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Crítica de Kakushigoto destacada - El Palomitrón
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KAKUSHIGOTO: EL ENIGMA DE LA CAJA 18

Guardar un secreto es algo común, ¿quién no ha guardado un misterio personal alguna vez? Si nos paramos a pensar, seguro que hay algo que no hemos querido contar nunca. Incluso las personas más sinceras y extrovertidas han reservado para sí, en algún momento de su vida, algún asunto privado. Así lo revela un estudio publicado en el Journal of Experimental Psychology de Estados Unidos.

Según la ciencia, asociamos guardar un secreto con algo perjudicial para la salud. Mantenerlo supone para nosotros una carga física y emocional que requiere un mayor esfuerzo en nuestra rutina diaria. Los expertos en psicología lo explican con una metáfora: como si lleváramos una mochila cargada de piedras, el peso del secreto nos aleja de nuestra metas y, sobre todo, nos hace evitar cualquier asunto que pueda suponer un juicio negativo hacia nosotros. Lógicamente, cuando uno se deshace del peso de ese secreto, la sensación es de absoluta liberación. En una investigación con más de 1.000 personas, los científicos les pidieron que contaran sus secretos más ocultos, y llegaron a conocer más de 13.000 confesiones. Tras estudiarlas, concluyeron que lo que no contamos suelen ser cosas que están mal vistas, social o éticamente: guardamos secretos, en gran parte, para prevenir la vergüenza.

Y así, como si de una investigación científica se tratase, surge Kakushigoto. La obra de Kōji Kumeta que inició su publicación el pasado 2015 en Japón  y que ha sido en 2020, gracias a la labor de Ajia-do Animation Works, cómo ha conseguido ese espacio tan especial que tenía tanto tiempo reservado en la parrilla televisiva. Al igual que ocurre con la obra de Nisio Ishin, Kakushigoto nace de su propio nombre, pues la conjunción de kanjis en japonés nos susurra al oído lo siguiente: secreto. Y es que Kakushigoto representa eso en su forma más pura, y como si de un truco de magia se tratase, Kōji Kumeta lo emplea como título para su historia y como leitmotiv en su argumento. Una idea no muy rebuscada pero original en su desarrollo y propuesta.

Hojas perennes

Las olas del mar… El sonido de la naturaleza… Un viaje el tren…

Bajo estas pautas realmente bien construidas e ilustradas en menos de un minuto, da comienzo Kakushigoto. Una historia que nace haciendo uso del flashforward para situarnos, así, en el día que cambiará para siempre la vida de Hime Gotō. ¿Cómo lo hará? Sencillo. Tras un pausado viaje en tren de lo más complaciente, algunas bifurcaciones y unos cientos escalones, la joven se encontrará ante la Caja de Pandora de su padre, Kakushi Gotō. Un lugar que dejará su simbología de lado y se convertirá en una casa que, tras abrir su candado y dejar pasar una leve corriente de aire, soplará miles de papeles. 

Papá, ¿cuál es tu secreto?

Bajo un halo de misticismo bañado por un aura de ternura jovial y tonos índigos, viajamos ocho años atrás en el tiempo para reencontrarnos con una Hime más pequeña y un Kakushi todavía poseedor de ese enigma que dotará de significado al título. De esta forma, pasamos a formar parte del día a día de Kakushi y Hime. Una familia de lo más peculiar que posee en sus enseres un secreto un tanto novelesco. Pero seremos nosotros, los espectadores, los que conoceremos ese secreto a los pocos minutos de comenzar la ficción. Así, ese velo traslúcido pasará a ser totalmente transparente para nosotros al descubrir el secreto que guarda Kakushi a su hija Hime: ser mangaka de obras, digamos, un tanto triviales. Algo que no quiere que sepa bajo ninguna circunstancia por temor al rechazo y el bochorno consecuente de ello. Por lo tanto, será ese juego entre «Superman» y padre, lo que confeccionará, poco a poco, los capítulos que componen esta historia. Relatos que nos dejarán ante uno de los productos más destacables de la presente temporada y que serán capaces de narrar una historia entre padre e hija de lo más cautivadora y, sobre todo, divertida e intimista a partes iguales.

