ANTECEDENTES

En el cuarto día del BCN FILM FEST regresamos a las pantallas con la segunda película de Ibai Abad tras La chica de la canción, estrenada en 2017. Tras ver recientemente La casa, entramos hoy con Escanyapobres, la largamente esperada adaptación de uno de los grandes clásicos de la literatura catalana, L’Escanyapobres, una obra inmensa que apuntaló más si cabe la literatura catalana de finales del XIX y cuya película pronto llegará a las salas.

LA PELÍCULA

A finales del siglo XIX en una Catalunya rural que ha visto más de tierra y mina que de mar y ciudad, un tren llega por fin a un pueblo aislado donde vive Oleguer, el llamado Escanyapobres (Alex Brendemühl), usurero local que ha hecho fortuna retorciendo las fortunas y préstamos de propios y extraños. Cuando expropia la finca de Cileta (Mireia Vilapuig) y su familia, esta se ve forzada a acercarse a él y seguirle allá donde vaya para poder pagar su deuda, incluso a entrar como criada en el caserón de quien se acaba convirtiendo en la nueva esposa del Escanyapobres. Sin embargo, lo que empezó siendo la deuda de una criada con su señor acabará convirtiéndose en una relación que traspasará los propios límites profesionales para acabar deviniendo un oscuro cuento de terror donde Cileta cruzará cada vez más límites emulando a su señor, límites que quizás no tengan retorno.

Al llegar al cuarto día de festival, podemos afirmar que Escanyapobres es una de esas joyitas de la octava edición del festival barcelonés. Levantada con mucho esfuerzo por un director y guionista que siempre creyó en el proyecto, la película es una excelente narración fílmica que se crece minuto a minuto alejándose de la obra literaria original para traspasarla y llegar a convertirse en un producto auténticamente original. Las razones tras esto son varias, pero podríamos empezar poniendo sobre la mesa el papel de ambos protagonistas, Alex Brendemühl y Mireia Vilapuig, en los respectivos papeles de Escanyapobres y Cileta, acompañados por una inmensa Laura Conejero en el papel de la esposa del usurero. Un Escanyapobres en manos de alguien distinto a Brendemühl hubiera agotado la propuesta y obligado a reequilibrar los otros puntos fuertes de la película, pero el actor catalán llena un personaje terrible y lo insufla de una presencia maligna que acaba devorando la pantalla a cada momento que aparece en esta.

Si bien es cierto que ellos tres solos sostienen una película que parte de lo literario para acercarse al western mezclando géneros entre sí, Escanyapobres no podría entenderse sin ese guion que parte del drama rural y llega incluso a rozar el terror, una apuesta arriesgada que acaba barnizando a la película de una pátina original como pocas propuestas actuales para acabar demostrándonos que no todo está inventado y que en esta época de remakes, sagas interminables y refritos todavía hay espacio para productos interesantes. La banda sonora que nos sumerge en la trama, la fotografía de esa Cataluña rural y árida en lo emocional del XIX y un pulso en la dirección que está más presente de lo que muchos podrían pensar hacen de Escanyapobres no sólo una joya de este festival, sino una de las mejores películas del cine catalán de los últimos años.

Escanyapobres resulta una delicia que navega plácidamente entre el thriller de época, el más clásico de los westerns, una adaptación literaria que echa a volar y la película de personajes fuertemente caracterizados que sostienen ellos solos el peso de toda la película. Ibai Abad y Elisenda Gorgues construyen un guion que supera a la obra literaria original y que se desliga de esta para acabar siendo convertida en una película. Escanyapobres no sólo era una de las películas más esperadas de este festival y del cine catalán, sino un clásico de la literatura catalana largamente esperado. La espera, desde luego, ha merecido bien la pena.

ELLOS Y ELLAS

Si bien es cierto que el gran personaje de la película es Oleguer o Escanyapobres en el rostro de Alex Brendemühl (Hate Songs, Reina Roja), Mireia Vilapuig (Selftape, The Diplomat) consigue crear una Cileta a ratos dura y agreste y a ratos rota por unos acontecimientos que se le escapan de las manos. La Arpía, nombre despectivo que recibe la esposa de Oleguer en la película, está encarnada por la actriz Laura Conejero (El maestro que prometió el mar, Un del de plom) en la piel de un personaje que rivaliza en odio con el mismísimo Oleguer y crea una de las tres puntas del triángulo sobre el que se acaba levantando toda la película. Acompañando a estos encontramos algunos personajes secundarios, como Boris Ruiz (Las invisibles, Merlí. Sapere Aude) en el papel del padre de Cileta o Quim Ávila (Nos vemos en otra vida, El cuerpo en llamas) como uno de los trabajadores de las minas.

LA SORPRESA

Poder recuperar a una estupenda actriz como es Mireia Vilapuig. Tras su crítica a la industria del séptimo arte en la serie Selftape, el papel de Cileta vuelve a recordarnos que hay actores y actrices que la novedad y la vorágine de una industria devoradora acaba sepultando injustamente. La Cileta de Vilapuig es la mejor evidencia de cómo muchas actrices y actores no deben quedar relegados.

LA SECUENCIA/EL MOMENTO

Quizás no hay un momento definitorio en toda la película, pero sí podríamos hablar de cada una de las veces que el personaje de Cileta da un paso hacia Oleguer y se interna más en un mundo extraño y oscuro.

TE GUSTARÁ SI…

• Aprecias los westerns fuera del circuito clásico norteamericano.
• Disfrutas de la obra original de Narcís Oller en la que se basa.
• Aprecias la buena salud del cine catalán y cada una de las piezas que nos regala.

LO PEOR

• Que el hecho de que sea en catalán y basada en una obra literaria catalana pueda alejar a muchas personas que no conocen la inmensidad de la obra original. Sin embargo, Escanyapobres tenía que ser en catalán.

Javier Alpáñez