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libertad en 86 «Eighty Six»
ANIME / MANGA OPINIÓN REDACTORES

EL VALOR DEL FRACASO EN 86 —EIGHTY SIX—

En el momento de escribir estas líneas quedan dos capítulos para que finalice la adaptación de 86 —Eighty Six—. Dos capítulos que se antojan, no voy a negarlo, envueltos en sombras. ¿Que puede pasar ahora? El cierre prematuro con dos capítulos antes de alcanzar la meta final es un indicativo de que quizás todavía queda esperanza. Shin y el resto podrían sobrevivir. De hecho, han sobrevivido.

Pero una parte de mí, no solo no lo piensa, sino que tampoco tengo claro que lo desee.

Nada puede cambiar

La inmutabilidad es una constante de la obra de Asato Asato. Incluso si ganan, ¿qué hay tras la victoria? Es una idea pírrica, sustentada solo sobre la idea de seguir adelante, hasta que no quede nada. Exprimir cada gota de vida de cada momento hasta que se haya derramado por completo, no importa como, sino cuando. Un concepto muy punk que la serie toma, modifica y trastoca para darle un sentimiento y un color pintado de drama con el que utiliza a sus personajes a modo de juguete sin importar si se rompen por el camino. La muerte así es una constante que se idealiza, no por romanticismo, sino por desesperación.

Es cierto que hay una dualidad muy extendida. Más allá de la misión de Lena como handler, su misión propia no es sino la de conectar con elles; devolverles su humanidad; aunque sea solo a modo de título. Es a través de ese entendimiento cuando, forjado el vínculo necesario, se entiende que su fin es una realidad absoluta. La ideología fascista asentada en la república no pretende dejar testigos. Lo que ha sido expulsado de la sociedad debe seguir fuera y son sus cadáveres los que se convierten en la base del a misma. Básico. Efectivo.

Incluso si Lena consigue devolverles esa libertad que la opresión y el racismo les ha extirpado, a ojos de la república siguen siendo prescindibles; simples peones. Es precisamente ahí donde radica su conexión, en el drama absoluto. En como ella rompe con las cadenas del fascismo, en como arrastra a Anette a un infierno permanente que ella misma había ayudado a crear. Y no deja de ser la idea predominante. Ese puzzle que se completa poco a poco en su opening. Hemos conectado con elles. Conocemos, ahora sobremanera a esas cinco personas que aún siguen en pie. Y si tomamos a Lena de avatar el peso de la carga es, simplemente, insostenible.

Todo para nada. Es el valor del fracaso.

La libertad es el bien más preciado

No para nada, desde luego. Goodbye, el noveno capítulo de Eight Six, es un tributo a les caídes, pero también a les supervivientes. Los últimos segundos de metraje, mientras Lena atraviesa las atestadas calles del Distrito 1, el corazón de alma manchada de la república, Shin y compañía solo hablan de como han encontrado la libertad. De como van a ir más allá de lo que ha ido nadie. A territorio enemigo, desde luego, ¿pero no es más enemigo el amigo que te encierra, somete y pone fecha de caducidad a tu vida? El nacionalismo y las promesas no son suficientes para quien es capaz de ver más allá de la bandera.

Los paralelismos quedan claros. No solo tenemos a Lena quedando sola y abandonada, perdiendo el vínculo —tanto en lo físico como en lo emocional—, pasando por delante de una Anette destrozada al verse responsable de las atrocidades, sino también a cada miembro del escuadrón dando su propia visión de la libertad. Cinco aves dejando la ciudad, alcanzando el cielo y perdiéndose en lo desconocido. La referencia a la lycoris radiatta, una flor estrechamente relacionada con la muerte y el cambio.

El movimiento de Lena, que da la espalda a las sombras del gobierno para liberar, no a sus unidades, sino a sus compañeres, demuestra que se puede cambiar. Ella, como lo fuese antes su padre, es el ejemplo vivo de dicha realidad. Sin embargo, el precio a pagar es muy alto. Dentro o fuera de la república, no dejan de encontrarse en ataúdes de metal.

Queda claro que ella ha cumplido su promesa. Más allá de recordarles, les ha salvado la vida. Les ha dado la libertad. Quizás no la que ella esperaba, pero si la de vivir y morir donde y cuando elles quieran. Lejos de romper el sistema, de atravesar las ideas que representa en su obra, Eighty Six se ha conformado con un pequeño precio que, pese a todo, resulta especialmente lacerante.

En el momento de escribir estas líneas quedan dos capítulos para que finalice Eighty Six. Seis personas y un enorme muro de por medio. Compañeres caídes, deudas pagadas, una libertad ganada y corazones rotos bajo la atenta mirada de un sistema basado en la mentira y el sometimiento. Lo que sobreviva y lo que no irá mucho más allá de los eighty six.

«Seguimos adelante, mayor».

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Óscar Martínez

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.