El Palomitrón

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PRIMERAS IMPRESIONES REDACTORES SERIES

LAS CHICAS DEL CABLE: UNA OPORTUNIDAD PERDIDA

Blanca Suárez - El Palomitrón

Que Netflix decidiera que fuese Bambú la productora encargada de hacerse cargo de su primera serie española y que el proyecto fuera precisamente Las chicas del cable nos daba una idea clara de las intenciones de la plataforma: tener en catálogo un producto comercial que les ayudase a conseguir nuevos suscriptores entre los espectadores de la televisión lineal en nuestro país.

La decisión, que estratégicamente es buena, a su vez nos desilusionaba. En un escenario con tan pocas ventanas de exhibición, que una plataforma de streaming (que probablemente no vaya a invertir mucho más en ficción española) haya producido una serie que podríamos ver en el prime time de Antena 3 nos dejaba la sensación de oportunidad perdida. Aun así, albergábamos la esperanza de que Bambú tomase algunos riesgos narrativos y aprovechase la ocasión para presentar una propuesta diferente a sus anteriores proyectos. No ha sido así: Las chicas del cable es una serie de lo más convencional y no es de lo mejor de la productora.

La fórmula Bambú

Cable Girls - El Palomitrón

Bambú tiende a repetir el mismo patrón en muchas de sus series: desarrollar personajes buenos (muy buenos) y malos (muy malos) y colocar entre ellos a un protagonista que se mueve entre el bien y el mal obligado por las circunstancias. Lo fueron Tristán Ulloa en Gran Reserva o Yon González en Gran Hotel. En Las chicas del cable, es Blanca Suárez (El bar) quien interpreta a Alba, una mujer que roba por necesidad y que vive una doble identidad para evitar ir a la cárcel. Por obligación, acaba infiltrándose como telefonista en la compañía telefónica estatal para robar dinero de su caja fuerte.

Para llegar hasta ese punto, el primer episodio precipita las tramas, a veces de forma atropellada y mal ejecutada, para intentar no solo que conozcamos a las protagonistas, sino que acabemos queriéndolas. La serie desconfía de la inteligencia del espectador y le masca toda la información que precisa para comprender una historia de por sí nada compleja. Se abusa excesiva e innecesariamente de la voz en off de Blanca Suárez y los personajes comentan constantemente sus sentimientos.

Los diálogos, llenos de lugares comunes («prefiero pedir perdón a pedir permiso», «mírame a los ojos y dime que ya no me quieres»), resultan poco convincentes y más propios de una serie de sobremesa que de un proyecto de esta envergadura. Los pocos (aunque bonitos) decorados y la falta de exteriores enfatizan la sensación de estar viendo más un culebrón que una serie de gran formato.

La necesidad de subrayarlo todo

Nadia de Santiago - El Palomitrón

La música es un personaje más en Las chicas del cable. Al estilo de El gran Gatsby, la serie se toma la licencia de usar temas contemporáneos en un drama de época. Como recurso narrativo no sería mala idea si el abuso de las canciones no se forzara tanto para enfatizar el drama, a veces incluso entorpeciendo la escucha de los actores. Es imposible ver una escena romántica de Blanca Suárez y Yon González sin una balada de fondo.

Es una pena que el intento de contar una historia de superación femenina en el Madrid de los años 20 haya quedado en algo tan obvio. La chica de pueblo (Nadia de Santiago) lleva sombrero de paja y la feminista (Ana Polvorosa) es lesbiana.

El feminismo para dummies tenía su lógica en la ficción de los 90, pero en 2017 hay conceptos que necesitan explicarse con mayor complejidad. Además, resulta chocante no encontrar mujeres de mediana edad (excepto las breves apariciones de Luisa Gavasa y Kiti Mánver) en una serie que habla de feminismo en un contexto laboral. La necesidad de contar con protagonistas jóvenes llega hasta el punto de hacernos creer que Concha Velasco es madre de Martiño Rivas. Pese a todo, la elección de las cuatro chicas es acertada y la química entre ellas funciona casi desde el principio.

Ser prolífico, un arma de doble filo

https://www.youtube.com/watch?v=lfIQAnrVPlI

El éxito de Bambú en los últimos años se explica gracias al talento para combinar drama, misterio y romanticismo con historias bien ambientadas y para todos los públicos. El hecho de que sea un pequeño equipo, con Ramón Campos, Teresa Fernández-Valdés y Gema R. Neira como mentes pensantes y Carlos Sedes dirigiendo buena parte de los episodios, les puede pasar factura ahora que andan desarrollando tantos proyectos paralelos.

La productora acaba de finalizar Seis hermanas en TVE, para la que ya está preparando una nueva serie de prime time protagonizada por Paula Echevarría. Además, se encuentra rodando Tiempos de guerra y en proceso de adaptación de la novela Fariña, ambas para Antena 3. También estrenará próximamente en la cadena de Atresmedia la docuserie Lo que la verdad esconde, centrada en el caso Asunta. En septiembre llegará a Movistar Plus Velvet Colección, spin-off de su exitosa serie, y ya hay confirmada una segunda temporada de Las chicas del cable. Demasiados proyectos que pueden hacer mella en el resultado final de sus productos.

Fon López

2 COMENTARIOS

  1. El grandisimo problema de la ficción española son sus oligopólicas productoras, con una falta descacharrante de agallas para innovar y atreverse. Y no lo hacen simplemente por que no tienen que hacerlo: por ahora siguen realizando series. Tratan al espectador como idiota, masticandote la comida y ayudandote a tragarla. Es obligatorio al parecer, meter la trama romántica forjada a golpe de frasecita cliché, en muchas ocasiones anacrónicas incluso.

    Pensé que fuera de los lazos de la publicidad que tiene como consecuencia emitir en un canal privado, se atreverian a hacer algo fuera de convencionalismos, máxime con un tema tan necesario y actual como la discriminación laboral por género. Pues no. Es otra mas.

    O empiezan a aceptar guiones adaptados a nuestra época y al enorme listón de la ficción extrangera y a cambiar la mentalidad cañí con la que se afrontan estos productos, o están condenadas al fracaso.

    • Por suerte, tenemos otras series en España que escapan a esos parámetros. A veces se cumple el milagro de encontrar una productora asentada como Globomedia y que te presente un producto tan valiente como Vis a vis. Este año se han estrenado dos propuestas interesantes en abierto como Sé quién eres y La casa de papel, y a partir de septiembre creo que veremos cosas chulas en Movistar. Las chicas del cable puede ser una excepción en el principio de un momento dulce para las series españolas, o al menos eso quiero creer 🙂 ¡Gracias por comentar!

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He crecido viendo a Pamela Anderson correr a cámara lenta por la arena de California, a una Carmen Maura transexual pidiendo que le rieguen en mitad de la calle, a Raquel Meroño haciendo de adolescente con 30 años, a Divine comiendo excrementos y a las gemelas Olsen como icono de adorabilidad. Mezcla este combo de referencias culturales en una coctelera y te harás una idea de por qué estoy aquí. O todo lo contrario.