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ANTIDISTURBIOS

En unos tiempos en los que el relato a medias (cortado, montado o mutilado) es el protagonista de los debates más viscerales, Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña se han atrevido, con mucho tino, a crear una serie en la que un grupo de agentes la Unidad de Intervención Policial (U.I.P), más conocidos como antidisturbios, son los protagonistas. Era una promesa muy arriesgada arrancar con este foco en una época en la que la imagen de estos cuerpos de seguridad está tan deteriorada a los ojos de buena parte de la sociedad y en la que los videos de violencia policial alimentan los enfrentamientos en redes, especialmente en los últimos años y particularmente desde el pasado 1 de octubre de 2017 y ese referéndum que crispó a la población; y tras ver lo que ha cocinado uno de los tándems con mejor salud de nuestra industria las sensaciones son difícilmente mejorables por un buen puñado de motivos.

Adrenalina en vena

Si Sorogoyen es capaz de filmar un largometraje empapado de tensión con una materia prima tan poco generosa para esas lides como la política, imaginar que con Antidisturbios iba a firmar un thriller de escuela no era soñar tanto. Y así lo ha hecho, y así nos lo sirve, con uno de los arranques más electrizantes que ha visto nuestra televisión. Con 40 minutos de relato completo (que tenga que venir la ficción televisiva a enseñar a los medios tiene tela…) en el que asistimos a un desahucio que nos coloca en la piel de unos antidisturbios sobrepasados por una situación en lo que nada suma y todo resta. Lo único que crece en el interior del espectador es el desasosiego, alimentado por una excelente trabajo de montaje armado de  planos cortos y movimientos de cámara que agitan la atmósfera para difuminar el foco y abrir la puerta al estrés, y también y por qué no, a la angustia.

Una desgracia corona una operación condenada desde sus primeros minutos y servirá de hilo para que las tramas se vayan abriendo y desarrollando durante los 6 capítulos de una de las mejores series que vais a ver este año, que eclipsará en la memoria del espectador las grandes virtudes que atesoraba otra serie de género fantástica como era La unidad, y que tendrá que vérselas en los premios con esa apisonadora que es Patria, otra de las grandes citas seriéfilas del año y como Antidisturbios, también presentada en el reciente Festival de Cine de San Sebastián.

Pero la tensión comprimida en la narrativa de la serie no solo vive en su primer capítulo, sino que se extiende a lo largo de la serie a las relaciones entre los propios agentes y a sus relaciones con su entorno, en el ámbito personal y también en el profesional. Como un virus no deseado que pervierte, corrompe y mancilla. Porque Rodrigo Sorogoyen es uno de los mejores en lo suyo, es capaz de agarrotar al espectador con una simple conversación, tirando de oficio y de un talento que ya convirtió en 2013 un rutinario cortejo en una lucha de poder sin cuartel en su aclamada Stockholm. Y quizá en este punto, en el arrastre de la tensión a situaciones poco adrenelíticas per se, es donde reside el verdadero enganche de la ficción, como siempre bien envuelta por su habitual Olivier Arson. No hay fallo.

Un reparto en estado de gracia

Hablar de quién está mejor en Antidisturbios es una buena idea para abrir una mesa redonda porque lo que está claro es que el reparto está la máximo y hay momento para que todos brillen. Desde Hovik keuchkerian, prota absoluto del primer capítulo inyectando serenidad y disciplina a su equipo hasta Raúl Arévalo, que revalida el dulce momento que está viviendo su carrera concediendo espacio a personajes muy alejados de la comedia (no os perdáis su papel en la virtuosa Black Beach), pasando por los recurrentes de Sorogoyen Roberto álamo (Que dios nos perdone) o Nacho Fresneda (El Reino) y por Patrick Criado (en breve le veréis en Bajocero, que ha vuelto a ver retrasado su estreno…) o Álex García (Hasta que la boda nos separe). Todos brillan sí, y mucho. Pero aquí la reina de la función es Vicky Luengo (que como Aura Garrido su relación con Sorogoyen se remonta a La pecera de Eva), que logra construir un personaje que fatiga en su ansia de ir más allá, de analizar lo que nadie analizaría (el gran angular con el que la mira a cámara en muchas tomas no es gratis) y que con la primera secuencia que abre la serie queda perfectamente perfilada. La ambición de Laia es natural porque su cerebro y su instinto se mueven a otro nivel, y acaba vertebrando toda la trama manteniendo el verdadero protagonismo, especialmente en el segundo tramo de serie.

Más allá de la acción policial

El desahucio con el que arranca la serie no es más que un punto de partida, y aunque en un primer momento los integrantes del equipo Puma 93 de la U.I.P. parecen alfiles sobre el damero, pronto se revelarán como meros peones en una trama de corrupción que les manipula, les supera y les condena sin vacilar. La entrada en escena de Laia, un perro de presa canario con un olfato infalible y una perseverancia enfermiza, desplazará el foco de la narrativa a una intriga que pone al poder judicial contra las cuerdas, dando continuidad a esa crítica a la corrupción del poder ejecutivo que suponía El Reino (¿Habrá trilogía sobre la corrupción del poder abordando también el legislativo para cerrar el tríptico?). Esta vez con un problema social que se instaló en nuestros informativos con la crisis de 2008, y que aún hoy en día ni se ha superado ni tiene visos por obra y gracia de los fondos de inversión y los procesos de gentrificación que padecen los vecinos de los barrios céntricos de las grandes ciudades. Volvemos a construir un thriller articulado en la conversación social, en los problemas y las vergüenzas que todos hablamos y discutimos en nuestras casas, en los bares o en los canales sociales.

Paralelo a este desarrollo de asuntos internos, Antidisturbios se convierte en un puzzle de personajes y dibuja con mucha profundidad la personalidad de cada uno de los integrantes de la unidad policial, tocados todos ellos en su línea de flotación por el suceso del desahucio y sus consecuencias. Marcados a fuego por un incidente al que el espectador asiste desde un palco VIP y que invita por sí mismo a la reflexión o simplemente a afianzar el punto de vista sobre las polémicas que envuelven las acciones policiales que requieren intervenciones de esta naturaleza. Todas las debilidades, pulsiones  y dudas de los integrantes del grupo salen a la luz al no controlar ni la situación ni sus posibles desenlaces. Y todas sus sensaciones, captadas con una cámara que perservera en aproximarse a sus rostros para que nada, gestos, muecas o miradas, se escape.

Guardando un equilibrio modélico, Antidisturbios deja en manos de la audiencia las lecturas proponiendo con elegancia las líneas de discusión pues pocas veces se tiene en cuenta que las órdenes de actuar (lo que viene siendo cargar) vienen de arriba y tampoco ignora la serie la violencia instaurada en sus individuos. Lo que también persigue es humanizar (o blanquear, depende siempre de la montura…) a sus personajes mientras asistimos a una de las mejores ficciones del año, un año en los que las series españolas están demostrando muchas cosas y alcanzando unos niveles realmente competitivos. En definitiva, que la vais a devorar.

¿Dónde y cuándo?

  • Fecha de estreno: 16 de octubre de 2020
  • Plataforma de emisión: Movistar+
  • Número de episodios: 6
  • Duración aproximada: 50 minutos
  • Te gustará si te gustan: El thriller salpicado de corrupción con un cuidado muy especial por el plano personal de sus personajes y su reacción a las consecuencias. 

PATRIA: TODOS SOMOS PARTE DE ESTA HISTORIA

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.