YAMADA Y EL CHICO: EL AMOR VERDADERO NO ENTIENDE DE SEXOS
El pasado mes de febrero —cómo pasa y cómo corre el tiempo, ¿no?— cerraba una de las primeras reseñas de 2021 con una petición. Necesitamos más Mita Ori en nuestra vida, necesitamos más obras suyas. Pocas veces mis peticiones se hacen realidad, pero en esta ocasión KODAI, la editorial que podríamos considerar como la «madre española» de Mita Ori, ha escuchado no solo mi petición, sino la de muchísima gente; pues Our Dining Table resultó ser una obra tan maravillosa que ha hecho que a día de hoy tengamos ya entre nosotros Yamada y el chico. Otra de las obras de Mita Ori por la que KODAI también apostó desde el principio pero que se reservó para anunciar en el momento oportuno. Porque esto va de eso, ¿no? Las sorpresas son todavía mayores cuando no te las esperas, y la llegada de Yamada y el chico fue la sorpresa perfecta para culminar el éxito de Our Dining Table.
Publicada en 2015 en Japón, Yamada y el chico nos muestra otra cara de Mita Ori. Quizá no una muy diferente a la que ya conocíamos, pero sí una bañada con otros tintes a los presentados en Our Dining Table. En lo personal es algo que agradezco e incluso valoro; pues los artistas tienen múltiples facetas y verles cambiar, crecer y desarrollarse como tal es un ejercicio realmente satisfactorio que, incluso en esta ocasión, se puede llegar a sentir y realizar. Es cierto que Yamada y el chico bebe de cierto aire más inocente y, posiblemente, menos pulido; pero sin duda se trata de un trabajo cuidado y escrito con mucho cariño. Sentimientos que encontramos en todos los retazos que tenemos hasta el momento de Mita Ori y que parecen definirla como mangaka, pero también como persona.
«Mientras vuelve a casa el día de Nochebuena, Yamada oye los sollozos de un adolescente que ha bebido demasiado y llora desconsolado al borde del camino. Incapaz de abandonarlo a su suerte, se lo lleva a su casa y descubre que Chihiro, su joven invitado, no sabe qué hacer tras haberse enamorado de su mejor amigo. Lo que comienza siendo un encuentro fortuito da pie a una relación cada vez más estrecha entre un adolescente homosexual y un trabajador de 26 años, que hasta el momento, solo ha salido con mujeres.»
Dicho esto, y hechas las presentaciones pertinentes, ha llegado el momento de comenzar el periplo de esta nueva propuesta. Un título cuyas primeras páginas me transportaron directamente hasta Higehiro por la situación que presentaba y la delicadeza con la que lo hacía. El encuentro de dos personas, en esta ocasión dos chicos, en la calle. Un encuentro bautizado por la luz de la luna, la compasión de un personaje —Yamada— y el «abandono» fortuito y embriagado de Chihiro. Se aleja en ciertos parámetros a lo visto en Higehiro, pero el rumbo y decisiones de los autores van en la misma dirección. Aquí, Mita Ori apuesta por un Yamada compasivo que acoge a ese chico borracho y perdido de la calle para, al menos, darle un techo bajo el que dormir y no tener remordimientos de conciencia. Una acción que, amparada por las festividades navideñas, hará que el corazón de ambos empiece a palpitar. Nadie sabrá cuándo, nadie sabrá cómo; pero en el momento más inesperado, algo empezará a removerse en el corazón de ambos.
Yamada y el chico posiblemente no sea una obra que revolucione el medio ni tampoco una obra que consiga abrir un nuevo camino para con el género; pero sí que es un título que te puede presentar a una mangaka magnífica, un título que romperá algún que otro tabú e incluso una obra que ponga un altavoz en un foco que, quizá, se tema demasiado. Mita Ori logra que tanto su trazo como su pluma sean precisos. Dos aspectos realmente importantes que consiguen que sus obras estén repletas de naturalidad, de situaciones reales y, sin duda, de sentimientos encontrados. En lo personal, y aunque mi condición y representación sea diferente a los personajes que dibuja Mita Ori en sus obras, me siento muy identificada con los sentimientos que logra enmarcar en muchas de sus viñetas. Porque independientemente del sexo, de los gustos e incluso de la propia edad, el amor existe en las personas. Es más, el amor existe en el corazón. Y contra eso, querides, creo que no se puede hacer absolutamente nada.
En esta ocasión Mita Ori juega en un terreno que quizá algunos tildarán de peligroso pero que en lo personal me parece un acierto por múltiples motivos y muchos de ellos quedan citados en las líneas anteriores. En Yamada y el chico, Mita Ori no solo plantea una historia a través de un romance homosexual, sino que lo hace a través de una historia de amor entre edades. Es cierto que la franja que separa a Yamada y a Chihiro es trivial, pero hace que Yamada —el joven de 26 años— se plantee en muchas ocasiones si está haciendo bien estando con alguien más pequeño que él.
