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HOTEL COPPELIA

LOS ANTECEDENTES

Hace diez años que José María Cabral, a inicios de la veintena, llevó su primera película, Jaque Mate, a la carrera de los Óscar al Mejor Filme de Habla no Inglesa. A pesar de que su carrera ha ido en una constante estela ascendente, no es hasta sus películas Carpinteros (2017) y El proyeccionista (2019) que el nombre del director se asienta en los círculos independientes de cine. Es este 2021 cuando se estrena la película que nos ocupa, Hotel Coppelia, inmenso retrato de tiempos convulsos de su propio país, República Dominicana. Arropada por un magnífico repertorio de películas que se exhiben en el BCN FILM FEST, algunas de las cuales ya hemos tratado aquí y aquí, Hotel Coppelia es la tercera película de habla hispana que nos ocupa en un festival que está dejando un muy buen sabor de boca y que nos recuerda que el cine sigue bien vivo.

LA PELICULA

Hotel Coppelia no es sólo un lugar, sino también un momento histórico. Quizá esa sea la clave para entender una película que no habla sólo de los conflictos de un país, sino también de los protagonistas de estos. Ubicada en 1965 en República Dominicana, la película arranca con la imagen de una mujer frente al mar junto al que ha crecido para luego llevarnos al interior del mítico Hotel Coppelia del que es dueña, un hotel que vivió tiempos mejores y que ahora sigue en pie gracias a la labor de una propietaria que ha convertido sus habitaciones en un prostíbulo que abre las puertas cada noche. La música, las cadencias de los cuerpos femeninos, el alcohol y las voces surgidas de entre el humo del tabaco de cada mesa llenan noche tras noche el vetusto hotel hasta que un día la metralla de las balas y los gritos indignados de la multitud cierran sus puertas. Ha empezado una rebelión por restituir al legítimo presidente del país y, aunque la dueña del hotel intente retener la tradición en el interior, en las calles ya se huelen los vientos de cambio que hundirán lo poco que queda del antiguo hotel.

Es difícil expresar con palabras lo que llega a transmitir Hotel Coppelia, puesto que el magma de un buen reparto, el guion continuamente inesperado con un fin sorpresivo, la mar frente a la cual descansa desde hace décadas el hotel o una fotografía que con habilidad retrata la luz de la decadencia no sólo del edificio sino de todo un país convierte a la película en un generoso dulce que durante casi dos horas nos roba un tiempo que pasa veloz. Hotel Coppelia son muchas cosas, pero también un placer para los sentidos que difícilmente se hace olvidar con facilidad, a pesar de los cruentos hechos que se narran de la Revolución del 65 en el país.

Es importante entender esto para comprender la última película de José María Cabral, pero tampoco debemos quedarnos en la superficie de la música, la azotea frente a la mar y la luz del Caribe, ya que Hotel Coppelia es también el retrato histórico de un país en busca de su propio rumbo. La película es, pues, no sólo un fresco de los vaivenes del país caribeño durante su breve guerra civil, sino también el retrato de la decadencia de las grandes dinastías históricas que acaban siendo barridas por los vientos de la historia, tal como podemos ver a medida que avanza el metraje y el Hotel Coppelia pierde primero los clientes, luego sus propias prostitutas, posteriormente su independencia y así de una forma constante se deshilacha la esencia de un lugar barrida por los vientos de cambio mientras su histórica dueña se intenta aferrar, estoica, a su hotel frente a unas circunstancias que la obligarán a reconocer que el mundo que separa la calle del interior está cambiando.

Es así como la dueña del hotel, Judith, interpretada por una magnífica Lumi Lizardo, se acaba convirtiendo en la cara visible de la institución a la que representa. Su determinación por sacar adelante un lugar que reconoce que vivió tiempos mejores y por instruir a su próximo sucesor igual que ella fue la sucesora de su propio padre al frente del hotel provocará el constante avance del guion cuando las circunstancias motivaban el fin de una dinastía histórica, pero también obligará a todas las mujeres que acaban permaneciendo en el hotel a repensar sus circunstancias y su vida pese a los difíciles tiempos que vivirá el lugar primero por los rebeldes dominicanos para restituir al verdadero y legítimo presidente y posteriormente ante la invasión de Estados Unidos. El personaje de Judith es, en definitiva, la columna vertebral sobre la que se yergue toda la estructura de la película y la actriz que lo llena realiza una interpretación exquisita a lomos de un reparto que no se queda atrás.

Mención aparte merecen los pequeños detalles de la cinta que nos ayudan a entender mejor la complejidad que guarda esta: el libro Rebelión en la granja que una de las prostitutas lee viendo cómo un antiguo orden cae para levantarse uno nuevo seguramente igual de injusto, el caballito de mar atrapado en las rocas cuando baja la marea y tomado por Judith y que acaba muriendo en una pecera cuando empiezan los conflictos como símbolo de su propia independencia o una bala que acaba convertida en el lugar que merecen las cosas.

ELLOS Y ELLAS

O, más bien, ellas. Como hemos mencionado anteriormente, el gran papel de la película le corresponde a Lumi Lizardo (Trilogía Rubirosa) como la gran dueña del hotel que, ante todo, pretende mantener viva la antorcha que un día le dio su padre. Nashla Bogaert (Las pequeñas cosas, Nadie muere en Ambrosía) interpreta el papel de Gloria, una de las prostitutas que permanece hasta el final en el hotel y que irá entendiendo la realidad cambiante que la rodea, algo similar a lo que le ocurrirá al personaje de Jazz Vilá (Paquita Salas, Skam España), quien interpreta a una mujer trans que también vende noche tras noche su cuerpo y que tendrá que acabar decidiendo su propio destino. Nick Searcy (The man from nowhere) interpretará al coronel Thompson y, junto al teniente Bryan Jackson, interpretado por Jan Kutrzeba (Madam Secretary, Camp Wedding), ambos serán las caras visibles de la ocupación estadounidense.

LA SORPRESA

A pesar de que los acontecimientos históricos son parte del eje central de la película, para un ojo no instruido en la materia histórica de República Dominicana, la sucesión de hechos históricos encadenados entre sí que socavan la cotidianeidad del hotel son un regalo ante retos cada vez mayores que la dueña del lugar tendrá que enfrentar para poder sobrevivir.

LA SECUENCIA/EL MOMENTO

El momento en que Judith comprende el destino de su propio hotel y la determinación que toma frente a dicho suceso.

TE GUSTARÁ SI…

Pretendes dejarte embriagar por una propuesta que aúne una buena historia con grandes sucesos históricos.

Buscas un cine protagonizado por mujeres que tomen las riendas de su propio destino pese a las constantes circunstancias en contra.

LO MEJOR

  • Esos momentos de intimidad cuando las propias prostitutas descubren en los soldados que la diversidad no sólo de cuerpos sino de sentir son inherentes a todo ser humano.
  • Las privilegiadas vistas del Hotel Coppelia, balcón maldito desde donde se suceden los acontecimientos constantes que hacen al hotel un suculento lugar estratégico. La fotografía lo acaba convirtiendo en un lugar mítico al que siempre se querrá regresar.
  • Todo un reparto entregado a unos personajes que no dejan indiferente.
  • La película se acaba convirtiendo en una visita al género de los dramas históricos de época actualizado desde una perspectiva actual.

LO PEOR

  • Que haya gente que se acerque a la película pensando en una película bélica, ya que Hotel Coppelia ni es ni pretende ubicarse en dicho género.

Javier Alpáñez

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