El ser humano está predestinado a vivir en sociedad. Queramos o no, las personas al nacer en la Tierra contamos con una cualidad inamovible en cuanto a nuestro entorno. Uno que está construido —supuestamente— para no estar solo. La soledad tiene multitud de medidas y, podríamos decir incluso, accesorios. Pero es en Astra Lost in Space donde la soledad conquista una nueva definición y se postula ante nosotros como un lugar infinito en el que tendremos que lidiar ante lo desconocido de manera totalmente individual. Un lugar inexplorado en el cual hincar nuestra propia bandera y andar frente a un universo creado para todos nosotros aunque habitado solo por unos pocos. 

Pero Kenta Shinohara no pretende que entendamos esa soledad como la pieza sustancial de su obra, sino como el engranaje que hará girar al resto; porque será enfrentándose ante esa soledad y ese espacio inexplorado como empiece realmente la historia de Astra Lost in Space. Una que surca un nuevo horizonte, se postula como uno de los estrenos más refrescantes de esta temporada estival y consigue hacer palpitar en nosotros ese manifiesto en pos de la verdad que hay más allá. Esa verdad que dice mostrar el lado oculto de la Luna o a qué velocidad es capaz de morir el Sol. Esa verdad que nos dejará ante una aventura de cómo conquistar el espacio exterior. 

Un viaje sin retorno

Segundo cero. El espacio exterior y la nada. Segundo veinte. Me encuentro sola ante el espacio; ante un vacío que previamente no había sentido. No escucho nada, solo el palpitar de mi corazón y, poco a poco, mi respiración. Segundo cuarenta. Veo objetos volando por el espacio, pero yo no sé dónde estoy; no dejo de dar vueltas una y otra vez. Veo una luz, pero no consigo dar con ella. Parece que está demasiado lejos. Minuto uno. Me estabilizo y compruebo mi traje, los propulsores no funcionan. Empiezo a ser consciente. Todos han desaparecido… Empiezo a tener miedo. Me encuentro sola ante el espacio, ante la nada… y no sé qué hacer. El pavor me absorbe por completo. Estar sola es aterrador. Minuto dos. Y es cuando me empiezo a desvanecer cuando algo se acerca a mí… ¿qué o quién es?

«¿Qué o quién es?» Así es cómo estudio Lerche decide emprender esta aventura acuñada por Kenta Shinohara cuyo sello editorial recae en nuestro país en Milky Way Ediciones y cuya estela parece haber surcado los cielos para llegar también a nuestras televisiones. Nadie sabía cómo lo haría, pero la producción de los primeros minutos de Astra Lost in Space es una que posiblemente nunca olvidaremos. Cómo se muestra la soledad, el miedo, lo desconocido; la nada. Cómo consigue envolverte en ese halo de misterio con tan pocas frases, tan sólo valiéndose del sonido y de la propia respiración. Una presentación que abusa de la calidad del propio estudio y a su vez nos demuestra hasta qué punto están dispuestos a llegar. Surcar el espacio nunca ha sido fácil, pero ver a Aries perdida en él completamente sola y anhelando volver junto a lo conocido no sólo nos sitúa ante el tipo de ficción que nos quiere presentar Masaomi Andō a través de la historia original de Kenta Shinohara sino que nos manifiesta qué busca estudio Lerche junto a Astra Lost in Space. Un viaje sin retorno en el que dejar su impronta grabada en algo tan amplio como el espacio exterior. 

La dicotomía del ser humano ante lo desconocido

Año 2063. Nos situamos prácticamente 40 años en el futuro. Una era donde los viajes espaciales se han convertido en algo cotidiano, en una actividad más del ser humano. Los estudiantes de secundaria Kanata, Aries y otros siete compañeros se dirigen al campamento espacial de la Academia Caird. Un campamento que acecha luces y sombras pero que consigue que sus corazones palpiten de emoción. Sin embargo, nada más llegar a Planet McPa —lugar donde se celebraría el campamento— son absorbidos por una misteriosa esfera y expulsados al espacio profundo de manera totalmente aleatoria. Y será allí, en medio de la nada, donde encontrarán una nave abandonada flotando en medio del cosmos. ¿A qué clase de peligros deberán enfrentarse para lograr volver sanos y salvos? 

Comienza una emocionante aventura de supervivencia en el espacio exterior. Una aventura en la que, a través de un gran grupo de personajes, podremos disfrutar de un viaje excepcional que nunca antes habíamos transitado. Un periplo de descubrimiento que, a pesar de contar con innumerables copias en el mercado, en esta ocasión cuenta con un factor distintivo y original. Un agente que lo convierte en único y merecedor de nuestra fijación por él. Hablamos del elenco protagonista. 

