BIBLIOTECA. ENNIO MORRICONE. EN BUSCA DE AQUEL SONIDO

Es gracias a Alessandro De Rosa y, en España, gracias a MALPASO, que podemos desentrañar la verdadera figura de Ennio Morricone, hasta ahora compuesta por corcheas, bemoles y claves de fa. Morricone es un italiano de 85 años con un fuerte carácter y un talento (y mucho trabajo) para la música que lo ha llevado a moverse entre aguas pantanosas, como lo son los directores de cine. Hasta ahora, lo que sabíamos de él estaba sobre un pentagrama y, sin perder la entonación, Alessandro De Rosa nos brinda en poco más de quinientas páginas cuatro años de trabajo y una extensa entrevista con el compositor.
La verdadera vocación de Morricone era la medicina, y su primer talento (que todavía conserva) era el ajedrez, pero su padre colocó una trompeta en sus manos y el destino hizo el resto. Fiel alumno del compositor Goffredo Petrassi, a su edad y con una vida dedicada al cine sigue creyendo que su labor como compositor de bandas sonoras desprestigia su imagen de compositor. Una imagen que formó en la Escuela de Darmstadt y en el Gruppo di Improvvisazione Nuova Consonanza, uno de los grupos de música contemporánea más importantes de Europa.

Morricone no tiembla al reconocer que haber perdido el Oscar por la banda sonora de La misión (Roland Joffé, 1986) le dolió y le hizo sentirse frustrado, pero también provocó que se esforzase el doble en cada trabajo, llevándole a apreciar aún más ese Oscar honorífico que llegó en 2007. Su música es descrita como «sacra», algo que los temas de La misión ya se ganaron por el argumento en sí de la película; él tiene una clara respuesta para ese adjetivo en sus composiciones:
«Pero quizá se advierte en mis obras el enfoque ‘sacro’ que tengo con la música en sí misma, con el acto compositivo. Y también con la vida, en definitiva. Estoy convencido de que hay que vivir intensamente cada instante, en su unicidad. Yo trato de hacerlo siempre que me pongo a escribir música, cuando pienso en mi familia, en mi mujer, en mis hijos, en mis nietos. En mi pasado, en mi presente y en mi futuro».
Morricone habla con tranquilidad en todo momento y deja ver a un hombre trabajador, constante, sacrificado por su música; un hombre con las cosas muy claras (había que tenerlas para trabajar con el gran Sergio Leone), pero con una profunda humildad que lo lleva a sentirse inferior a todos los compositores de su generación (aunque él sea el que más fama mundial haya cosechado). Alessandro De Rosa no solo es un gran admirador de Ennio, sino que su vida ha sido la que es gracias a este, y es en esta gran entrevista donde nos deja clara su admiración, pero también el deseo de que muchas generaciones conozcan de verdad al genio que ha puesto música a sus vidas.
Terminan por redondear el libro los testimonios de algunos amigos, como Sergio Miceli, y directores con los que Ennio no solo ha trabajado, sino que ha entablado una gran amistad, como Giuseppe Tornatore (o Peppuccio, como Ennio lo llama). No solo conocemos la opinión de Ennio sobre la música contemporánea, la manera de proceder de la música aplicada (como él llama a las composiciones cinematográficas), sino que también conocemos lo que sus amigos más cercanos opinan de él y su trabajo. Cualquiera que coja este libro entre sus manos, ya sean profesionales de la música o simples admiradores, acabarán llegando a la misma conclusión: Ennio Morricone es uno de los grandes del cine y de la música.
Lorena Rodríguez