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La casa de Jack - El Palomitrón
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LA CASA DE JACK

The House That Jack Built - El Palomitrón

LOS ANTECEDENTES

A estas alturas de la película, poca gente puede ir a un estreno de Lars Von Trier ignorando lo que le espera. De hecho, en los previos al pase al que asistimos en el pasado Festival de Cine de Sevilla apostábamos si la primera reacción que escucharíamos en la sala sería una risa nerviosa, un grito o un abandono tras la primera escena desagradable. 

Otrora máximo exponente del Cine Dogma, vilipendiado (y perdonado después) en Cannes y con un largo historial de polémicas que llegó a su cenit con las veladas acusaciones de acoso que mencionó hace poco más de un año la actriz y cantante Björk, el danés hace tiempo que está de vuelta de todo en la vida y en su cine. 

LA PELÍCULA

¿Es Lars Von Trier un sádico misógino? ¿Es completamente gratuita la violencia explícita de alguno de sus anteriores films o puede ser una expresión tan válida como cualquier otra cuando nos enfrentamos a una obra de arte? 

El cine no deja de ser un punto de vista, la realidad de uno o varios universos filtrada a través de la mente y las entrañas de sus creadores. Si bien un director mediocre puede tener la intención de provocar sin que haya un discurso desarrollado detrás de sus intenciones estéticas, la filmografía de Von Trier le avala como gran cineasta. Pero, ante un discurso elaborado, ¿siguen siendo válidas todas sus formas de representación? Los que hemos visto su cine tenemos una opinión formada, pero el aludido es tan narcisista que ha decidido ser juez y parte, rodando su propio juicio fílmico en el que él mismo se acusa y absuelve de todas nuestras acusaciones

Jack (Matt Dillon) es un psicópata que considera cada uno de sus crímenes una obra de arte. Nos los narra en cinco episodios en los que su virtuosismo criminal va escalando hacia su obra magna, la que verdaderamente le hará perdurar en el tiempo. La estructura narrativa a través de episodios nos recuerda a anteriores propuestas del danés, en las que se colaban algunos de sus intereses más allá de la trama, como notas al pie pero citándose a sí mismo en lugar de a terceros. En este caso, tras hacer a su protagonista desfigurar, mutilar, humillar y matar a varias mujeres, irrumpe en nuestros pensamientos («este tío es un misógino y hace tiempo que no se esconde») para justificarse por lo mismo por lo que le estás sentenciando desde la butaca. Y lo hace reflexionando sobre el arte y sus manifestaciones, recuperando pasajes de su propia filmografía. 

Como tu opinión poco le importa, pues él mismo es quien ha dictado sentencia al final de la película, quien escribe estas líneas se ahorra la suya. Eso sí, las dos horas y media de metraje nos suponen una experiencia sobre la que pasaremos rumiando los días posteriores al pase. ¿De eso se trataba? 

ELLOS Y ELLAS

Sobre los hombros de un inmenso Matt Dillon, en uno de los mejores personajes de su carrera, recae el peso de este delirio fílmico. El neoyorquino construye a un sádico monstruo (¿alter ego de su creador?) sin piedad ante unas fantásticas Uma Thurman y Riley Keough, entre otras víctimas. Las reflexiones del psicópata son compartidas con el suizo Bruno Ganz, cuya voz en off sirve para dar la réplica a nuestro protagonista.

LA SORPRESA

El tramo final de la película vuelve a ser tan imprevisible y delirante como de costumbre. Cuando crees que lo has visto todo en el cine de Von Trier, el danés vuelve a provocarnos unos cuantos oyoyoys.

Matt Dillon - El Palomitrón

LA SECUENCIA

Jack es muy meticuloso a la hora de asesinar, pero hay algo que juega en su contra y a nuestro favor: padece trastorno obsesivo compulsivo. El director construye una secuencia de comedia negra en torno a la patología de su protagonista que se convierte en lo mejor de la película.

TE GUSTARÁ SI…

Te gusta la filmografía reciente de Von Trier, especialmente Anticristo.

LO MEJOR

  • Matt Dillon
  • El humor negro

LO PEOR

  • La misoginia 

Fon López

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He crecido viendo a Pamela Anderson correr a cámara lenta por la arena de California, a una Carmen Maura transexual pidiendo que le rieguen en mitad de la calle, a Raquel Meroño haciendo de adolescente con 30 años, a Divine comiendo excrementos y a las gemelas Olsen como icono de adorabilidad. Mezcla este combo de referencias culturales en una coctelera y te harás una idea de por qué estoy aquí. O todo lo contrario.