Crítica de Kakushigoto Hime - El Palomitrón

Padre e hija

El relato de Kumeta se nutre de la relación paterno-filial para construir sus pilares. Unos que rotarán constantemente en Kakushi y Hime pero que también se dejarán caer, en bastantes ocasiones, en aquellos personajes que rodean a ambos personajes. Porque aunque en un primer momento podamos llegar a creer que Kakushigoto se centrará solo en estos dos personajes, será con el paso de los episodios cuando descubramos que realmente estamos ante una obra coral que funciona a la perfección; no solo por los matices y perspectivas que ofrece el resto del elenco, sino por cómo se logra encajar todas las piezas en un mismo plano. 

A pesar de ello, es absurdo pensar en un capítulo sin Hime o Kakushi, pues serán ellos los que, a través de su día a día, confeccionarán esta exquisita historia. Por un lado, conoceremos a un Kakushi padre, cauteloso y paranoico con no desvelar su auténtica profesión a su hija; pero también a un Kakushi mangaka, apasionado por su trabajo y atento a las necesidades constantes de su familia. Podríamos decir que viviremos ante dos personajes fusionados en uno, y digo fusionar porque realmente es la misma persona, una que se preocupa constantemente por el bienestar de su hija, pero también por el éxito —encubierto— de su trabajo. Así, y de manera episódica, una parte de Kakushigoto la viviremos a través de este padre extrovertido cuya actitud puede perturbar a algunos pero también encandilar a muchos otros. Un personaje que vivirá a caballo entre dos perfiles muy bien definidos que, además, nos harán vivir en primera persona esa preocupación existente en las figuras paternas, o en su defecto maternas, por no defraudar a sus hijos con su profesión; un aspecto más arraigado, sobre todo, a la cultura japonesa. Algo que Kakushi puede reflejar de una manera un tanto excesiva, pero sin duda, realista. 

Crítica de Kakushigoto Hime y Kakushi - El Palomitrón

Aunque si hablamos de realidades, una muy palpable es el peso que tiene Hime en esta historia. Una joven de 10 años que, además de personaje, funcionará como narradora de su propia historia. Una cronista que nos hablará desde su presente viajando por el pasado hasta llegar, posiblemente, al minuto uno de la obra. Con Hime viviremos las dos vertientes de Kakushigoto, una narrada desde «la mentira» y otra desde «la verdad». Es cierto que serán ocho años los que separen una de otra, pero gracias a la estructura de la obra podremos sentir esa evolución para llegar, poco a poco, al punto final. Desde una Hime inocente y frágil hasta una Hime mucho más madura y valiente. Una evolución que se nutrirá de las vivencias junto a sus compañeros de clase, los encuentros diarios con su padre y, ante todo, de la curiosidad y perspicacia de la propia Hime. Un recorrido de lo más agradable que la obra sabrá acompasar con cientos de historias para cada uno de sus episodios, siempre guardando espacio para las risas, aunque también para la melancolía.

Porque sí, Kakushigoto parte de ser una comedia, pero también posee un lado más frágil que se esconde, pedazo a pedazo, en cada uno de sus episodios. Un aspecto que bien podría definir la cálida relación entre Hime y su padre, pero también ese misterio que golpea a la figura de su madre. Un personaje que se muestra en alguna que otra ocasión pero que se desconoce cuál es su estado cuando suceden los hechos de la historia. Un misterio más que alberga Kakushigoto y que, posiblemente, enmascare uno de los puntos más emotivos de la obra. Pues son muchos los momentos que, ya sea desde la perspectiva de Kakushi o desde la mirada de Hime, la obra nos lleva hasta ella; pero ninguno de ellos nos revela cuál es su realidad, cuál fue su sino.

