SOLO LEVELING: CAMBIANDO LAS REGLAS DEL JUEGO
La globalización ha traído consigo una serie de cambios profundos en la manera en la que consumimos cultura. En los últimos lustros se ha producido una democratización de la cultura; una cierta remodelación de la cadena de producción que ha propiciado que los consumidores tengan ahora la posibilidad de elegir entre una amplia variedad de oferta. El tema da para debate, pues a pesar de las aparentes bonanzas de la situación actual, siempre hay algún que otro frente abierto y ciertos aspectos —como, por ejemplo, el hecho de engullir productos culturales como hambrientos clientes de un buffet libre— que convendría pararse a darles alguna que otra vuelta. El hecho de que, precisamente, vaya a hablar sobre el primer volumen de Solo Leveling encapsula a la perfección la evolución del consumo de cultura; y es que la adaptación webtoon de la novela original homónima —escrita y ya finalizada por Chugong— es un cómic digital a color de origen surcoreano, pensado primigeniamente para ser leído en dispositivos móviles verticalmente y en sentido de lectura occidental.
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Poco a poco, Corea del Sur se ha convertido en otra veta de la que poder extraer petróleo creativo, y las editoriales del mercado español son conocedoras de este fenómeno que parece haberse asentado y consolidado firmemente, dejando de lado, quizá, esa sensación de boom pasajero. Tal y como hiciera hace años Milky Way Ediciones con la exitosa Killing Stalking, es ahora Norma Editorial quien se hace con los derechos de publicación de Solo Leveling, uno de los manhwa que, sin duda, mayor furor está causando desde que comenzase allá por 2018. Con la confirmación de un videojuego y una adaptación live-action en producción —y, muy probablemente, una adaptación anime que no tardará en caer—, Solo Leveling parece ser lo suficientemente atractiva y comercialmente exitosa como para publicar en volúmenes físicos los más de 150 capítulos que lleva actualmente el webtoon —la serie se encuentra ahora en su segunda temporada y parece que aún tiene bastante por contar—. ¿Es, pues, Solo Leveling una obra que cumple con las expectativas generadas por un ferviente fandom? Las respuestas aguardan, tal vez, en las profundidades de la mazmorra; en el abismo de la locura.
Hace aproximadamente una década, unos extraños portales aparecieron en determinados puntos alrededor del mundo. Estos portales son el nexo de unión entre el mundo real, nuestra realidad, y una extraña dimensión alternativa que alberga criaturas monstruosas. La repentina aparición de los portales trajo consigo otro fenómeno sobrenatural: el despertar; una especie de evolución de las habilidades y características humanas experimentada únicamente por un escaso porcentaje de la población. A estos humanos bendecidos se les conoce como cazadores, y son los únicos con las aptitudes necesarias para sumergirse en los portales, acabar con los terrores que habitan en su interior y saquear todos sus recursos. Si no lo logran dentro de un plazo determinado, el portal se abriría completamente y los agentes de esa otra dimensión invadirían el mundo real.
Respaldados por el gobierno y con una asociación perfectamente consolidada, el de cazador se ha convertido en otro empleo de tantos, con jugosos beneficios económicos para quienes hayan tenido un despertar más afortunado. No es el caso del protagonista de Solo Leveling, Sung Jinwoo, un veinteañero que hace lo que puede ostentando el rango E —el más bajo del gremio— mientras, literalmente, se deja la salud en las diversas incursiones o «raids» que realiza con tal de ganar suficiente dinero para pagar las facturas médicas de su madre hospitalizada y una educación universitaria para su hermana. Un día, en una misión aparentemente sencilla de rango D en la que Sung Jinwoo y otros cazadores más avezados deciden internarse, un inesperado giro de los acontecimientos propiciará que Sung, «el cazador más débil», se vea envuelto en una peculiar e inusitada situación que hará derrumbar su estatus actual. Una evolución que hará referencia al propio título de la obra.
La premisa de Solo Leveling es simple, insultantemente simple. La obra original de Chugong, adaptada a webtoon por DUBU (REDICE STUDIO), bebe de la literatura asiática en cuanto al viaje del héroe arraigado en orígenes humildes y cuya evolución termina convirtiéndole prácticamente en una deidad. Sin necesidad de irse muy lejos, otros webtoon de géneros análogos como The God of High School o Tower of God son ejemplo de ello. Pero Solo Leveling también se acoge a las estructuras e ideas propias del videojuego de rol para construir su narrativa y endulzar todo el lore de su universo. Sin embargo, y a diferencia de tantos y tantos isekai que se sirven de este tipo de elementos amoldándolos a universos de fantasía, Solo Leveling reniega de reencarnaciones y encerronas en otros mundos en pos de llevar su componente de fantasía a la realidad.
Aunque podría haber cierto debate en torno a si Solo Leveling figuraría dentro del género isekai o no, creo que encaja mejor dentro de la fantasía urbana. Porque si bien es cierto que, técnicamente, los portales que dan acceso a las mazmorras son estancias, constructos de una realidad diferente, las diferentes implicaciones tienen un efecto en la realidad humana. Son grietas, agujeros de realidad superpuesta, pero siempre contemplados como algo a lo que poder extraer un rédito bajo un sistema y una burocracia creados por y para la ocasión. Vienen a representar la misión diaria o semanal de cualquier MMORPG, un elemento disruptivo y gamificador que retuerce la realidad tal y como la conocíamos.
