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TODO PASA EN TEL AVIV: CHARLAMOS CON SAMEH ZOABI

La primera vez que pisó un cine tenía 20 años. Hasta ese punto solo conocía las películas egipcias o francesas que ponían hasta la saciedad en televisión. Aun así, esto fue suficiente para que Sameh Zoabi renunciara su plaza de derecho para lanzarse al vacío del cine. Hoy, 22 años después, vuelve al ruedo para presentar Todo pasa en Tel Aviv, una mirada cotidiana y divertida al conflicto que desde pequeño ha marcado su vida.

DRAMAS Y COMEDIAS

En sus inicios se decantó por el drama. Con el tiempo se dio cuenta de que necesitaba algo más. Después de casi 15 años en la escena, reconoce su debilidad por la comedia. “Se podría decir que me gustan los retos. Mi primer corto fue un drama titulado Be quiet. Sin pensarlo y a raíz de la acogida me puse a escribir un guion del mismo estilo titulado James Dean y yo. Rápidamente me di cuenta de que necesitaba un cambio de aires, por lo que la idea de lo que iba ser mi primer largometraje fue sustituida por una comedia titulada Man without a Cell Phone. Es cierto que luego rellené el hueco dramático con Under The Same Sun, pero me sorprendió mi capacidad para la comedia. Desde entonces pienso que es un estilo que entra mucho más en contacto con mi sensibilidad”.

No esconde tampoco lo mucho que ha evolucionado desde su primer proyecto. “A mis ojos el drama es menos complicado. Aún recuerdo como en la universidad siempre pensábamos que para ganar en Cannes, solo nos hacía falta encontrar al ser humano más miserable y contar su historia. Éramos aún inexpertos y no conocíamos la realidad. Ahora con el tiempo siento que ya he encontrado esa rebeldía de la que tanto disfruto”.

Sameh Zoabi, EL PALOMITRÓN

RECORRIDO ORGÁNICO

Siendo consciente de sus errores, el palestino reconoce que a veces le cuesta no empezar la casa desde abajo. “Hacer una película conlleva mantener un progreso natural de las cosas. No puedes empezar escribiendo la chicha de la trama. Debes centrarte en los pequeños detalles, pues de ellos depende gran parte del proyecto. Ser creíble y capaz de reconocer estos momentos es una de las tareas del trabajo como guionista. Primero, has de entender de qué va tu película y de donde sale la pasión por escribirla. A partir de ahí, puedes empezar a construir el entorno y la vida de unos personajes que tienen que ser creíbles y divertidos. También hay que ponerse en el lugar de la audiencia. Los espectadores viven las emociones del protagonista como si fueran ellos mismos, por lo que la empatía es esencial en estos casos. Es una tarea muy difícil porque como escritor, a veces las grandes ideas se apoderan de ti y acabas olvidando la importancia del detalle”.

LA TELENOVELA

En su casa la televisión era su único medio de contacto con el audiovisual. A través de él ha conocido muchos géneros que ha sabido poner en práctica a lo largo de su filmografía. “Yo crecí viendo telenovelas. En el Medio Oriente es un género muy popular, por lo que su afluencia es enorme, al igual que su procedencia. Llegaban de todas partes, de Turquía, India, Egipto e incluso Latinoamérica. Pero lo que siempre he disfrutado de ellas es que no requieren de subtexto. Cada personaje siempre es libre de decir lo que quiera sin consecuencias. No es necesaria una acción sutil como en el cine, es decir, si un personaje quiere comer humus lo dice y lo hace. Es como si declararan en alto todas sus intenciones. Este recurso es muy importante para mí, pues en la película es donde se sitúa la carga política”.

