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VIAJE AL CUARTO DE UNA MADRE

Lola Dueñas Anna Castillo - El Palomitrón

LOS ANTECEDENTES

En 2012 presentó internacionalmente su cortometraje Luisa no está en casa en Venecia (único corto español en la Mostra de ese año), lo estrenó a nivel nacional en la Seminci y, tras un recorrido en festivales, ganó el Gaudí al Mejor cortometraje. Aquella era una historia sobre una mujer de la tercera edad que encuentra su independencia al intentar arreglar su lavadora, rompiendo su rutina.

Varios años después, Celia Rico consigue, tras varios laboratorios de guion (incluido el de la Berlinale) y apoyos institucionales, levantar su primer largometraje, Viaje al cuarto de una madre, distinguido en el pasado festival de San Sebastián con el Premio de la juventud.

LA PELÍCULA

Articulada en torno a la relación madre-hija, la película orbita sobre los rifirrafes familiares y las dinámicas de la relación maternofilial entre Estrella (Lola Dueñas) y Leonor (Anna Castillo). Rodeadas de secundarios anecdóticos y desencadenantes, el núcleo de la historia siempre son ellas, marcando un motivo central muy poderoso.

La directora consigue alinear hábilmente la aproximación de su puesta en escena con el estado emocional por el que pasan los personajes, ligeramente grises y apagados. Construye un refugio para ellos al no dejar salir la cámara de dicho estado. Todos nos hemos visto escuchando un inocente «abrígate bien, que te vas a constipar», pero en Viaje al cuarto de una madre hace mucho frío y parece que estamos castigados. Se genera una atmósfera en los interiores que sugiere y juega con la decadencia propia de una tarde de domingo nublado y que siempre remite al calor/cariño humano, a esa tarde de sofá y estufa que comparten Estrella y Leonor, con todas sus caricias y abrazos, toda su intimidad.

Este «nido» genera inherentemente el conflicto central del relato, contado sutilmente a través de diálogos muy trabajados y pequeños símbolos muy sugerentes: todas las idas y venidas, los momentos de conexión madre-hija y todos los rifirrafes. Greta Gerwig lo exploraba de manera más dispersa y transversal el pasado año con Lady Bird, pero el hueso es casi el mismo: crecer duele, pero más duele el ver crecer.

Hay un magnetismo innegable en el concepto que encierra la película: el cuarto de la madre al que por fin accedemos, una coming-of-age que queda relegada al fuera de campo para ser contada desde el otro lado. Desde la madre que espera, que llama, que llora, que parece que pierde a una hija. Aunque «viaje» en sí haya poco, la película ofrece con sinceridad una aventura completamente emocional.

ELLOS Y ELLAS

El trabajo de las actrices protagonistas es una de las claves sino la clave de la película. Todo el filme son ellas y ellas son todo el filme. Los secundarios asoman la cabeza siempre de manera correcta y muy discreta, y sin duda cabe destacar el trabajo de guion, que consigue condensar de manera muy intensa toda la narración en torno a su relación.

Lola Dueñas genera una empatía descomunal, y el predominio de interiores hace que nos la encontremos completamente en su casa, mientras Anna Castillo vaga por el espacio buscando ese lugar y ese cariño.

LA SORPRESA

Precisamente, el momento en que el metraje se parte para descubrir que Anna Castillo es, en realidad, una falsa protagonista que, sin quedar completamente apartada, deja paso a Lola Dueñas para conquistar la película.

LA SECUENCIA/EL MOMENTO

Esas llamadas de teléfono donde Estrella se ve fuera de su zona de confort, ya sea hablando con el operador telefónico de turno con la oferta de los megas o tardando cinco minutos de reloj en escribir «q tal?» por WhatsApp.

TE GUSTARÁ SI…

Has vivido esos angustiosos «q tal?» y quieres un poquito a tu madre.

LO MEJOR

  • La aventura emocional, ese viaje que el título promete acompañado siempre por dos actrices que están inmensas.
  • La profundidad en la intimidad del relato.

 LO PEOR

  • La constante sensación de querer saber más del pueblo, de los secundarios y de los personajes.
  • Que una película te tenga que recordar que le escribas a tu madre.

Juan Luis Martínez

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Espectador curioso y soñador inquieto. Narrador licenciado en Comunicación Audiovisual. Cuando vio por primera vez "Amèlie" tenía 12 años y se pasó un interminable verano tirando piedras al río tarareando, ahora está en una etapa más "Frances Ha" con un poquito más de costumbrismo.