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Crítica de Shingeki no Kyojin 4x01 destacada - El Palomitrón
ANIME / MANGA CRÍTICAS REDACTORES

SHINGEKI NO KYOJIN: MI GUERRA

No cabe la menor duda de que el final de la tercera temporada de Shingeki no Kyojin fue decisivo por varias razones. La primera, por el impacto en el devenir de la trama, por todo lo que implicaba aquel viejo sótano que había resistido los embates del tiempo aguardando al hijo pródigo, a un Eren que guardaba consigo la llave para abrir la Caja de Pandora. Héroes y villanos, ángeles y demonios, marleyanos y eldianos. La verdad —si es que acaso existe una verdad universal— por fin era libre, y el pueblo eldiano exiliado en la Isla Paradis por fin entendía el porqué de sus circunstancias, el porqué de una vida condicionada por el cobijo y la sombra de las imponentes murallas que hacían las veces de prisión y refugio.

La última entrega de la temporada, «Al otro lado de las murallas», servía para enaltecer uno de los mensajes más claros de la obra: la búsqueda de la libertad. La recuperación y reconstrucción de lo perdido —menos las vidas humanas, por supuesto— y la expedición hacia los confines de su pequeño mundo insular para atisbar el tan ansiado mar eran el resultado de años y años de sufrimiento, supervivencia y constantes actos de fe. Se trataba de un episodio de pura catarsis, de liberación y recompensa emocional para sus protagonistas, pero no para todos. No para Eren Jaeger. Insatisfecho y apático, formula la pregunta que da pie a todo lo que ocurrirá en el futuro. Si matan a los enemigos del otro lado del mar, aquellos que les condenaron y demonizaron, ¿podrán, al fin, ser libres de verdad? Es el interminable ciclo del odio y la violencia.    

Crítica de Shingeki no Kyojin 4x01 Reiner - El Palomitrón

Wit Studio cerraba la tercera iteración de la popular adaptación con un final, a fin de cuentas, agridulce, pero fiel a otro de los mensajes de la obra de Hajime Isayama: la querencia del ser humano por la violencia. Pero su conclusión también tenía otras implicaciones ajenas a la propia trama; Wit Studio anunciaba oficialmente su desvinculación de la franquicia. Tras seis años de duro trabajo, el estudio de Tokio abandonaba su magnum opus, principalmente por factores de capacidad y recursos. La producción de tres exigentes temporadas había dejado exhausto a un estudio que necesitaba sondear nuevos horizontes y asumir otro tipo de retos, como los de Vinland Saga o The Great Pretender. Así pues, la cuarta y última temporada de uno de los animes más importantes de la década se ha visto envuelta en un constante ruido desde que se anunciara que sería MAPPA quien tuviera el valor de hacerse cargo de un proyecto de inmensas exigencias. En apenas un año, el cada vez más acaparador estudio de animación se las ha tenido que ver y desear para sacar adelante un producto con exquisitos precedentes que deja poco margen de error. ¿El resultado? Un primer episodio que mimetiza el trabajo previo de Wit Studio con pequeñas variantes que logran dejar un gran sabor de boca

La guerra está ahora en las trincheras

Hajime Isayama, como Sui Ishida, es un autor propenso a emplear recursos como el foreshadowing, a explorar los grises de su obra y establecer paralelismos a menudo poco sutiles. La primera entrega de la última temporada de Shingeki no Kyojin se titula «Al otro lado del mar», una alusión directa a «Al otro lado de las murallas». Y si al otro lado de las murallas había cierta sensación de libertad, al otro lado del mar solo hay una única cosa: guerra. Esto es algo que también deja muy patente el opening de la serie, una pieza artística que prescinde de la épica y solemnidad propias de las anteriores y de las composiciones de Linked Horizon para abrazar un tono más sobrio, maduro y realista. Todo un acierto por su apuesta creativa y valor diferencial que seguro no gustará a los fans más acérrimos del estilo anterior. 

Crítica de Shingeki no Kyojin 4x01 Reiner Zeke - El Palomitrón

«Al otro lado del mar» abre con una mirada al cielo, con un ave sobrevolando una batalla campal y un niño postrado en el suelo alzando la mano con la esperanza de poder palpar esa libertad, de huir de ahí sin mirar atrás. La escena, así como la elección y composición de planos, es prácticamente idéntica a una que tiene como protagonista a Eren en los primeros compases de la serie. Uno ansía escapar de la guerra, el otro de un anodino cautiverio amurallado. Isayama comienza a trazar puentes entre Paradis y Marley, a dotar de un mayor contexto y profundidad a su obra mientras apuesta por ceder el protagonismo a nuevos actores y actrices. El propósito del mangaka no es otro que explorar la vida que hay más allá del mar a través de mecanismos narrativos que permiten conocer en profundidad el bando de Marley y el papel de los eldianos sometidos por el pueblo marleyano. Para ello no duda en adentrarse en el fango de las trincheras y empaparse del hedor a sangre y carne calcinada propios de la guerra. Y lo hace para hablar de ideologías, de pecados heredados, violencia, honor y reconocimiento