Sería demasiado rollero describir a cada uno de los personajes, incluso citar sus correspondientes nombres, pues realmente son Kanata y Aries quienes «dirigen» esta historia; pero es gracias a la musicalidad de todo el grupo cuando Astra Lost in Space funciona. Es cierto que Lerche está realizando una gran labor de adaptación, pero ésta no sería tan factible si los personajes no se dejasen moldear con la historia. Un elenco en el que podremos encontrar todo tipo de personalidades, sentirnos identificados con más de un patrón y, posiblemente, tener entre comillas a algún que otro personaje. Kenta Shinohara se ha encargado de crear un grupo variado a la par que dispar; un grupo bastante amplio con alguna que otra personalidad relevante pero en el que consigue uniformidad en cada uno de sus capítulos además de un protagonismo que podríamos tachar como equitativo —a pesar de la insistencia para con Kanata y Aries—. 

Y justamente en ese factor, en ese grupo de personajes definido como vasto a la vez que heterogeneo, es donde encontramos el leitmotiv de la obra: hay un traidor entre todos ellos. Alguien que les está impidiendo avanzar en su regreso a casa. Y es justamente en ese punto donde se unen historia y personajes para crear el aura principal de la obra. El grupo está perdido en el espacio exterior, con una nave con pocos recursos y sin ningún plan fijado para su retorno. Solo mera improvisación. Este viaje se convierte en el eje principal de todos ellos y de la propia aventura de la obra; pero es cuando ésta nos presenta la presencia de un traidor cuando convierte al viaje en algo más. Astra Lost in Space deja de ser sólo un periplo que realizar, se transforma en una historia de intriga y suspense donde el valor de la vida en el espacio pasa a ser su mayor baza frente al espectador. ¿Hasta dónde serán capaces de llegar?

Prisioneros del tiempo y del espacio

Líneas atrás hablábamos de la importancia que tienen los personajes en la obra, pero no podemos contextualizarlos dejando atrás la sintonía que éstos guardan con el viaje y lo desconocido. Dos conceptos con los que la obra conjuga un trío perfecto en el que cada elemento tiene su peso y, por ende, su importancia frente al hilo principal de la historia. Astra Lost in Space no intenta romper ningún esquema ya presentado en un viaje espacial, pero sí indaga en cómo el viaje será un factor clave y cómo enfrentarse a lo desconocido será el mayor temor de los personajes; más allá de traiciones y conspiraciones. El espacio exterior es un lugar infinito cuya brújula para viajar por él todavía no existe, tampoco hay planos o archivos; por lo que transitarlo supone emprender un camino con los ojos cerrados. Emprender una trayectoria que, posiblemente, nunca haya sido recorrida. Y es ahí, en el viaje y en lo mayúsculo de lo desconocido, donde la obra impone sus propias reglas y dibuja sobre plano su propio itinerario. 

Decidir hacerlo o no ya forma parte de cada espectador, pero nunca es tarde para alzar el vuelo frente a un lugar copado de secretos; un lugar al que podremos viajar cada semana y descubrir algo nuevo y decidir ante qué personaje o idea postularnos. Astra Lost in Space es una obra repleta de ambiciones, pero es Lerche quien toma el protagonismo en esta faceta y decide conectar con ella de tal manera que consigue dejarnos con una de sus mejores producciones hasta el momento. No sólo por cómo consigue contar la historia de Kenta Shinohara a través de la visión de Masaomi Andō, sino por cómo Lerche apuesta por incidir en los aspectos, quizá, menos relevantes de la obra homónima para así crear una adaptación a su altura e incluso superando, en cierto modo, las expectativas puestas en ella. Un trabajo que se ve reflejado tanto en la animación, la banda sonora y la puesta en escena.

Masaomi Andō ha decidido contarnos Astra Lost in Space a través de su propia visión. El medio audiovisual en multitud de ocasiones es muy complicado y a veces nos hace perdernos en una historia por no saber trasladarla correctamente, pero Andō ha conseguido dar con la clave perfecta para situarnos en la obra y contextualizarla de tal forma que nos veamos —en cierto grado— viajando por el espacio y sintiendo la inmensidad de éste. Algo que consigue con un doble plano con el que juega constantemente; un plano que en ocasiones está al completo —cuando se representa el espacio y lo colosal de éste— y en otras juega con la doble franja negra tan característica del cine. Una acción que, además, se ve acompasada por las notas de Masaru Yokoyama y Nobuaki Nobusawa, que no sólo saben sintonizar la acción sino que logran representar el propio silencio.

Y es así como Astra Lost in Space logra destacar entre la gran parrilla de estrenos veraniegos; con una historia de misterio representada por lo grotesco del espacio exterior, multitud de personajes con perfiles bastante desiguales —a la par que clichés— y un conjunto audiovisual que deja entrever cómo los estudios con poca trayectoria en el mercado poco a poco van creciendo y despuntando con sus trabajos. No sabemos cuál será el destino de los viajeros de la nave estelar Astra, pero lo que sí que tenemos claro es que queremos averiguarlo junto a ellos.

Marisol Navarro

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