En el mundo histriónico de las novelas lo tiene claro. Su elección viene cargada de recuerdos. “Si fuera un personaje de telenovela, definitivamente sería el galán. No es la razón principal, pero uno de los motivos que me llevaron a ser cineasta fue el fervor y glamur que desprendían las estrellas del momento. En los 70 aún no había Internet, por lo que la gente para conservar las fotos de sus famosos favoritos recortaba la imagen y la pegaban en un álbum. Recuerdo como mis cinco hermanas tenían montones de álbumes con las caras de Julio iglesias, Elvis Presley o Roger Moore. Desde mi perspectiva de niño de 5 años, veía todo esto de un modo espectacular. Fue lo primero que me atrajo del cine. Por eso, hoy, me identifico con el amante, esa figura heroica capaz de transportarme a mi niñez”.

Sameh Zoabi, EL PALOMITRÓN

LAS DOS CARAS DEL CINE

El conflicto palestino israelí no solo se extiende a lo político sino también a lo cultural. Para Zoabi existe una gran diferencia entre estas dos culturas. “Existe una gran diferencia entre el cine palestino e israelí. El palestino es joven, empezó muy tarde y desde entonces no ha dejado de evolucionar. Siempre me acuerdo de una de sus primeras películas titulada Boda en Galilea, que si mal no recuerdo se estrenó en el 87. Lo importante es que con este estreno ya se puede observar la intención que siempre ha perseguido al cine palestino, la idea de demostrar que existimos. Es una lucha constante por un pequeño espacio en el mundo del cine. A partir de aquí, es casi una obligación contar y grabar nuestra historia, porque si no lo hacemos, nadie lo hará. Con los años y la llegada de plataformas como Youtube, el cine no da abasto. La realidad evoluciona demasiado rápido. En general, es algo bueno ya que nos permite conocer el sentir de otros palestinos. Aun así, es la falta de fondos la principal diferencia con Israel. Allí no tienen la necesidad de reivindicar su pasado, cuentan con ayudas y acuerdos europeos que les permiten hacer películas propias. En palestina no existe esta posibilidad, cada uno saca lo que tiene de la manera que puede”.

EL CONFLICTO

La denuncia es clave en sus proyectos. Zoabi opina que existe una campaña de miedo que para nada está ayudando a mejorar la situación. “Es terrible. En Europa todo el mundo tiene miedo de ser llamado antisemita. Parece que en cuanto dices algo en contra de Israel adquieres ese adjetivo. La gente reacciona así por como la historia ha tratado al país, por eso siempre intentan sonar neutrales. No me cabe duda de que algunos creerán en la libertad de Palestina, pero para opacarlos ya están los medios generales, que tratan de ser objetivos reduciendo las víctimas a un número. Son incapaces de tomar partido. Por supuesto, sé que no son solo ellos, detrás, existe una potente maquinaria israelí encargándose de enfatizar ese sentimiento de que si te metes con Israel, te estas metiendo con los judíos. Opino que esta separación no está clara para mucha gente, mira a EEUU por ejemplo. ¿Quién sabe? a lo mejor en unos años esto cambia”.

Sameh Zoabi, EL PALOMITRÓN

LA BURBUJA

En un mundo de falsas apariencias, Zoabi denuncia los gestos de una nación que se esfuerza por aparentar. Eurovisión es la guinda del pastel. «Esto es el ejemplo perfecto de lo que hablábamos antes. Israel vive en el Medio Oriente rodeado de árabes, pero a pesar de ello prefiere crear su propia burbuja y pretender que está en Europa. Quiere funcionar como un estado europeo y no le importa negar la realidad. Pretenden ignorar que muchos palestinos ya estaban ahí antes de que naciera Israel. Es como si se contradijeran constantemente. Si quieren ser aceptados, deben asumir el falso entorno en el que viven. Es una negación continua de la situación. Al fin y al cabo, esto es una muestra más de que no pertenecen a ese territorio y son solo una invasión extranjera. Es cierto que ya había judíos en Palestina, pero solo formaban el 5% de la población. Después de la segunda guerra mundial fue cuando el mandato británico les otorgó un estado donde acercarse. En definitiva, pequeños detalles como el de Eurovisión demuestran que prefieren Europa antes que el Medio Oriente. Entonces, ¿Por qué no se quedan allí?

Alonso Muñoz


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