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Reseña de Heavenly Delusion (Tengoku Daimakyô) destacada - El Palomitrón
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HEAVENLY DELUSION: EL EDÉN MARCHITO

Paraíso e infierno; el Edén y el Hades. Control y libertad; dentro y fuera. Muros protectores y páramos salvajes. Pureza e inmundicia. Dos mundos: el nuestro y el de los otros. Heavenly Delusion tarda muy poco tiempo en dejar sumamente cristalinas las dicotomías de su universo, sus contrastes y claras líneas divisorias. A través de una simple y, en apariencia, inocente pregunta, siembra las semillas de lo que se antoja como un thriller post-apocalíptico de lenta cocción, pero lo suficientemente prometedor como para mantener fácilmente el interés por su desarrollo y por las muy diversas vicisitudes que experimentará un variopinto elenco de personajes en un mundo que no les pondrá las cosas nada fáciles. 

Masakazu Ishiguro plantea su obra a partir de un derecho fundamental humano: el de la libertad. Un derecho que, lamentablemente, no todo el mundo puede ejercer tanto como quisiera. Como especie, anhelamos la libertad tanto como un ave surcar el infinito azul del cielo, por este mismo motivo uno de los mayores castigos humanos es el del encierro forzoso, el del aislamiento. Pero, ¿qué ocurre cuando alguien nace y se cría en un entorno hermético y aislado de un «mundo exterior» que se antoja salvaje y nocivo? Para ese alguien ese lugar es una jaula, pero esa jaula es su mundo. No hay lugar para forasteros, tampoco para ideas venidas del exterior, se trata de una comunidad estanca, con una serie de valores y normas que, muy probablemente, ejercerán de condicionantes a la hora de pensar, actuar y vivir de sus integrantes. Pero del mismo modo que el ser humano anhela la libertad, la imaginación y la curiosidad por lo desconocido habitan en nuestro interior. Por eso, si le preguntan a un niño si le gustaría ir más allá de los grandes muros que delimitan su jaula, su pequeño mundo, su imaginación echará a volar y, tal vez, una corriente de nuevas ideas y pensamientos hagan las veces de pura dinamita con la que detonar no únicamente los muros físicos, sino también los mentales.  

Reseña de Heavenly Delusion (Tengoku Daimakyô) 1 - El Palomitrón

Esto es precisamente lo que le ocurre a Tokio, un niño que vive en un lugar aparentemente idílico y amurallado llamado el Edén. Un día, cuando él y varios de sus compañeros están realizando un examen, en su prueba aparece inusualmente un mensaje que reza lo siguiente: «¿Te gustaría ir fuera de fuera?». A partir de ese momento el joven comienza a plantearse una serie de cuestiones acerca del mundo que hay más allá de los muros, pero también de los engranajes y enigmas del suyo, de todo aquello que se oculta tras la bella naturaleza y la pacífica vida de las instalaciones. Por otro lado, fuera de los muros, se extiende un mundo desolado y fragmentado, de cuyas cenizas apenas pueden vivir unos pocos supervivientes. Uno de ellos es Maru, un adolescente que tiene el mismo rostro que Tokio y que, junto a Kiruko, vaga por las ruinas de lo que antaño fuera civilización con el fin de encontrar el Edén, un lugar colmado de paz y resguardado de peligros en forma de criminales y extrañas criaturas.

Heavenly Delusion es una obra cuya narrativa se bifurca en dos tramas muy diferenciadas que transcurren en paralelo. Por un lado, una trama de misterio con toques sci-fi donde un grupo de niños y niñas con poderes especiales residen resguardados del mundo exterior. Su planteamiento inicial guarda reminiscencias a obras recientes como The Promised Neverland, tanto por el estatus quo de los residentes como por cierto aroma truculento que se puede respirar en sus pasajes y que ejerce de contrapunto a lo que la obra muestra sobre el papel. También recuerda a la emblemática obra de Katsuhiro Ôtomo, Akira, por las habilidades especiales de los muchachos y todo lo que les rodea, un centro de investigación y experimentación humana disfrazado de paraíso. Por otro lado, la trama del exterior bien podría ampararse bajo los cánones de cualquier road movie post-apocalíptica, con un dúo de personajes carismáticos y con buenas dinámicas que transitan por los restos de un mundo roto, anárquico y repleto de peligros. Se asume que en algún momento futuro de la obra las dos tramas convergirán en un mismo punto, pero Ishiguro no parece tener prisa en que eso ocurra de forma precipitada.   