Lo más curioso —al menos para mí como lectora— es cómo Mita Ori juega con todo esto y añade un matiz realmente encantador a sus personajes. Aunque Yamada sea la persona más mayor de los dos y, en principio, el más responsable y el más maduro según dictan los estereotipos, Mita Ori desdibuja a placer todo esto y convierte a Yamada en ese personaje más temeroso y dubitativo frente a esos nuevos sentimientos que están aflorando en su interior. Un personaje de lo más entrañable que hará crecer a Chihiro, pero también a su yo interior. Un «yo» que muchos de nosotros llevamos oculto hasta que realmente aparece alguien que enciende esa llama siempre latente en nuestro corazón.
Por lo tanto, a expensas de exponer cómo se desarrolla en profundidad la relación entre Yamada y Chihiro —una experiencia a la cual os invito que hagáis de forma personal—, sí que me gustaría reivindicar la valentía de Mita Ori. Un valor que viene acompañado por escribir a personajes homosexuales sin clichés ni matices absurdos; un valor en pos de la naturalidad y lo orgánico; un valor que, al final, se deposita en mostrar sin filtros ni disfraces ni máscaras, los sentimientos de las personas. Sean de la condición que sean, tengan la edad que tengan. Mita Ori se preocupa en crear personajes a través de las personas, y esa sensación de realidad es la que sientes cuando cierras cada una de sus obras. Y sinceramente, admiro y aplaudo ese coraje. Si quiero leer una obra de ciencia ficción o una obra de terror sé dónde tengo que acudir, pero si quiero leer a una autora realista capaz de dibujar incluso a nuestras propias sombras, sé que puedo acudir a Mita Ori. Una mangaka que deberíamos tener más presente y a la que, de nuevo, invito a volver a nuestras estanterías con más propuestas suyas.
Con Our Dining Table nos encontrábamos con una obra sencilla, preciosa y necesaria; una obra que narra la historia de diferentes personas que, sin saberlo, se necesitan, y es algo tan nimio y natural como la comida el puente que les unirá, quizá, para siempre. Un puente que, de nuevo, volveremos a ver en Yamada y el chico. Sinceramente, no sé si se trata de un elemento propio de Mita Ori para guiar sus obras o una casualidad entre ellas; pero convertir a la comida en un vehículo narrativo no solo me parece una solución inteligente, sino que de nuevo demuestra la necesidad de la autora en hacer que sus historias sean nuestras historias. Todos comemos, todos amamos y todos queremos ser amados.
En definitiva, en Yamada y el chico la autora juega con múltiples factores pero sin duda hace que el descubrimiento y crecimiento personal, el cambio de roles entre personajes e incluso el «juego de edades» sean las piezas que se irán moviendo a lo largo de toda la obra para confeccionar así la relación entre Yamada y Chihiro. Una relación que volverá a contar con el delicado trazo de Mita Ori y ese encanto por ensalzar los pequeños detalles. Las pequeñas cosas que hacen que vivir, a veces, valga la pena.
«¿Vamos a algún sitio? Mientras sea contigo, el resto me da igual.»
Cómo es la edición de Yamada y el chico
Tras posicionarse en el mercado español con más de seis títulos, ha sido en mayo de 2021 cuando KODAI nos deja con el que ya es su séptimo manga publicado en nuestro territorio: Yamada y el chico. Un título que de nuevo prosigue su apuesta por los tomos únicos y nos devuelve a una maravillosa autora que justamente conocimos a través de KODAI; hablamos de la fabulosa Mita Ori.
Tal y como se anunció desde un primer momento, Yamada y el chico está compuesto por un total de 228 páginas en blanco y negro contando, además, con algunas a color. Páginas editadas bajo un formato B6 rústica con sobrecubierta cuya dimensión es de 13 x 18 cms. Un tomo único que recoge la calidad adherida a la editorial desde un primer momento y que sorprenderá por el grado de detalle y similitud con el original. Además, como es costumbre, si compras el ejemplar desde la página web de la propia editorial no solo te enviarán el tomo en cuestión, sino que recibirás dos marcapáginas que harán de este título uno incluso más especial.
Por último, recordar que esta obra se convierte en el segundo BL de Editorial KODAI y, desde la redacción, aplaudimos no solo su apuesta por el género sino por acertar con un título tan encantador por segunda vez consecutiva. Esperamos que su labor editorial continúe estos derroteros y, sobre todo, quedamos impacientes por conocer cuáles serán las próximas licencias manga que tienen preparadas para 2021.
Marisol Navarro