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división narrativa de So, I'm a Spider, So What?
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LA DIVISIÓN NARRATIVA DE SO, I’M A SPIDER, SO WHAT?; UN AS BAJO LA PATA

Mentiría si dijese que me he sorprendido esperando semana a semana un nuevo capítulo de So, I’m a Spider, So What?. Una apuesta arriesgada, una idea excéntrica como ninguna y la idea de redirigir el curso de un género que parece anclado en los mismos tropos de siempre. Pero incluso así reconozco que hay cierta sorpresa en el hecho de no haberme equivocado, cerrando cada capítulo con la necesidad de ponerme con el siguiente.

Con contrincantes tan interesantes como That Time I Got Reincarnated as a Slime o Re:Zero en su misma trinchera, la adaptación de la obra de Okina Baba, la “serie de la arañita” se ha hecho con la delantera en una temporada muy disputada y con un as bajo la manga (o la pata) que no esperaba en su inicio.

Jugando con los tropos del género

La idea de cambiar la estructura de un isekai para convertir al personaje protagonista en una pieza ventajosa del tablero no es particularmente nueva. Incluso la contradicción de hacerlo a través de un avatar tan inofensivo como resulta Kumoko es ya una jugada conocida. Con esas, no esperaba mucho más que el desarrollo personal de la chica/araña a través de una mazmorra llena de monstruos aderezada por el uso de la comedia de la que ya presume su título.

Y bien, es algo que no echamos en falta. Kumoko tiene su espacio en todos los capítulos emitidos hasta ahora. No solo para hacernos esbozar alguna que otra sonrisa son sus salidas de tono, sino que además la evolución de su personaje es genuina. Dentro de los parámetros de la obra, por supuesto, pero hay tensión en sus líneas. El enfrentamiento contra los monos sube el listón muy alto y la gestión emocional y narrativa se hace notar por segundos, llevando a su protagonista hasta el límite en diferentes ocasiones y convirtiendo la acción en parte de su mecanismo pero dejando que la tensión ocupe el plano por completo. Una apuesta arriesgada que acaba por quedarse con todo.

Pero la sorpresa no es tanto el que la serie dé en el clavo, sino que esconda otro más. Porque Kumoko es prácticamente tan protagonista como lo son Shun y el resto de reencarnados, que suben al escenario para escenificar una dicotomía narrativa en la que ambas obras se superponen para definir lo que todo apunta, será una misma representación final. ¿El resultado? Un cambio de enfoques que da y toma todo lo que necesita la obra para funcionar.

Un equilibrio perfecto

Con perfecta sincronía, los dos lados de la obra se dan la mano para compensarse el uno al otro. Cuando el lado de Kumoko parte de la comedia pura, el desastre se desata en el lado de los reencarnados. Cuando la aparición del resto de la clase hace las veces de mecánica de construcción, Kumoko equilibra la balanza con un episodio marcado por la tensión y la crueldad. De una forma u otra, So, I’m a Spider, So What? siempre consigue cerrar todos los flancos en una formación sólida.

Es una contraposición muy fuerte a la visión de la serie que teníamos hasta ahora. Y es que su adaptación al manga no incluye el lado humano, limitando su acción únicamente a lo que ocurre entre las cuatro paredes cavernosas y escindiendo gran parte del atractivo — pese a que su material original va más allá, no contamos con él en nuestro territorio, por lo que queda fuera de comparativas.

Mientras la crudeza que se da en la caverna suma puntos y construye poco a poco a su personaje principal, es lo que ocurre en el exterior lo que sirve las veces para dar forma a su mundo. No solo sabemos que hay más personajes con el rol de reencarnades, sino que además sabemos que algunes de elles se encuentran en paradero desconocido, incluso muertes. Más allá de ello, su división también ayuda a construir un personaje tan férreo como el de Oka (Filimos), quien sale de las concepciones del resto del plantel y, para más inri, parece tener un control exhaustivo sobre el mundo y sus reglas.

Pero hay más. Por supuesto que hay más. Shun ejerce las veces del clásico héroe de ficción, con ideales puros que demuestra, además, arrastrar de otra vida. Pero en contraposición a él tenemos a un sociópata narcisista que ve en su reencarnación un ejercicio de poder, sin pensar en cómo sus acciones pueden incidir en la política de este nuevo mundo. A su lado, Yuri resulta haberse convertido en una huérfana acogida por la iglesia. Ahora fiel devota y trastornada por los dogmas, comienza a mostrar una peculiar mentalidad más cercana a la de una psicópata que a la de su vida anterior, donde se muestra como una chica tranquila.

La introducción de Fei acarrea además la culpabilidad consigo, creyendo que su nueva figura —la de un pequeño dragón de tierra— se debe al bullying que ejercía sobre Kumoko, además de contar con uno de los desarrollos más notables de su trayectoria. Aunque versando sobre las leyes de la fantasía, Katia parece ser una pequeña taza de inclusividad, apostando por el genderbender de la forma más natural posible y aportando cierto nivel de raciocinio al elenco.

Dos lados de una misma historia

Con estas, la división narrativa de la obra cobra fuerza jugando a ambos lados del tablero. Mientras Filimos advierte a sus alumnos el hecho de que no deben mejorar sus habilidades, Kumoko se ha convertido en una suerte de araña invencible, haciendo de ese agridulce camino una forma de perfeccionar sus habilidades y convertirse en un enemigo notable en vez de una presa fácil.

La propia figura de la profesora advierte que hay una importante correlación entre ambas corrientes y, de nuevo, el hecho de que sea capaz de interferir en las leyes abre todo un abanico de posibilidades, además de los numerosos misterios que se ciernen bajo ella. Incluso la existencia de entes divinos con mayor similitud a la de un administrador que la de dioses.

A sabiendas de que todo movimiento puede tener efectos en ambos lados del tablero de juego, cada pequeño avance de Kumoko o el resto nos lleva a una pequeña revelación que ilumina parcialmente el terreno todavía desconocido en sus extremos. Quién es realmente Oka, donde se encuentra Kumoko o qué aspectos ocultan los estudiantes externos al grupo principal son algunos de los pequeños misterios que dibuja su narrativa. Y esa, realmente, es la sorpresa que esconde Kumo Desu ga, Nani ka? en su estructura.

Sinceramente, que la sorpresa de una obra como esta sea algo ajeno a su propia premisa habla por sí sola.

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Óscar Martínez

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.