Y es que, como comentaba, la narrativa de Solo Leveling se acoge al medio del videojuego y, concretamente, a dicho género en cuestión para sustraer ideas, asentar sus bases y construir en adelante. No es la primera obra que lo hace, insisto, pero sí hay un esfuerzo tácito por llevar a cabo un trabajo de escritura más natural y orgánico. Que la obra comience prácticamente en medio de una misión con apenas un par de pinceladas generales previas del contexto ayuda a ello; Solo Leveling huye del infodumping y se decanta por la línea del mostrar en lugar de contar. Es a través de las dinámicas entre los distintos personajes donde la obra va expandiendo su vertiente más rolera: roles y rangos, funcionamiento de misiones, recompensas, labores de los cazadores… Cualquiera mínimamente familiarizado con el género encontrará pequeños detalles en los que la obra de marras dedica especial atención.
Tal vez ese sea el aspecto más notable de los primeros compases de la obra, lo mundanal de su tono a pesar de los revestimientos de fantasía que recubren el conjunto. El grupo de este primer «raid» no es ningún grupo de héroes; es una amalgama de individuos con diferentes objetivos que, cuando las cosas salen mal, caen ante el miedo, el egoísmo, el individualismo o la ambición. Son figuras que, al fin y al cabo, demuestran aquello que son: humanos. De alguna forma, es como si los autores desmitificaran el rol del héroe, tratándose aquí como simples humanos con suerte que pueden ganarse la vida con una profesión distinta. Salvar el mundo parece algo secundario o complementario y, sinceramente, hay pocas cosas más humanas que dicho comportamiento.
Tal y como comentaba, Solo Leveling hace gala de una premisa muy sencilla y un desarrollo inicial que transita por lugares comunes. Es un hecho, pura objetividad, pero esto no implica que la obra sea mala per se; ahí está, por ejemplo, Jujutsu Kaisen, un manga que pese a sus numerosos tropos y convenciones del género logra despuntar por una ejecución sobresaliente. Tal vez con un único primer volumen aún es pronto para hablar, pero Solo Leveling desprende un aroma similar. La forma con la que trastea con los elementos sustraídos del videojuego y el giro argumental que tiene lugar en las últimas páginas dejan entrever ciertas ganas por hacer que lo genérico de su propuesta se vea opacado por un vistoso y frenético desarrollo. Creo que ese es el espíritu de la serie, y sin duda la explosividad artística de su dibujo es una de sus grandes bazas. A pesar del fuerte carácter introductorio de este primer volumen, que hace las veces de gran prólogo, DUBU maneja con gran acierto los ritmos narrativos al prescindir de diálogos latosos que ralenticen la acción y opta por una narración muy fluida a través de diálogos concisos y certeros. Se trata, de nuevo, de ese «muestra, no cuentes» con el que tanto se prediga a la hora de enseñar a escribir —o intentar, al menos— buenas historias.
El éxito de esta decisión creativa está fuertemente vinculado al despliegue artístico con el que el artista surcoreano ilustra Solo Leveling. La versatilidad con la que aborda las diferentes situaciones, la explosividad de las escenas de acción, una composición de «página» que deja respirar y antepone el dinamismo de la lectura o los diferentes efectos logrados gracias al uso de un color que, pese a no alcanzar el nivel de pulido del cómic americano general, es lo suficientemente voluble y enérgico como para servir de estímulo muy satisfactoriamente, son los puntos clave de un manufactura artística que, recordemos, tenía un ritmo de publicación semanal. En fondo y forma, Solo Leveling aspira a ser el equivalente a un blockbuster, a uno de esos largometrajes palomiteros con los que, quizá, cueste entrar en primera instancia, pero que con el paso del metraje, su ejecución y acción bombástica hacen que sea difícil apartar la mirada y no pedir algo más.
Como decía, hablar del título de marras teniendo en cuenta las características de este primer volumen es complicado, incluso injusto. Porque a pesar de lo manido y de algunas temáticas excesivamente manoseadas, se le ven los mimbres para poder construir más adelante algo con cierta identidad y estilo propios. Solo Leveling es una coctelera de ideas y géneros que demanda cierta paciencia debido a su longevo desarrollo, pero que tiene la capacidad de suscitar una serie de cuestiones y premisas interesantes, además de erguirse con una narrativa y un worldbuilding que encontrará complicidad en los aficionados del videojuego de rol. Solo Leveling se ha convertido en un fenómeno internacional e, independiente del contenido, su publicación en el mercado español es sumamente positiva. Es otra prueba fehaciente de la evolución de la industria, de las tendencias y cambios en el consumo; otra manera de entender el cómic —sobre todo en su formato original—. Su lanzamiento es una puerta de entrada más, un vehículo para que manhwas menos populares encuentren un hueco en el mercado occidental. Solo por eso, títulos como Solo Leveling cumplen con un rol fundamental que es difícil ignorar.
Edu Allepuz