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CUÉNTAME Y SU FINAL MÁS EXPLOSIVO

Cuéntame - El Palomitrón

Breaking news, Cuéntamemaníacos. Finalmente, los guionistas han cumplido su promesa/amenaza. Habían advertido a timbales y platillos sobre el último capítulo de la temporada 18. Nada menos que el 329. Que si va a ser historia de la serie, dijo Ricardo Gómez, antes Carlitos, que cada escena va a ser un ay… Recordando el episodio a corazón abierto de la semana anterior, parecía una osadía que pudiera resultar todavía más emotivo festivo. Porque la despedida a la francesa del maravilloso Miguelón (Juan Echanove) o el esperadísimo reencuentro sin teléfonos ni puertas por medio de Karina (Elena Rivera) y Carlos (ejem, tirón de orejas aparte para los guionistas por lo que han hecho padecer al personal desde tiempos inmemoriales con estos dos) sí que han sido, hayan gustado más o menos, tramas para enmarcar. Pensar que el cierre de esta etapa iba a ser un trámite relativamente fácil no era tan descabellado. Con duelo, es verdad, pero una travesía tranquila y familiar. De esas que los Alcántara saben regalar cuando se ponen, como ningún otro clan televisivo.

¡Ja! Ilusos… Desde luego, Por ti contaría la arena del mar no se puede describir como un hasta luego de bajo perfil sin mayor trascendencia. Cuéntame tuvo que reinventarse para sobrevivir al paso del tiempo, y así lo hizo. Sin remilgos. Por eso, dejó hace varias temporadas de ponerse líneas rojas (después de la infidelidad de Antonio Alcántara y la muerte a bocajarro de De Gaulle, por ejemplo). El socorrido “no se atreverán”, que más de una vez consuela al espectador en momentos de tensión máxima, ya no sirve de escudo para bajar el nivel de alerta. En Cuéntame puede pasar cualquier cosa.

Es más, las tramas suelen tirar más de una vez de lo inesperado. Y si, cuando todo acaba, viene el final feliz, el espectador puede saborearlo como si alcanzara la cima de una montaña después de un camino de piedras y tropiezos. Así ha sido, de hecho: inesperado. Ya lo ha comentado acertadamente ese oráculo de Delfos que es doña Herminia. “En esta familia, la cuestión es no estar tranquilos nunca”.

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La vida cambia y cambia, se esté preparado o no. Lo han vivido en su piel más que nunca todos los Alcántara esta noche. Antonio no siente ni padece después de perder a su hermano. Mientras Barcelona celebra el anuncio del gran acontecimiento de los Juegos Olímpicos de 1992, el patriarca es un espectro del auténtico Antonio Alcántara. Aparte de un Imanol Arias haciendo de las suyas (interpretativamente hablando), es de agradecer que alguien se haya acordado del vacío que deja Miguel. Sin ensañarse en el dolor ni el pasado, para el público que ve la serie hace 16 años es casi justicia poética darle en el recuerdo el lugar que merece a un personaje imprescindible de la historia de la ficción.

Por eso, lo que quizás más ha chirriado sea el empeño de los churumbeles Alcántara por levantar el ánimo a su padre regalándole un coche y un curso de inglés para pasar el trago. El drama gratuito no está justificado, pero el humor mal encajado puede parecer una parodia. Eso sí, en eso de las ideas descabelladas tienen a quien salir, y si no que se lo digan a su padre. Menos mal que, pase lo que pase, siempre está Herminia para aportar sus lecciones magistrales de sabia cordura y poner orden en el gallinero. “Tú y yo tenemos la suerte de poder mirar al futuro”, le ha dicho la abuela de España a su yerno. Mano de santo. En un segundo, Antonio Alcántara ha vuelto a ser el Parriba.

De hecho, una vez más ha quedado demostrado que, sin el pilar de Cuéntame, la ficción queda incompleta. Las reuniones familiares son oro y ya se venían echando en falta alguna como la de los hermanos, que parece que empiezan a sentar la cabeza. Igual que los encuentros de Carlos y amigos, aunque hagan a más de uno sentirse mayor al verlos paseando a un bebé cuando antes de ayer prácticamente eran unos críos traviesos que se inventaban historias en el descampado de San Genaro. Más escenas para Josete, Luis y Marcelo en 2018.

Cuéntame - El Palomitrón

Sin embargo, y pretendido o no, el final de Cuéntame ha sido por goleada para Carlos y Karina. ¡Ay, Karina y Carlos! ¡13 años! locos el uno por el otro. Son el filón de la audiencia, la piedra angular de las nuevas generaciones, y se traen un «ni contigo ni sin ti» de primero de culebrón con el que no paran los sobresaltos. Tres minutos ha durado la alegría. Creíble y necesario era dar cierto punto de realismo metiendo de nuevo un obstáculo, aunque esa traba tan bonita llamada Olivia tenga todas las papeletas para acabar siendo una nueva nieta de los Alcántara. Vale. Pero, una vez más, ha quedado claro que están hechos el uno para el otro y que podrían dar grandes tramas juntos. Aunque hasta el más pintado haya vivido con el corazón en un puño preguntándose si el pequeño de los Alcántara alcanzaría a tiempo a su gran amor antes de que se fuera. O suspirado con esa pregunta que ha quedado en el aire hasta la siguiente temporada, de nuevo inesperada aunque del todo deseada.

En cualquier caso, y por una vez, Cuéntame deja un final lleno de incertidumbres y explosiones que cambiarán seguro la vida de la familia más famosa de la televisión. Mientras que regresa, habrá que conformarse con que al menos este final haya servido para que Carlos se haya dado cuenta de que la vida no es imposible. Solo hay que tomarla en serio.

María Robert 

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