CRÍTICA: LA CASA DEL CARACOL
ANTECEDENTES
Con hora y media de metraje por delante, La casa del caracol, ópera prima de Macarena Astorga, es un mar de referencias trasladadas al terror más folclórico. Aullidos de lobos, malformaciones y una oportuna máscara, son algunos de los puntos clave de un thriller que se tambalea entre lo cliché y lo meta. Situada en un pueblo de provincia durante finales de los 70, el relato y su promesa de un terror costumbrista promete más de lo que da. Aun así, la presentada en el Festival de Málaga, cuenta con varios ases en la manga.
LA PELÍCULA
Antonio es un escritor en crisis que para superar su bloqueo decide trasladarse durante una temporada a Quintanar, un pueblo de la Andalucía profunda. Ahí, será la extrañeza de sus gentes lo que llevará al curioso escritor a sumergirse en sus creencias y supersticiones. Sediento de respuestas, las alucinaciones y el instantáneo flechazo por su casera harán que Antonio descubra que se oculta en el pueblo y quién es el realmente.
Si algo extraña de La casa del caracol, es su ritmo. Sin tiempo que perder, se lanza sobre un argumento que no tarda en encontrar lugares comunes al cine de terror. Personajes caminando por bosques oscuros, planos subjetivos de bestias ocultas, gente que parece hablar en clave… Es cierto que estos elementos pueden jugar en favor de la historia, sobre todo a la hora de conseguir suspense, pero como espectador te sacan de todo lo original que pueda tener la película. Aun así, el marco folclórico sí que consigue despertar interés. En España existe una gran tradición de leyendas y cuentos monstruosos, por lo que todo acercamiento a este mundo cada vez más olvidado es un plus para el proyecto.
A medida que la película se hace consciente de un ritmo más elaborado, el carácter referencial de la misma comienza a hacer de las suyas. Repasando la filmografía básica de todo fan del terror, se intuye un recorrido que naufraga en: El resplandor, Viernes 13, Frankenstein o incluso Las colinas tienen ojos. En líneas generales, la película tiene su historia profundamente fundamentada en lo folclórico, pero es inevitable pasar por alto esas pinceladas, que le dan cierto carácter de homenaje y que a la vez sientan una base que gracias al epílogo plantean una duda sobre lo cliché y lo referencial en términos metalingüísticos.
ELLOS Y ELLAS
A nivel actoral, la cinta cuánta con unos pesos pesados como son Javier Rey y Paz Vega. Rey como el escritor es el más creíble de todos y el que eleva la película varios puntos. Su carácter, altamente perjudicado por el alcoholismo, queda bien personificado en la figura del actor, que lleva el peso de gran parte de la historia. Su coprotagonista, Paz Vega, también cumple, además en esta ocasión junto a su hija Ava Salazar, que debuta en la gran pantalla. Por otro lado, es una pena el poco impacto de los vecinos interpretados por Vicente Vergara y Elvira Mínguez, cuya participación es más bien anecdótica.
El problema de La casa del caracol es su potencial desperdiciado. Pudiendo indagar en el folclore y en las raíces de un pueblo consternado por una maldición, la cinta prefiere inclinarse por soluciones narrativas más sencillas. De esta manera, se aleja del drama complejo sobre creencias mitológicas andaluzas que otros esperaban. En cierto modo, se entiende las decisiones tomadas en pie del entretenimiento, por otro lado queda el añoro de un ejercicio más experimental.
Este hincapié en lo entretenido acaba también por limitar el plano narrativo de la película, que se ve en la necesidad de recurrir a escenas poco coherentes o realizadas únicamente para avanzar en trama. A pesar de ello, el cambio de punto de vista que se produce a mitad del relato aporta un rasgo diferente a la película. Con el factor sorpresa nos encontramos con un oasis de serendipia que recuerda con pinzas a Vértigo.
A pesar de los altibajos, La casa del caracol es una ópera prima resuelta y entretenida. Su historia es curiosa y su atmósfera te mantiene pegado a la pantalla. Además, es interesante resaltar como su estreno ha coincidido con dos grandes titanes del terror como el estreno de Un lugar tranquilo II y Expediente Warren: Obligado por el demonio. Parece que la vuelta a las salas corre está vez de mano del terror. Un género que echábamos de menos y que vuelve con las pilas cargadas.
LA SORPRESA
Javier Rey entrega una actuación cargada de sentimiento y carácter. Gran parte del atractivo de la cinta reside en su persona. Por otro lado, otra de las sorpresas es el cambio de punto de vista. La historia da un giro absoluto de 180°.
LO MEJOR
Su atmósfera rural y las historias que van unidas a este modelo de vida.
LO PEOR
Sus conveniencias narrativas y su inconsistencia rítmica en varios puntos de la película.
Alonso Muñoz
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