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WONDER WOMAN

Crítica de Wonder woman en El Palomitrón

Rondando ya los 600 millones de dólares de taquilla mundial, Wonder Woman llega por fin a nuestras carteleras (la final de la Copa de Europa del sábado 3 de junio tiene la culpa de este retraso) para coronarse como uno de los hitos feministas de 2017, si tomamos el pulso a todo lo que se ha publicado en estas dos semanas sobre la película, su actual repercusión en las redes sociales y los debates que se avecinan. Porque la bandera de esta nueva heroína ya está siendo ondeada por colectivos, activistas, famosos y ciudadanos anónimos que ven en Wonder Woman un nuevo icono que explotar en la lucha de géneros, una asignatura tan pendiente como urgente en esta sociedad del siglo XXI. Porque no solo hablamos de una película protagonizada por una mujer en un mundo (el de los superhéroes) que habitualmente las relega a papeles secundarios en el mejor de los casos, sino también de una cinta dirigida por una mujer, Patty Jenkins, algo efectivamente también muy poco común cuando hablamos de blockbusters.

Vista la película, aparte de los citados argumentos, poco queda para hacer una lectura feminista de esta, pues su desarrollo es muy similar al de cualquier entrega de Marvel o DC, ya sean estas interpretadas por hombres o mujeres. Porque ser el centro de la trama, o repartir unas cuantas patadas no basta para otorgarle a la película un rol en una lucha que sí ha tenido decenas de excelentes ejemplos en el cine, joyas atemporales que nos han regalado momentos que son ya parte de la historia del cine. Y quizá esta oportunidad perdida sea lo que más duela, y quizá contentarse con la aportación que Wonder Woman como película suma a esta causa sea lo que de verdad debe preocuparnos. Ni rastro del tratamiento femenino que hemos gozado con títulos como Johnny Guitar, Hasta que llegó su hora, El color púrpura, Erin Brockovich, Mad Max: Furia en la carretera, por citar solo algunos ejemplos muy populares, o Gloria, Elle, la maravillosa Piedras, de Ramón Salazar, o prácticamente toda la filmografía de Pedro Almodóvar, si barremos para casa. Lo que sí se advierte es un alejamiento de las motivaciones que por norma mueven a estos personajes, porque Wonder Woman no impone su lectura personal de la justicia convirtiéndose en juez, y en cambio sí encuentra un leitmotiv en el esfuerzo por ayudar a los más necesitados y luchar contra el mal que asola el corazón de la humanidad. Un detalle que beneficia mucho a la cinta, y que aproxima mucho a la heroína a las cotas de Superman, quizá uno de los superhéroes que más respeto han mostrado por la vida humana.

Lo que está fuera de toda duda es que la película funciona, y funciona muy bien en prácticamente todos sus apartados si dejamos atrás su supuesto feminismo y empezamos a hablar de cine. Porque la dirección de Patty Jenkins resulta sorprendentemente madura dentro del género si tenemos en cuenta su condición de «novata» en el universo blockbusters, y es capaz de mantener el listón del entretenimiento a muy buen nivel durante los 141 minutos que dura la película. Un trabajo ejemplar de la directora, enriquecido por la partitura de Rupert Gregson-Williams y un diseño de producción casi impecable. Solo algún exceso de CGI en las explosiones evita que hablemos de un trabajo inmaculado a nivel técnico.

Y como era de esperar, el otro gran acierto de la película son ellos. Porque aunque Gal Gadot es la indiscutible estrella de la función, si la película sabe sacar tajada de algo es de su química en pantalla con Chris Pine. Un binomio que apuntala el conjunto con solidez (qué pena que la tensión sexual no resuelta no dure toda la cinta), y clave maestra para evitar que el espectador pida la hora antes de tiempo. Junto a ellos, unos muy bien (Connie Nielsen y Robin Wright) y otros no tan bien (lo sentimos, pero Ewen Bremner sigue siendo Spud, y Danny Huston tampoco está en su mejor papel). Y luego está Elena Anaya, que aunque no goza de una gran papel, resulta gratificante verla avanzar en la industria norteamericana (pronto la veremos en Gotham City Sirens) y dejar atrás su (este sí) anecdótico y olvidable papel en Van Helsing.

Pese a sus virtudes, Wonder Woman no termina de alcanzar su plenitud debido a un guion rutinario que, si durante todo el metraje hace gala de una falta su poca originalidad, en su tramo final termina de destapar su incapacidad de sorprender o asumir riesgos. Una lástima, porque si Zack Snyder y compañía hubiesen sido menos conservadores, sí podríamos estar hablando de otra cosa. Un poquito, solo un poquito más de incorrección política o crítica al ya en boca de todos heteropatriarcado (y menos marketing, que aunque efectivo también destila oportunismo) y estaríamos ante una auténtica bomba de relojería.

Con todo, podemos hablar de una cinta que supone una presentación como Dios manda para uno de los personajes de la inminente La Liga de la Justicia, y un acierto por parte de Warner para dotar de interés a su propio universo de superhéroes, y que puntúa doble gracias al reciente estreno de la desastrosa La momia de Universal. Porque Wonder Woman es muy superior a todas las entregas de superhéroes femeninas y bastante más entretenida que muchas de las cintas protagonizadas por «los chicos» Marvel o DC. Wonder Woman ha llegado para otorgar de una vez por todas a la mujer su báculo de heroína y demostrar que echarle ovarios al asunto puede ser igual de efectivo (o más) que echarle huevos.

 

LO MEJOR:

  • Su presentación y sus primeros minutos, que recrean un mundo habitado exclusivamente por mujeres en perfecto equilibrio, ajeno al corazón envenenado del ser humano.
  • La química entre Chris Pine y una espectacular Gal Gadot.
  • Que es mejor y más entretenida que muchas de las pelis similares protagonizadas «por ellos».
  • La lectura de sus valores, muy constructiva para los más pequeños.

LO PEOR:

  • La falta de valentía en su guion.
  • Un último tramo muy por debajo de las expectativas generadas.
  • El supervillano de la función, una mezcla muy extraña de Magneto y Sauron.

 

Alfonso Caro

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.