EL MANGA DE DARLING IN THE FRANXX ES SU OPORTUNIDAD DE REDIMIRSE
Darling in the FRANXX abría el pasado 2018 con la fuerza de un huracán. La colaboración entre Trigger y A-1 Pictures pronto se colocaba en los primeros puestos del listado de invierno con una propuesta que se alejaba de las concepciones clásicas de su género para llevar sus ideas un punto más allá.
Las metáforas se convertían en la columna vertebral de una obra que, al menos sobre el papel, parecía querer cambiar las tornas para ofrecer un enfoque mucho más humano. El juego del pájaro de Jian servía como elemento introspectivo, a la vez que fantástico, para explorar la evolución de sus actores y actrices en un plano arrasado por la mano del hombre donde la humanidad no era más que una sombra inerte sobre un mundo árido.
Con sus luces y sombras por bandera, la reflexión que trazaba Darling in the FRANXX parecía apuntar a una entrega, insisto, diferente. Sin embargo, la obra tocaba sus puntos bajos en la recta final, tras haber pasado además por uno de los arcos más inconsistentes de su extensión para acabar cerrando con un desánimo general que, si bien no anula lo que representa, cuesta no entenderse como una oportunidad perdida. Una que un servidor firmaba asegurando que «No todo es negativo, es un buen final. Pero no es el final que una obra como Darling in the FRANXX se merecía».
Una nueva oportunidad en el horizonte
No obstante, parece que no todo está perdido. Y es que junto al estreno de la obra se lanzaba una adaptación en formato manga a cargo de Kentaro Yabuki, conocido como el discípulo de Takeshi Obata, la pluma tras Death Note, Bakuman o Hikaru no Go. El mismo autor de To Love Ru y su posterior secuela, ambas recordadas por su especial enfoque en el fanservice.
Dicha adaptación ha seguido unos ritmos adaptados al autor; mucho más lentos que los que presentaba el anime homónimo. Ahora, tras alcanzar su trigésimo séptimo capítulo —el equivalente al noveno episodio de la obra original, Bomba triangular—, su autor desvela que a partir de este punto ambas obras separarán sus caminos para optar por una nueva visión de la misma historia.
No es una novedad que coja por sorpresa a los seguidores del manga. Y es que el autor ya había emprendido una marcha un tanto diferente de la que seguía Nishigori en su particular visión. Sin embargo, todo apunta a que este nuevo camino podría convertirse en un punto de inflexión. La oportunidad de que Darling in the FRANXX se redima consigo misma y alcance un destino diferente al que nos mostró en su momento.
Una de cal y otra de arena
Lo cierto es que, insisto, desde un principio el manga parte por un enfoque diferenciador, que tiene cierto matiz sobre las líneas que ya habíamos podido vivir anteriormente. Algo positivo porque, por ejemplo, dedica un nuevo espacio narrativo a los 9’s y Alpha tiene la oportunidad de trazar un arco mucho más amplio. Un punto que habría ayudado sobremanera a entender su evolución y sacrificio.
Sin embargo, esto también tiene ciertas connotaciones negativas. Porque la estructura de suspense que guardaba la original se viene abajo rápidamente y revela muchos de sus misterios sin dedicarle la más mínima atención. Algo que nos lleva a saber que Zero Two tiene sangre de klaxosaurio en sus primeros capítulos o que Gran Crevasse es el hogar de la Princesa Klaxosaurio en una línea paralela a primer arco del anime. Un desarrollo particular que aboga por un cambio necesario para adaptarse a los ritmos, mucho más lentos, del manga, pero que también ofrece un sabor más insípido a la mezcla.
Con todo, el principal problema de la obra no es su contexto, sino su autor. Y es que Kentaro Yabuki es reconocido por cómo su arte apunta al ecchi y al fanservice. Algo extremadamente peligroso en una obra como Darling in the FRANXX. La original ya contaba con propuestas polémicas como la posición de los pilotos dentro de las cabinas, pero la verdadera intención de su juego narrativo residía en cómo los personajes exploraban el papel de sexualidad. Amparados por una humanidad incapacidad de amar, incapaz de sentir.
Pero en el plano del manga este estudio de personajes se entiende antes como un recurso vago centrado en el fanservice. Las escenas con un componente emocional e introspectivo más marcados pasan a ser excusas donde mostrar a las chicas en paños menores. Se conserva parte de esa naturalidad y el contexto no deja de ser, una vez más, el de explorar a un grupo de jóvenes que crecen en un mundo muerto y sin consciencia emocional ni sexual. Pero se pierden matices.
Las escenas más humanas se reducen sobremanera y aunque la acción cuenta con cierta fuerza —incluso en comparación con la escena de Trigger— sobre el papel se echan en falta las pausas; las reflexiones. Hay poco espacio para los personajes y todo parece avanzar a trompicones. Planos como el de Moratoria de estrellas fugaces mantienen su esencia pero son más fríos. Incluso menos humanos.
Lo que nos aguarda
Yabuki asegura que su nuevo planteamiento se propone como la «the ultimate what-if route”; la ruta “que pasaría si…” definitiva. Un posible ejemplo del peso del fan sobre la dirección de una obra que habla de cómo Darling in the FRANXX necesita, realmente, desandar el camino realizado y separarse de un destino que se antoja angosto y que cierra con un cambio tan brusco como poco cuidado para las líneas que establece anteriormente.
El como avanzará la obra es un misterio por el momento. Los últimos compases indican que Ichigo tendrá el espacio que se le negaba en la entrega original y parece que podremos ver más allá de su relación con Goro y como la figura de Hiro la distorsiona. Quizás su narrativa consiga establecer una relación entre este último y Zero Two que no salte a trompicones. Quizás Ikuno tenga el espacio que se merece y la presencia de la homosexualidad siente un precedente en la obra antes de que lleguemos a sus compases finales.
Una nueva oportunidad que abre sus puertas ahora pero que tiene aún mucho trabajo por delante. El fanservice nunca es una solución. En el momento en que un título necesita recursos de tan baja categoría demuestra que, quizás, su argumento no resulte tan atractivo como parece. No puedo defender a la figura de Yabuki tras una obra como esta y realmente siento que pervierte esa idea de explorar la naturaleza humana y entender el sexo y la atracción como un elemento natural y no un recurso de poca monta. Parte de la frialdad de su adaptación se debe al trabajo que hay sobre las expresiones faciales, sobre la representación emocional de sus personajes. Y eso es algo que sí necesita trabajo.
El tiempo dirá. Pero por el momento Darling in the FRANXX es una obra con importantes carencias. Una estructura argumental del esquema de una montaña rusa en su anime y una visión sucia de la reflexión original en su manga. Quizás esta nueva oportunidad sienta realmente un punto de inflexión pero tal y como está por el momento no puedo más que volver a mis propias palabras. No es lo que Darling in the FRANXX se merecía. Pero, espero, no sé hasta que punto, que pueda lograrlo realmente.
Óscar Martínez
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EL final del manga lo considero mejor.