DEADPOOL 2
LOS ANTECEDENTES
Se dice y se cuenta en toda clase de Historia del Arte que se precie que los vanguardismos que vieron la luz con el siglo XX eran la respuesta ilógica a lo más lógico. Para que no se pierda nadie, en verso: «Como no puedo pintar mejor que Velázquez, voy a pintar distinto». De ahí el caballo a cuadros y de ahí que hace un par de años Tim Miller sorprendiera a medio mundo a los mandos de Deadpool. La adaptación al cine del mercenario bocazas recaudó la friolera de 783 millones de dólares alrededor del mundo, pero, si la cifra en sí ya marea, hay que tener en cuenta que 400 de ellos fueron en Estados Unidos, donde la película estaba calificada como «solo para adultos». Palomitas y licra ya son dos componentes primarios de la taquilla, pero la maestría del que fuera director de efectos de Scott Pilgrim contra el mundo en su debut cinematográfico era deslumbrante. Eso sí, aquí manda el papel vendido, así que la secuela se puso en marcha de inmediato. Con los mismos guionistas, Rhett Reese y Paul Wernick, pero con David Leitch (Atómica) ahora en la dirección, Deadpool 2 pretendía ser mejor y más grande que su predecesora.
LA PELÍCULA
Cuando uno se acerca a Deadpool 2, lo primero que recibe es un bofetón en la cara. La parte negativa es el estado de shock con el que no empezamos a disfrutar de la película hasta después de los tremendos créditos iniciales al ritmo de Céline Dion; la parte positiva es el gusto a frescor alcohólico en boca, como un trago de anís para los que no gusten del anís. Sin desviarnos hacia lo etílico, y por retomar lo de la lógica, se puede describir la nueva película del mutante más cachondo como más grande, más dura y más sucia. Más, lógicamente, descerebrada, si quieren, ya que ahí radicaba toda su virtud para navegar el mar del blockbuster. El filme funciona de manera espectacular como sátira de la saturada industria del superhéroe, que parece naufragar más allá del cobijo de Kevin Feige. Para que no se pierda nadie, en verso: «Como no puedo hacer películas de Marvel Studios, voy a hacer algo distinto». No se nos enfade nadie: la comparación artística, por licenciosa, es un mero ejemplo de la cara tan dura de Deadpool 2. Sin miedo, pero con vergüenza.
Más allá de los halagos, que los merece por ir más allá y no tomarse en serio a sí misma en ningún momento, Deadpool 2 destaca por encima de su predecesora por su tono paródico. Uno, sacrílego por castigo, puede tener la sensación de estar viendo Aterriza como puedas o Top Secret, hasta que algún chiste pegado a la actualidad le devuelve al eje. Ese recargo de comedia al uso y de detalle hilarante fuera de foco siempre es de agradecer, aunque es comprensible que en algún momento la línea se quiebre y nos veamos más cerca de Disaster Movie, por ejemplo. Quédense con lo primero. Y no se levanten de la butaca, porque las escenas poscréditos de verdad se vuelven útiles y ayudan a la película.
ELLOS Y ELLAS
Entregarse para el éxito de una película. Lo primero, el parche: salvando las distancias, siempre tan prejuiciosas, Ryan Reynolds es Deadpool (el personaje, la película y la franquicia) y se entrega como el mejor de los actores de método que tengan ustedes en mente. ¿Se imaginan ustedes a ese actor ridiculizando su propia carrera de manera continua? Pues eso. Se trata de dejar el ego a un lado y de intentar que tu proyecto triunfe. O no, a lo mejor se trata de recoger muchos premios, dar pocas entrevistas y de morir por perro viejo. Eso se lo dejamos al hermoso rubro de los actores. Lo segundo, la herida: dejarse la piel siendo Deadpool implica no volver nunca más atrás y crecer a partir de lo canalla. ¿Será capaz Reynolds de interpretar los papeles en los que se imaginaban al actor anterior? Solo el tiempo lo dirá.
LA SORPRESA
Las escenas poscréditos. Desde que la gente de Marvel Studios nos empezó a empastillar con pequeños epílogos hace ya una década, la tendencia se ha convertido en bostezo. Si bien hay algunos ejemplos útiles, el cierre elíptico de Deadpool 2 mejora la película y la hace redonda. La primera vez hemos oído aplausos por un corte así. Disfruten hasta que la pantalla se vaya a negro infinito.
LA SECUENCIA / EL MOMENTO
Describirles lo mejor de Deadpool 2 sería nadar a contracorriente de spoilers, entonces, céntrense en disfrutar la secuencia de apertura. Todo pasa por acción trepidante, vuelco de los acontecimientos y la voz de la más ilustre de las divas canadienses entonando la canción oficial de la película. Céline Dion, armas y el equipo que está detrás de la película, enumerado siguiendo sus fracasos. Les dijimos que se iban a acordar de Leslie Nielsen. Descanse en paz.
TE GUSTARÁ SI…
Eres capaz de olvidar que por cada Deadpool 2 nos tenemos que tragar otras cinco películas de gente en mallas que no despiertan ninguna empatía.
LO MEJOR
- Su humor. Ácido, sucio y deslenguado.
- Ryan Reynolds, sin complejos.
- La elección de la música vuelve a brillar como envoltorio.
LO PEOR
- Demasiado slow-motion.
- Muchas referencias pop pueden perderse en la traducción.
- Por momentos, se fuerza el mal lenguaje para conseguir una clasificación para adultos.
Matías G. Rebolledo