Hace 16 años, en un mundo en el que la televisión americana en abierto era dominada por hordas de sitcoms, un novedoso y original piloto de una serie llamada Lost entraba con fuerza en los hogares de cientos de espectadores. Por primera vez, el drama y el misterio no eran propiedad de los hits que habían supuesto Los Soprano o The Wire para HBO. ABC tenía en su poder a la nueva gallina de los huevos de oro. Con J.J. Abrams a la cabeza, el proyecto no tardó en despegar. Hasta 23 millones de televidentes simultáneos se llegaron a agolpar delante de sus pantallas para saber más sobre el misterio que acontecía en aquella isla. Pero ¿De dónde nace tal éxito? ¿Qué ingrediente secreto la catapultó a la historia de la televisión? Aunque parezca difícil de responder, esa respuesta tiene dos palabras: Damon Lindelof.
Showrunner y guionista del show, Lindelof supo construir un relato, que además de adictivo, era profundo. Al más puro estilo Twin Peaks, sorprendió con una propuesta onírica que no solo estalló los foros de fans sedientos de teorías, sino que también marcó un antes y un después en su futuro televisivo. Ejemplo de ello, son The Leftovers (serie favorita de un servidor) o la reciente adaptación de la novela gráfica Watchmen. Pero si hay algo que al seriéfilo le cuesta entender es toda la riqueza de esos ambientes plagados de referencias que tanto le pirran al productor. Por suerte, es en este punto donde llegamos al porqué de este artículo. Como caído del cielo ha llegado a nuestras manos Expediente Lindelof, la ayuda definitiva para dar forma y sentido a años de conspiraciones y dudas existenciales.
De la mano de Xavi Torrents Valdeiglesias y con prólogo de Javier J. Valencia, Dilatando mentes, editorial independiente especializada en fantasía, pone a disposición de sus lectores este ejemplar cargado de trabajo e ideas realmente interesantes. Como aventura Torrents, enamorado del cine y la ciencia ficción, Expediente Lindelof no pretende ser una biblia inquebrantable sobre lo que es canon o lo que no. El barcelonés propone a los interesados un viaje filosófico a través de las ideas, que sutilmente el guionista ha implantado en sus últimos tres proyectos televisivos. De esta manera, ofrece una reflexión que no solo invita a entender el argumento de la serie, sino que a su vez, propone una ristra de planteamientos que cuestionan el comportamiento humano.
Uno de los puntos que más juega a favor de Expediente Lindelof es su amplia documentación. Ya sea a partir de extractos de entrevistas al propio guionista o datos extraídos de manuales filosóficos, el libro nos ofrece un bastón en el que apoyarnos ante conceptos como el punto Omega o el Panóptico de Bentham. De esta manera y con un estilo cercano, permite una aproximación más personal a las ideas y diferencias que han marcado la carrera del showrunner.
Es curioso destacar como Expediente Lindelof es además una radiografía detallada de la vida y carácter del productor. Desde su experiencia como judío practicante hasta su manera de afrontar la muerte, se presentan unos datos, que maquillados bajo personajes y tramas, Torrents sabe plasmar con maestría. De la misma forma, nos muestra el proceso y los errores que le han hecho crecer en la industria, todas las vivencias que le han cambiado como creador y que ha plasmado en sus proyectos. Hecho claramente palpable en cómo pasó de dar respuestas con Lost, a ser un completo enigma con The Leftovers, sin olvidarnos de su reciente atrevimiento con Watchmen.
Con una mirada de completo aprecio, Torrents construye capítulo a capítulo un ejemplar por y para fans. Recordando y analizando a personajes como nuestra querida Nora Durst (Carrie Coon), rememora el por qué nos enamoramos de estas series y como hoy en día son consideradas ya hitos de la televisión moderna (¡Watchmen incluida!). Por tanto, si echas de menos a los Garvey, al ante todo héroe Jack Shepard o a la justiciera Sister Night, este es tu libro.
Alonso Muñoz
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