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CARDO: MUCHA COCAÍNA Y POCA DIVERSIÓN

Lo cañí está de moda, ya lo decíamos en nuestro especial dedicado al Cine Quinqui. El movimiento de la estética ratchet, que tiene como pioneras a  Rosalía y Nathy Peluso, ha saltado de los videoclips a las series o, al menos, eso parece. Muestra de ello es ‘Cardo’, la ficción estrenada el pasado 7 de noviembre con la que ATRESPlayer Premium repite fórmula y espera cosechar el mismo éxito que logró en 2020 con ‘La Veneno’.

Creada por Ana Rujas y Claudia Costafreda, producida por Buendía Estudios y Suma Latina y bajo la lupa de Los Javis, ‘Cardo’ juega con el esquema temporal que siguen otras series como ‘Paquita Salas’. Seis episodios de menos de 30 minutos de duración son suficientes para narrar la historia de María (Ana Rujas), una joven que está a punto de estrenar la treintena y que se ha resignado a la precariedad de una generación que se busca pero no se encuentra.

404 Not Found, la generación que no carga 

Que los millennials han sido la generación bisagra entre dos sistemas que poco o nada tienen que ver es un hecho. Demasiado jóvenes para gozar de las ventajas de la Generación X y demasiado mayores para subirse a la ola de arrogancia y libertad digital de los Centennials. Una horquilla de individuos en edades comprendidas entre los 40 y 27 años que no terminan de despegar en esa falsa promesa en la que fueron educados y que miran con recelo como los chavalillos nacidos en los albores del 2000 se unen al salvaje y competitivo mercado laboral.

En medio de ese devenir y desilusión ante la vida se encuentra María, una protagonista que prefiere ahogar la precariedad de su realidad a golpes de alcohol y drogas. Uniéndose a la onda de series como ‘Fleabag’ o ‘High Fidelity’ cuyo eje narrativo principal son treinteañeras resignadas con el mundo que les rodea, ‘Cardo’ se diferencia con su forma de romper la cuarta pared 2.0. No necesita de artificios, se basta únicamente de la simpleza del texto.

Muchos la han definido como la serie de una generación. Si hablamos de un segmento de la generación millennial que vive en pisos de techos altos en el centro de Madrid, que busca del postureo, la moda y lo políticamente correcto su manera de expresión y que viven encerrados en su realidad, entonces sí, claro, estamos ante la serie de una generación.

Una Ana Rujas sobresaliente

La intención de ‘Cardo’ es buena, es una serie con elementos transgresores y muy novedosos pero resta fuerza a la crudeza de su mensaje con tanto adorno.  El imaginario religioso de velas, vírgenes, santos y drogas es un recurso tan en boga como quemado, tanto que acaba siendo cansino. 

Con personajes empolvados en cocaína que esnifan rayas en cualquier lugar y a cualquier hora, la ficción encadena temas tan complejos como la necesidad de autoafirmación, el abuso, la adicción y la culpa, en un relato breve pero atrayente.

‘Cardo’ engancha, se deja ver y se sostiene sobre los hombros de Ana Rujas que soporta el peso dramático de la ficción de forma sobresaliente. Acompañando al espectador en el viaje a los infiernos de María, Rujas se posiciona como una actriz de carácter que utiliza tintes autobiográficos de su vida pasada para hacer un retrato incisivo y poco complaciente del mundo de la moda y la publicidad.

Una serie que merece una oportunidad por la interpretación de Rujas, especialmente en sus 20 minutos finales, pero en la que el espectador no puede dejarse llevar por los elogios que ha recibido en su reciente estreno. Se disfruta pero le hace falta fruta. 

Claudia Banqueri

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