PIANO NO MORI: EL ARTE DE VIAJAR A TRAVÉS DE LA MÚSICA
La temporada de invierno ha llegado a su fin. Con ella nos despedimos de grandes obras como The Ancient Magus’ Bride, Citrus o Violet Evergarden. Pero con el florecer de la primavera nos llegan otras tantas igual de interesantes como lo son Tokyo Ghoul:re o Golden Kamuy.
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Es cierto que esta temporada promete y mucho, con grandes títulos que regresan, otros que siguen y muchos nuevos que nos sorprenden para bien o para mal. En esta ocasión la música ha llamado a nuestra puerta. La nostalgia, la infancia y el piano se aúnan bajo un mismo plano para ofrecernos un producto que no se queda nada lejos de ser uno de los mejores de la temporada. Piano no Mori es una obra que no busca ni mucho menos ser pretenciosa, pero su música y su propio eco resonarán en tu interior a lo largo de mucho tiempo.
Un piano bajo la luz de la luna
Como si de un cuento se tratase Piano no Mori nos cuenta la historia de sus personajes a través de un piano. Un instrumento que no sólo suena, sino que reverbera dentro de cada uno de nosotros. Y justamente esa vibración es la que consigue cada uno de los compases de su obra junto a Kai y Shuhei, los dos protagonistas principales. Ambos acaban encontrándose a través de un hilo común: la música. Comparten un mismo objetivo, pero cada uno llegará hasta él de forma diferente. Ya no sólo por su manera de ser y actuar ante la vida, sino por sus orígenes y lo que representa cada uno de ellos para la sociedad.
Kai no tiene las mismas facilidades que Shuhei ante la vida, empezando por su hogar, que se encuentra en el propio bosque. Pero ante las dificultades Kai lo único que encuentra son oportunidades, mientras que Shuhei intenta esforzarse al máximo para no tener ningún tipo de obstáculos en la vida. Dos personalidades totalmente opuestas ante el devenir de la vida pero que, gracias a la perfecta dirección de la obra de Isshiki, llegan a complementarse en ese viaje sin rumbo fijo al que llamamos vida —al menos por el momento—. Un excelente ejemplo donde Piano no Mori demuestra ante nosotros, meros espectadores, que la música puede ser un hilo que teje el corazón de las personas, y que a pesar de la «rivalidad» que exista entre ellas, puede llegar a trazarse una amistad e incluso un apoyo permanente y sincero.
Pero la verdadera brizna de esta obra es la música. Una música que suena a través del piano, uno de los instrumentos creados por el gran maestro Bartolomeo Cristofori y que es considerado para muchos el mejor conductor de emociones y sentimientos. Makoto Isshiki une su obra y sus personajes a través de él. Y el resultado es magnífico. Pero lo realmente mágico de esta historia reside en el piano que se encuentra perdido en el bosque. Un piano que sólo suena para dos únicas personas, su auténtico propietario y Kai. Un secreto que todavía no ha sido desvelado pero que ensalza todavía más el valor de la obra y le añade una pizca de ilusión hechizada extraordinaria.
Presente, pasado y futuro
Piano no Mori no sólo juega con la música, juega con los tiempos verbales de la vida. Se nos presenta la vida desde el futuro, pero nos traslada al presente y además nos cuenta su pasado. Una obra que conjuga perfectamente el tiempo y sabe exponer qué momento contar y cómo contarlo. Una conjunción idílica que sumerge al espectador hasta las profundidades de cada uno de sus episodios y llega a crearte un cierto apetito para continuar.
Coquetear con todos los tiempos le permite una libertad absoluta, una libertad que nos conducirá a todos sus personajes y a todos los momentos de sus vida. Poco a poco conoceremos quién es Kai y Shuhei, pero también se nos presentará al gran Ajino —al que preferimos mantener en absoluto anonimato—. Pensaremos, junto a ellos, en sus metas y aspiraciones. Otro de los valores con los que Piano no Mori salta a la palestra y deja claro su postura ante ellos. La música no es un camino fácil y transitarlo puede suponer el mayor obstáculo de tu vida. A través de Kai y Shuhei aprenderemos cómo vencer tales impedimentos; siempre a través del trabajo, la constancia y el tesón. Aunque en este caso queremos destacar a Kai, un personaje que puede representar a muchas personas que tienen ese «don» especial ante la vida cuya persona alberga desde siempre y que, de manera innata, emerge tras él. En este caso, a través de sus manos. Un «don» que hará que su música sea única, auténtica y capaz de tocar ese piano que comentábamos antes residía entre las profundidades de un bosque.
El sonido de la naturaleza
La producción de Piano no Mori llevada a cabo por Fukushima Gainax y dirigida por Gaku Nakatani tiene un resultado bastante gratificante. Puede que su animación no sea el punto fuerte de la obra ni mucho menos —sobre todo si hablamos de la implementación puntual del CGI— pero en general parte de una base sólida, con trazos tradicionales y donde la paleta de colores resalta ante el resto como elemento principal. Los contrastes que consiguen entre el día y la noche son realmente bellos, mientras que los juegos de luces y sombras pueden llegar a embelesarte. Pero todos estos elementos no tendrían fuerza alguna sin la ayuda de la música. Ese hilo que además de conectar todos las piezas anteriormente mencionadas, es un protagonista más en esta historia. Un personaje sin rostro pero cuya estela alberga hasta lo más profundo de nuestros corazones junto a los compases de Mozart, Chopin o Ludwig van Beethoven, entre otros.
Si no te gusta la música puede que la historia no te atrape por completo, pero te rozará. Pero si por el contrario te gusta —aunque sea lo más mínimo— posiblemente Piano no Mori te absorba desde sus primeros compases y no te deje escapar. Estamos ante una de las producciones que a título personal más curiosidad me despertaban y, sin duda, ha conseguido transportarme a otro plano. La sensación al ver en pantalla tantos elementos y realmente quedarte perplejo ante el poder de la música es mágico, y ese es el verdadero poder de Piano no Mori. No puedo asegurar cómo avanzará la historia, si acabará siendo un fracaso o se convertirá en uno de los animes del año, pero sin duda —y si tienes un especial interés por la música— deberías darle una oportunidad al susurro de Piano no Mori.
Marisol Navarro
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