LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE VENENO: DE ICONO DE LA TV A LEYENDA LGTB
La Veneno no era ni puta ni santa, pero sin duda fue un personaje televisivo que creó nuevas realidades y supuso la primera representación en el mass media de una persona trans. Su historia también es la historia de una parte importante del colectivo y nos guste más o menos es imposible negar su relevancia en la cultura nacional.
LA TELEVISIÓN COMO MOTOR CREADOR
Los creadores de la serie, Javier Calvo y Javier Ambrossi, también conocidos como «Los Javis», tienen recorrido en el arte de homenajear a iconos televisivos, ya sean completamente underground como las vecinas de Valencia a ficcionados (sí, nos referimos a la icónica Paquita Salas).
Al tratarse de la televisión, el relato se sustenta en imagenes ya conocidas. En este sentido, al recrear momentos que ya forman parte de la cultura pop, se juega con el recuerdo y sus espectativas. Uno de los grandes aciertos de la serie es dar una vuelta de tuerca a esos momentos a partir de nuevos encuadres, tonos y sentidos. Por eso mismo, estas imágenes son las que consiguen un mayor peso emocional.
El personaje de La Veneno estuvo (y sigue estando) denostado, no solo por ciertos sectores de la sociedad en contra de lo que representaba Cristina La Veneno, sino también por aquellos intelectuales en contra de la «baja cultura» televisiva tan bien representada por el programa Esta Noche Cruzamos el Mississippi. En este sentido la serie hace un gran trabajo a la hora de ensalzar este icono de la cultura popular y otorgar una dimensión fílmica e incluso en ocasiones poética a contenidos entendidos como «vulgares».
EL ASPECTO LGTB Y SU REPRESENTACIÓN
Otro gran acierto de Veneno es la reivindicación por las actrices trans, siendo la primera serie española donde todos los personajes trans están interpretados por mujeres trans. Dentro de la narrativa fílmica española hemos visto a personajes trans (escasos) y en la mayoría de estos casos estaban interpretados por actores o actrices cis. De todas formas, y gracias a figuras como Almodóvar, contamos con ejemplos tan icónicos y recordados como el personaje de Agrado en Todo sobre mi madre, el cual más allá de otorgarnos una actuación cómica, nos enseñaba un personaje complicado y humano.
La cuestión de la representación es uno de los grandes temas de Veneno. Esto los vemos en la escena que abre la serie, cuando el personaje protagonista, siendo aún una niña pequeña, se queda mirando a la televisión como si se tratara de un rito religioso. Esta forma de iniciar la serie es una declaración de intenciones en toda regla, los «Javis» se reafirman en que sin representación no se normalizan realidades. Al crecer, y gracias al hecho de que La Veneno tuviera ese espacio en antena, Valeria se atreve a transicionar. El primer motor de acción y cambio sucede gracias a esa representación en pequeña escala. Por eso mismo, el gran motor principal de la serie es publicar el libro.
Concluimos este artículo instando a los espectadores a ver ,no tan solo una de las series más polémicas del año (como la propia Cristina La Veneno), sino a dejarse seducir por uno de los personajes pop más complejos y necesarios de nuestra cultura televisiva.