Reseña de Heavenly Delusion (Tengoku Daimakyô) 3 - El Palomitrón

Es fácil extraer esta suposición observando la cocción a fuego lento de los misterios concernientes al Edén y el ritmo narrativo del viaje de Maru y Kiruko. Por el momento, las incógnitas referentes al microcosmos del Edén se amontonan dentro de sus muros, y es en el viaje exterior donde la obra ofrece algo más de claridad. Es en estos pasajes donde el autor brinda en forma de pequeñas píldoras información relativa al estado del mundo y la catástrofe que lo asoló tiempo atrás. Sin pecar en ningún momento de expositivo, el guion de Masakazu Ishiguro prefiere posarse sobre las acciones y diálogos de sus personajes para, poco a poco, lograr que el público pueda hacerse una idea de ese Japón post-apocalíptico que plantea en sus páginas. Es a través de las líneas de diálogo que se suceden entre los momentos de búsqueda de provisiones o un techo sobre el que poder cobijarse donde la obra despliega no solo una enorme naturalidad, sino también la capacidad de narrar orgánicamente. Piano piano, el autor japonés mueve las principales piezas por un tablero donde, a cada movimiento, se percibe más su amplitud, sus marcas y su tono. Lo hace también aprovechando las pequeñas pausas e impedimentos que tienen lugar durante la travesía, enfrentando y presentando a actores y actrices de ese mundo destrozado; engranajes de la maquinaria creativa de Ishiguro. 

Y es que a los saqueadores de poca monta que darían sus últimos víveres con tal de someter a una mujer o a comunidades con cierto tufo a secta hay que sumar la existencia de unas extrañas criaturas sobrenaturales que se dedican a dar caza a los humanos supervivientes. Un elemento narrativo que el autor emplea para sumar más incógnitas a su relato y, de algún modo, conectar a su elenco. Un elenco que, por lo general, hace gala de la naturalidad, inocencia y otra serie de características intrínsecas a la adolescencia. Heavenly Delusion lleva a cabo un reseñable trabajo a la hora de dar voz a unos personajes muy bien definidos con mucho aún por descubrir. Pero lo que mejor hace Ishiguro es desviarse del característico tono sombrío, pesimista y melancólico de la ficción post-apocalíptica. Es explícito, por supuesto, y hay cierto halo de solemnidad constante en el viaje, pero no es motivo suficiente como para que Maru y Kiruko bajen los brazos y terminen atentando contra sus principios éticos o vitales. El ambiente plomizo y el estilo de vida no se ignoran por completo, pero sí hay un esfuerzo con el que, a través de las dinámicas entre los dos personajes, se intenta disimular como quien arrincona el polvo en una esquina o lo esconde debajo de la alfombra. No desaparece, está ahí y en cualquier momento puede esparcirse de nuevo, pero que dos huérfanos criados en un mundo de muerte conserven sus principios y el buen humor es tan meritorio como positivo. 

Reseña de Heavenly Delusion (Tengoku Daimakyô) 2 - El Palomitrón

Mencionaba que Heavenly Delusion recuerda en ciertos aspectos narrativos a Akira, pero también lo hace en cuanto a su faceta artística. Masakazu Ishiguro no aspira a alcanzar las cotas del enfermizo nivel de detallismo de Ôtomo, pero su trazo, el diseño de sus personajes y la manera que tiene de perfilar sus expresiones recuerdan a los del creador de Akira. De línea fina y limpia, sin demasiado uso de tramas, Ishiguro confecciona un trabajo donde los contrastes narrativos tienen también su reflejo en lo artístico. El blanco predomina especialmente en las escenas del Edén, potenciando su imagen de lugar hermético y de experimentación en constante vigilancia. El mangaka gana en versatilidad de planos cuando recrea el mundo exterior, donde la naturaleza carcome los restos de la civilización y donde la luna es el único faro nocturno. El panelling de Ishiguro es claro, ágil y dinámico, cumpliendo su función con holgura y mucha limpieza, sin realizar grandes florituras. Si bien es cierto que hay un poco de fanservice en determinados momentos, creo que no es nada alarmante que pueda llegar a sacar de la lectura. Sinceramente, espero que el autor no patine en este aspecto, ya que se dejan entrever ciertos temas de descubrimiento sexual e identidad de género que pueden llegar a ser realmente interesantes

Heavenly Delusion es una obra realmente interesante y prometedora. A Masakazu Ishiguro solo le hace falta un único volumen para asentar firmemente las bases de su propuesta y sembrar las semillas indicadas del que se prevé un intenso viaje de dicotomías. Muy eficiente en las dos realidades o mundos que ilustra, la obra de marras es un goloso dulce para todo aquel que busque un ejercicio artístico sólido, de múltiples rostros y fuertemente arraigado al suspense. Un viaje que nace de una sencilla e inocente cuestión, pero que tarda muy poco en rascar entre sus capas y en fijar su objetivo en lo que posiblemente es un castillo de naipes. Porque quizá el paraíso no es más que una extensión del propio infierno. Quizá es incluso peor que el propio infierno.  

Edu Allepuz

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Intento de muchas cosas y una de las piezas que hacen funcionar la sección manganime. Ávido lector de manga, enamorado de la tinta y de la tragedia de Sui Ishida. Firme defensor de la industria como arte y la abolición de estúpidas etiquetas.