ISLA DE PERROS
LOS ANTECEDENTES
El II Ciclo de Cine Japonés conmemora los 150 años de relaciones diplomáticas entre España y Japón. Las distribuidoras Selecta Visión, 20th Century Fox y A contracorriente Films, junto con la embajada del país asiático, han homenajeado la interculturalidad hispano-nipona a través de la proyección de numerosos cortometrajes y el prestreno de seis películas: A Silent Voice, Verano de una familia de Tokio, Lu Over The Wall, Jojo’s Bizarre Adventure, Isla de perros y Fireworks, con la que clausuró el ciclo.
De entre toda la oferta cinéfila, la mejor opción es, a todas luces, Isla de perros, la última cinta del siempre controvertido Wes Anderson. El cineasta llevaba sin dirigir un largometraje desde la pastelosa El Gran Hotel Budapest. Ahora, cuatro años después, vuelve a la gran pantalla con una historia de animación en stop-motion protagonizada por unos perros parlanchines que son recluidos en una isla abandonada. ¿La causa? Una sociedad que los considera transmisores de enfermedades y que solo permite gatos como animales de compañía.
LA PELÍCULA
El estilo visual de Wes Anderson es fácil de identificar: planos frontales simétricos, habitualmente con decorados muy recargados; personajes estrambóticos que rozan lo caricaturesco; música repiqueteante y repetitiva que inunda la narración de principio a fin (siempre con algún tema rockero nostálgico insertado entre medias), y hasta historias con cierta moralina infantil. Su cine es tachado habitualmente de indie o hipster. Sin embargo, Isla de perros, aun repitiendo todos los elementos característicos de sus películas, resulta original. ¿La razón? El uso de la animación, que el director no elegía desde Fantástico Sr. Fox.
Cada película de Wes Anderson va asociada a una paleta cromática concreta. En El Gran Hotel Budapest resaltaban los rosas pastel, mientras que en Moonrise Kingdom los protagonistas eran el marrón claro y el amarillo anaranjado. En Isla de perros la paleta de colores es variada y depende del espacio en el que se sitúe la acción. Es más sucia y combina detalles cromáticos dispares (el gris oscuro de la isla de perros contrasta con los colores rojizos y amarillentos de la gran ciudad). Se agradece cierta heterogeneidad. Visualmente cumple con el estilo del director: estatismo frontal, planos generales muy abiertos y numerosos gags visuales (los planos cenitales de un mapa, indicar cuando comienza o termina un flashback, la pantalla partida, etcétera).
Sin embargo, el mayor logro de Anderson es el uso del stop-motion: con Isla de perros logra un espectáculo visual sin precedentes en este tipo de animación. El cuidado detalle de cada plano, los movimientos de los perros protagonistas, la humanidad que desprenden sus miradas, los paisajes por los que transitan… todo está construido con una precisión milimétrica. Su estilo combina el futurismo de las distopías orwellianas con el cine japonés de la época feudal. Anderson bebe de la filmografía de Hayao Miyazaki y de las epopeyas bélicas de samuráis de Akira Kurosawa, pero lo hace sin perder su estilo, esa marca de la casa que ha forjado a fuego lento a través de una carrera que, si bien no es apta para todos los gustos, sí es reconocida por cualquier cinéfilo.
ELLOS Y ELLAS
El grupo de protagonistas lo conforman cinco perros que han sido apartados de las manos de sus dueños y recluidos en la infame isla de perros que da título a la película. Bryan Cranston, Edward Norton, Jeff Goldblum, Bill Murray y Bob Balaban ponen voz al quinteto canino protagonista, mientras que Frances McDormand y Greta Gerwig dan vida a una locutora de radio y a una joven estudiante que busca devolver a todos los perros a sus hogares. Scarlett Johansson, Tilda Swinton, Bill Murray, Harvey Keitel, F. Murray Abraham y Ken Watanabe completan la lista de voces famosas complementarias.
Los protagonistas indiscutibles de la película son Chief, el personaje de Bryan Cranson (cuya voz de tono grave desprende una hiriente humanidad), un perro callejero con malas pulgas que muerde a cualquier que se le acerque, y Atari, un niño japonés que llega a la isla de perros para encontrar a su antigua mascota, Spots (Liev Schreiber) y con el que acaba entablando una estrecha amistad.
LA SORPRESA
Encontrar una película de Wes Anderson que pueda combinar, sin ser cargante, el estilo pop del director con una historia emocionante y divertida. Además, es muy complicado mantener el ritmo de una película durante más de hora y media en stop-motion.
LA SECUENCIA/EL MOMENTO
La presentación de los perros, cuando hablan por primera vez, antes de enzarzarse por una bolsa de comida putrefacta. En esta secuencia el espectador ya sabe que asiste a un drama animado con dosis de humor negro.
TE GUSTARÁ SI…
Tanto si eres fan del cine de Wes Anderson como si añoras los clásicos japoneses. Es obligatoria para cualquier fan de la animación.
LO MEJOR
- El uso de un stop–motion cuidado hasta los detalles más pequeños.
- Los actores y actrices que ponen voz a los perros protagonistas (en especial Bryan Cranston).
- La banda sonora de Alexandre Desplat (ganador del Oscar por La forma del agua), que recuerda a los momentos previos a la batalla de Ran o Kagemusha.
- No se deja llevar por la sensiblería y opta por un humor negro ingenioso.
LO PEOR
- La obsesión de Wes Anderson por repetir la misma estructura narrativa en todas sus películas.
- Se echa en falta mayor protagonismo de algunos personajes secundarios.
David G. Maciejewski