Crítica de Kakushigoto familia - El Palomitrón

Secretos y verdades 

Dejando algo de lado los matices pertinentes a los personajes y la construcción de estos en pos de formar una obra coral que funciona cual reloj suizo, Kakushigoto posee además otras claves que lo hacen funcionar de manera, cuanto menos, satisfactoria. Claves como su propia estructura, asentada en construir episodios que se dividen a su vez en diversos casos; algo similar a lo que ocurre con Kaguya-sama: Love is War por ejemplo, y que sirve como eje narrativo que te atrapa y no te deja salir de su ficción. Aunque no solo el formato episódico hará funcionar a la obra, también serán aspectos como el juego temporal que impera en Kakushigoto desde su inicio lo que nos mantendrá alerta constantemente. Un mecanismo que nos situará —casi siempre— en el pasado y que a su vez viajará al presente para narrarnos cómo se ha llegado hasta ese punto. Cómo se ha logrado la llave de la Caja de Pandora. 

De esta forma, serán sus personajes, su estructura y el halo de misterio constante los puntos más sonantes del título. Pero no por ello debemos olvidar la nostalgia y la ternura que emana un personaje como Hime y el humor ácido, aunque bien logrado, de Kakushi. Tildes que destacan, más si cabe, la apuesta que hace Kakushigoto maniobrando con esas perspectivas lejanas y exageradas pero que, de alguna forma, saben tener su propio espacio y encajar bajo un mismo guion. Conjunciones que Kōji Kumeta sabe manejar bastante bien y que, a pesar de haberlo demostrado ya en anteriores títulos como Sayonara Zetsubō Sensei o Joshiraku, es en Kakushigoto donde consigue uno de sus trabajos más redondos y bien logrados cuyo resultado, lejos de fascinar a todo el público, conseguirá destacar entre los seguidores más acérrimos del género. 

Fuente: sakugabooru

Un trabajo que en esta ocasión recae en dos plumas que han sabido trasladar a la perfección lo planteado por Kumeta en la obra original. Hablamos de Yūta Murano, quien se encargará principalmente de la dirección de la serie, y Takashi Aoshima, la pluma detrás del guion. Dos artífices que dejan su trabajo en manos de Ajia-do Animation Works (Genshiken, Honzuki no Gekokujō). Un estudio que ha logrado engañarnos a todos haciendo que su resultado se asemeje en demasía a lo propuesto por SHAFT en todos sus trabajos. Desde los primeros vídeos promocionales parecía que fuesen ellos los que se postularían tras Kakushigoto, pero es Ajia-do Animation Works quien ha logrado que una propuesta que podía resaltar en materia de guion lo haga también a través de su animación y puesta en escena. 

Una tarea sobresaliente que, además de contar con Murano y Aoshima, también cuenta con Kohei Honda —director de arte— y Teppei Satō —director de fotografía— para realzar, más si cabe, una propuesta audiovisual que nos devolverá esa aura lograda en trabajos como Monogatari Series o Sangatsu no Lion. Algo que también se verá acompasado por una narrativa sonora a cargo de Yukari Hashimoto que nos dejará con notas bañadas de melancolía, pero también de puro frenesí. En definitiva, Kakushigoto se ha convertido por méritos propios en uno de los títulos más destacables de la temporada —y personalmente, del año— no solo por saber contar una historia que se podría considerar anodina de una forma estupenda y cautivadora, sino por cómo logra, a través de su escenografía y composición, cautivarnos desde el primer minuto hasta el último. Una serie impregnada de lecciones, pero también de diversión, aflicción y misterio. Un secreto que, como su propia etimología indica, nos guiará hasta la caja 18

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Marisol Navarro

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Publicista aficionada de las películas, las series y el cómic en general. No tengo un género preferido, pero todo lo gore me apasiona. Adoro viajar, y si algún día consigo ir a Japón, sin duda para el trayecto tendré preparada toda la obra de Sui Ishida.