de la madre de Rebeca (una sorprendente Eva Llorach); a Carla no sabemos cómo no se le ha caído el pelo del estrés de encubrir la verdad sobre la muerte de Marina y, por último, Lucrecia, cuya perfecta burbuja va a explotar dejándola sin nada.

Itzan Escamilla Segunda temporada de Élite - El Palomitrón

MÁS FIESTAS

Lo mejor que tiene Élite es lo clarísimo que tiene a su público objetivo y cómo explota esa baza para ofrecer lo que ese target quiere ver: salseos, sexo, alcohol, gente guapísima, música y fiesta. Mucha fiesta. En estos ocho nuevos capítulos se pueden contar, mínimo, cinco fiestas, ya sea en la sala VIP de una discoteca, en casa de Rebeca en el Halloween más americano que se ha visto en España o en una gala benéfica con final (in)esperado. 

En la primera temporada la mayor parte de la acción tenía lugar en el instituto, en estos nuevos episodios la trama prácticamente se desarrolla entre fiesta y fiesta, lo que ha permitido a Élite, de forma muy agradecida, experimentar con la fotografía, la música, el ritmo y las relaciones entre los personajes.

MÁS AMORES

Otra de las claves de la segunda temporada de Élite ha sido, precisamente, esa capacidad para explorar las relaciones entre los alumnos (prácticamente, todos en algún momento de la serie han interactuado entre ellos, incluyendo los menos probables como Omar y Lucrecia, por ejemplo) y crear nuevos líos amorosos. Carla y Samuel, Polo y Cayetana, Lu y Valerio, Nadia y Guzmán (existente en la primera temporada, pero alcanzando aquí su clímax) y, por qué no incluirlo, la “paja entre colegas” de Ander y Polo que ha quedado registrada en la memoria colectiva de manera instantánea. 

Otro de esos amores, pero en este caso no correspondido, que merece la pena destacar es el de Rebeca por Samuel. Es muy interesante ver cómo la serie nos tira a la cara, sin salirse de su tono general, temas capitales como nuestra continua invención de personalidades, ya sea a través de redes sociales o en la vida real, para tratar de agradar y gustar a los demás por mucho carácter que tengamos y lo auténticos que seamos o finjamos ser. La conversación que mantienen Rebeca y Cayetana en la fiesta de Halloween es la prueba definitiva de que, cuando el guion de Élite se lo propone, es capaz de dejar respirar a la serie y a sus personajes. En la primera temporada eso no pasaba. No paraban de ocurrir cosas sin descanso. En este segunda, aún manteniendo el ritmo frenético que todos esperábamos de ella, nos ha sorprendido con momentos más íntimos, silencios y descansos que enriquecen muchísimo la multitud de historias que nos cuenta.

Omar Ayuso Segunda temporada de Élite - El Palomitrón

MÁS «OMANDER»

La relación entre Omar y Ander, quizá la más querida por los fans de Élite, no ha sido fácil ni al comienzo de la serie ni por supuesto lo iba a ser en esta segunda tanda de episodios. Tras irse de casa de sus padres, Omar termina acogido en la de Ander, donde comienza a sentir la libertad que tanto deseaba. Es aquí donde la serie toca uno de los temas menos tratados en cine o televisión en lo que a relaciones LGTB se refiere, la “plumofobia” dentro de las propias relaciones de pareja. La liberación de Omar deshaciéndose de la personalidad que lo oprimía y sustituyéndola por un glorioso disfraz de The Rocky Horror Picture Show es lo mejor que le ha pasado a la serie esta temporada. Su conflicto con Ander, quien tampoco lo tiene fácil al convertirse en cómplice de un asesino, marcará el destino de la relación y nos llevará a última escena de temporada juntos en la que es imposible contener las lágrimas. Tenemos «Omander» para rato en los capítulos que vendrán y no podemos estar más contentos por ello.

MÁS MISTERIO

Lo comentaron Darío Madrona y Carlos Montero en la rueda de prensa que ofrecieron: en esta temporada se iba a continuar con la misma estructura de flashforward que se siguió en la primera. Esta vez, en lugar de llevarnos a conocer quién había asesinado a Marina, el misterio gira en torno a la desaparición de Samuel y su posible muerte. Esa estructura sigue funcionando como un reloj, consiguiendo una carga dramática más que efectiva.

Del final no vamos a comentar nada porque, si lo habéis visto, sabréis que este desenlace es más un peaje para llegar a una tercera temporada que para cerrar de forma convincente esta segunda. No es un mal final, ni mucho menos, pero bien podría tratarse de un final de episodio más que uno de temporada, al dejarnos básicamente en el mismo punto en el que comenzamos. No podemos evitar quedarnos con la sensación de que todo lo ocurrido en la temporada no ha servido para nada y, la mayoría de hechos no tendrán consecuencias en el futuro, salvo en la relación entre Guzmán y Polo.

A pesar de todo, la segunda temporada de Élite es un absoluto placer nada culpable. Esperamos con mucha ansia que termine este curso para que llegue otro nuevo acompañado de una tercera temporada en la que seguirá el salseo, el misterio, el romance y la fiesta en Las Encinas.

Víctor Vargas


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