Los guerreros de Marley

La acción tiene lugar cuatro años después de la huida de Reiner y Zeke de Paradis. Marley es ahora un país mermado militarmente, fruto de la pérdida de dos de sus titanes. El resto de países lo saben, y gracias a la cooperación internacional y los avances tecnológicos en armamento anti-titán, fraguan una alianza para acabar de una vez por todas con la supremacía mundial de Marley. Cuatro largos años de conflictos bélicos que culminan en una operación clave para alzarse con la victoria o, de lo contrario, caer derrotados. El ejército de Marley —compuesto mayoritariamente por eldianos— debe conquistar un fuerte marítimo que se erige como punto estratégico clave para ganar enteros en la lucha por el poder. El nuevo escenario de Shingeki no Kyojin podría ser perfectamente el de la Europa de la Segunda Guerra Mundial, pura atrocidad y realismo bélicos aderezados por el componente fantástico de la obra: los titanes. Elementos narrativos que no dejan de ser un símil del armamento militar, siendo el poder del Titán Fundador una especie de arma nuclear altamente codiciada.

Un único episodio es suficiente para que Shingeki no Kyojin comience a mostrar las cartas de su nuevo mazo. Temáticas renovadas asociadas a (viejas) nuevas inquietudes. Por ejemplo, el grupo de «guerreros», entre los que figuran cuatro adolescentes eldianos que compiten entre sí con el fin de heredar el poder del Titán Acorazado, es lo suficientemente atractivo a nivel temático como para no echar en falta al grupo protagonista. La obra expone la pureza propia de la lozanía y la mancilla; primero, con la toxicidad de las ideologías y, después, con la crueldad intrínseca a la guerra. Para algunos, como Falco, un camino de frustración y desesperanza. Para otros, como Gabi, una vía para demostrar valía, honor y odio hacia el pueblo eldiano que los traicionó y buscó exilio en la isla Paradis. Hajime Isayama explora la figura de los niños soldado con un aliciente narrativo que brinda mayor profundidad: el hecho de servir y honrar a quienes les odian por los pecados de sus antepasados. Los eldianos de Marley son educados para guardar un ferviente odio por sus congéneres de Paradis, y entrenados como armas con las que alzarse contra su propio pueblo.  

Ya estoy harto de muros…

La anterior temporada de Shingeki no Kyojin ya dejó patente el escaso valor de la vida de los eldianos para Marley. A falta de no haber sido lo suficientemente explícito, esta nueva iteración se encarga de subir el listón con imágenes de corte similar a las de aquel famoso patíbulo donde Grisha obtuvo una segunda oportunidad. Para Marley no son más que activos de poco valor a los que hay que sacar algo de utilidad, ya sea ordenando que actúen como cebo bajo primera línea de fuego o bien lanzándolos desde un dirigible para titanizarles en plena caída libre como si de bombas de carne se tratasen. Son meros peones, carnaza para distraer al enemigo de la auténtica fuerza titánica. Así es como Marley despliega su poder bélico y se impone en las contiendas. Con la aparición de Reiner, Zeke, el Titán Carguero y el Mandíbula, la balanza se inclina a favor de los marleyanos poniendo fin a un largo período de guerra que evidencia, de nuevo, la urgencia de obtener el poder del Titán Fundador para resurgir como Imperio.

Crítica de Shingeki no Kyojin 4x01 titanes - El Palomitrón

«Al otro lado del mar» es un cruento y moderadamente realista retrato bélico que sirve como punto de inicio para alejarse de la tónica habitual de la serie, abrirse a nuevos horizontes y experimentar con otro tipo de narrativa. Una vez superado el punto de inflexión de la obra, la narrativa se desprende de cualquier atisbo de épica para posarse sobre nuevos y viejos rostros, retratar la dualidad del ser humano, buscar una posible expiación de los pecados y seguir exhibiendo el infinito ciclo de violencia y odio. Isayama se sumerge en un ejercicio narrativo que da un vuelco de 180 grados y que no busca contentar a todo el público. Tal y como hacen otros productos audiovisuales recientes como, por ejemplo, The Last of Us Parte II, Shingeki no Kyojin continúa sumergiéndose en la escala de grises de su diégesis, distanciándose de los estereotipos del bien y el mal, así como de la verdad universal. Su viraje apuesta por la heterogeneidad, la complejidad y la comprensión; por entender los diferentes puntos de vista y qué lleva a alguien a hacer lo que hace por sobrevivir

Edu Allepuz

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1 COMENTARIO

  1. Buena reseña de capítulo, justo comentaba con mi hermano lo diferente que resulta esta nueva temporada y también sobre el cambio de visión que muestra, ahora desde el lado de los marleyanos. No sigo el manga así que por el momento me parece un poco lenta pero intrigante.

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Intento de muchas cosas y una de las piezas que hacen funcionar la sección manganime. Ávido lector de manga, enamorado de la tinta y de la tragedia de Sui Ishida. Firme defensor de la industria como arte y la abolición de estúpidas etiquetas.